DIOS INSISTE DE VARIAS FORMAS HASTA QUE EL LLAMADO SE RINDE

La vocación del diácono Manuel “Manny” Martínez triunfó sobre la sorpresa y resistencia

La vocación al diaconado permanente se presenta casi por sorpresa y cuesta aceptarla por motivos diversos, explica el diácono Manuel “Manny” Martínez, responsable de los diáconos permanentes de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Martínez ejercía de policía en Santa Bárbara, California, cuando Ángelo Viziato, responsable entonces de los diáconos permanentes, le propuso el diaconado “porque naturalmente eres un servidor y el diaconado es servir a los pobres y a la comunidad”, cuenta Manny a VIDA NUEVA, y agrega que no aceptó la invitación. Llevaba 12 años de policía en Santa Bárbara y ayudaba en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.

Años más tarde, recordó la invitación de Viziato y solicitó entrevistas “a algunos diáconos ya ordenados para ver si tenía vocación”. La tenía.
Una vez ordenado, pensó que “los dos trabajos -policía y diaconado- se completaban como había experimentado en el Este de la ciudad, de predominio hispanohablante, y donde, por ser el único policía que más o menos mascullaba el español, tenía que intervenir en muchos asuntos familiares”.

Por otro lado, la naturaleza sacramental del diaconado -salvar en el nombre del Señor- y el oficio del policía -mediar en conflictos a veces violentos- lo llevaron a decidir que “no quería cuidar de esto toda la vida”.

Como resultado de la reflexión personal, se dio de baja en el Departamento de Policía de Santa Bárbara y emprendió un camino nuevo.

Martínez nació en Los Ángeles y se crió en Piru y Fillmore. Toda su formación académica tuvo lugar en las escuelas públicas. En los colegios de Ventura y Long Beach estudió administración de justicia, que consideraba útil para su futura profesión.

“Me hice policía como modo de servir siguiendo el ejemplo de mis padres”, dice sin dudarlo. “Recuerdo que mi padre recogía y arreglaba bicicletas viejas para los pobres, al igual que ropa para los necesitados”.

EN CAMINO

En 1985 empezó su preparación de cinco años para servir al Señor con el sacramento diaconal.

Las sesiones intensas de estudio, algunas hasta de tres días seguidos, tuvieron lugar en la Misión de Santa Inés de Solvang: Liturgia, Cristología, Eclesiología, Pastoral y un programa especial de relaciones humanas (PRH) dirigido a conocerse a sí mismo y los dones que el candidato aporta a su misión de ayudar a los demás.

Superados los estudios y las pruebas del caso, “Manny” Martínez fue ordenado por el Arzobispo Roger Mahony el 8 de diciembre de 1980 en la Catedral de Santa Vibiana y destinado a ejercer como diácono permanente en las parroquias de Nuestra Señora de los Dolores de Santa Bárbara (9 años) y en la de Guadalupe (1½).

En 2001 fue nombrado director de los diáconos en ejercicio de la Arquidiócesis y asignado al ministerio diaconal en la Catedral de la ciudad, cargo que desempeña hasta hoy día.

Los Ángeles tiene actualmente 415 diáconos permanentes, con 19 a la vista. De ellos, únicamente ocho son solteros. Entre ellos se cuenta Manny Martínez Jr. Además, Martínez es miembro de Frailes de los Enfermos Pobres, una Asociación Pública de Fieles fundada por el Hermano Richard A. Hirbe en 2001 en Los Ángeles. En 2002 fue aprobada por el Cardenal Mahony.
“Sus miembros son casi todos capellanes en algún hospital”, explica Martínez. Según su página web, además de los tres votos tradicionales (pobreza, castidad y obediencia) los frailes hacen un cuarto voto, el de autosuficiencia, es decir que se tienen que valer por su cuenta en el terreno económico, como los pobres. De hecho, todos los aspirantes al diaconado permanente deben llegar al mismo con la situación económica personal y familiar resuelta.

“No tenía ni idea de diaconado”, cuando Viziato le sugirió esa posibilidad.

“Manny es buena gente y su liderazgo es un don para nosotros”, afirma el diácono David Estrada irrumpiendo en la conversación telefónica con VIDA NUEVA.

“Martínez siempre quiere ver lo bueno que hay en cada diácono”, agrega, a lo que Martínez responde justificando su actitud: “Si Dios los llama por algo será”.

OTRA SORPRESA

Por su parte Estrada, director del equipo de formación de los diáconos, también se resistió a la idea del diaconado permanente.

Nació en Los Ángeles, hizo sus estudios en escuelas católicas e incluso estudió en el seminario menor de San Fernando y varios años en el mayor de San Juan de Camarillo. No llegó a ordenarse.

Al salir, estuvo varios años en la Fuerza Aérea, trabajó luego como supervisor de libertad vigilada (Probation Officer) y en el Departamento de administración del condado de Los Ángeles. Al mismo tiempo ayudaba en la parroquia de San Benito de Montebello, California.

Está casado y tiene tres hijos (dos mujeres y un varón) que le han dado tres nietos hasta la fecha.
“No entendía qué era el diaconado y nunca me pasó por la cabeza descubrir una vocación dentro de la Iglesia”, confiesa ahora, hasta que un día recibió una pregunta: “¿Nunca has pensado en ser diácono?”, le preguntó su párroco.

“No. Mis hijos son chicos y no tengo tiempo”, contestó muy seguro de sí mismo.

Sin embargo, ocho años más tarde, “pensé que a lo mejor no estaba escuchando a Dios. A lo mejor no estaba escuchando a Dios por estar tan enfocado en las cosas del mundo que no valen mientras Dios está sigue que sigue”.

Y Dios contaba con la complicidad de su esposa. “Mi esposa -dice- es una persona de gran fe y me recordó que podía compartir los dones que recibí en el seminario”.

“A eso de 1973, un diácono me habló del programa de diaconado, pero yo no estaba listo para responder”.

Por fin, tras cinco años dedicados a una formación rigurosa, fue ordenado diácono permanente y destinado a ejercer la vocación ministerial en su parroquia de Montebello.

ORDENADOS PARA EL SERVICIO

Los documentos oficiales de la Iglesia dicen que los diáconos permanentes son “ordenados para el servicio”, no “para el sacerdocio”. Como los primeros siete diáconos (ayudantes) ordenados por los Apóstoles con la imposición de las manos y la oración, los Obispos ordenan a los diáconos permanentes para el servicio con la Palabra de Dios, la Liturgia y los Sacramentos, a excepción de confesar, consagrar la Eucaristía y administrar el Sacramento de los enfermos. Además se preparan para las obras de caridad.

En el caso de Manny Martínez y David Estrada, su misión actual consiste, además de ejercer el ministerio en la Catedral y en San Benito, en ayudar a los diáconos actuales (Martínez) y los futuros (Estrada) asegurando su continuidad y preparación. Estrada es el director del equipo de formación de los diáconos, que tiene una rama en inglés y otra en español.

FORMACIÓN CONSTANTE

Como director del programa diaconal, Martínez vela por la continuidad de la formación de los diáconos y programas de tres años siguiendo las directivas nacionales.

Trata los problemas que puedan surgir entre sacerdotes-párrocos y diáconos que les fueron asignados a su parroquia, e interviene en las asignaciones o destinos de los nuevos. Es, en realidad, el enlace oficial entre los diáconos y el Arzobispo José H. Gomez, quien se reúne con todos ellos el día 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, diácono y mártir hispano que pereció quemado vivo en una parrilla el año 258 y que es el Santo Patrón de los diáconos.

Martínez también convoca a varias reuniones anuales, por ejemplo por Navidad. “A los diáconos les encanta convivir”, asegura el director.
Los diáconos hispanos se reúnen por separado los terceros martes de mes en la Parroquia de San Antonio de San Gabriel. Los organiza el diácono ecuatoriano Heliodoro Benalcázar.

CONSEJO

Así, pues, el diaconado permanente llega por sorpresa, sugerido por algún sacerdote o amigo diácono. La primera respuesta, aseguran Martínez y Estrada, suele ser de dar largas al asunto. Algunos, por humildad, se consideran indignos del sacramento diaconal por más que ya están involucrados en la labor de sus respectivas iglesias. Por fin se rinden y empieza el proceso de preparación de cinco años en los que el candidato y su esposa, si está casado, irán madurando su espiritualidad y capacidad de servicio como diáconos.

El consejo que les daría Martínez a alguien que se lo pidiera sobre el particular es el siguiente: “Tienes que hallarte un buen director espiritual y rezar mucho. Si crees que estás llamado, habla con tu familia, con tu esposa y no tengas miedo, porque, si no sigues la vocación, Dios continuará persiguiéndote. Si no estás seguro, quizá te llame para otra cosa, sirviendo a la comunidad. Si comienzas la preparación y te das cuenta que no es tu llamado, siempre estarás mejor preparado para servir a la Iglesia”.

En Los Ángeles, el diaconado permanente está al alcance de los varones de 30 a 60 años de edad, solteros y casados. Una vez ordenados, el soltero no podrá contraer matrimonio y el casado, si enviuda, no podrá casarse de nuevo.

MÁS INFORMACIÓN

Oficina del Ministerio de Diáconos
Arquidiócesis de Los Ángeles
(213) 637-7734

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