‘AHORA AMO Y ADMIRO MÁS A MI MADRE’

‘AHORA AMO Y ADMIRO MÁS A MI MADRE’

Jennifer Juárez, un milagro pro-vida

(fOTO: Jennifer Juárez con su mamá Michelle. / Paulina Herrera).

Por PAULINA HERRERA

En Centro América, Michelle sufrió la violencia de género sexual, física y moralmente. Pese a una violación múltiple, su amor de madre fue más fuerte a la opción de abortar y dio a luz a Jennifer, quien a los 17 años de edad emigró al Norte como menor no acompañada y su vida cambió, no sólo porque llegó a un mundo nuevo, sino porque descubrió la verdad sobre su origen. Hoy madre e hija enfrentan juntas un destino más prometedor que en su natal Guatemala.

“Ahora la amo y la admiro más”, afirma Jennifer sonriendo y mirando a su mamá Michelle que le regresa la mirada con una infinita ternura. Madre e hija viven en el Centro de Los Ángeles rodeadas por una comunidad de inmigrantes centroamericanos que al igual que ellas, luchan por un futuro mejor lejos de la pobreza, amenazas de muerte y corrupción que aseguran se vive en sus países.

De entre todos, la historia de Michelle y Jennifer llama a la reflexión por tratarse de mujeres, cuya vulnerabilidad engruesan las cifras de feminicidios en el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) en donde el 80% de los delitos contra la mujer quedan impunes de acuerdo con el Centro de Derechos de la Mujer de El Salvador.

“Fui atacada por cuatro hombres encapuchados que me golpearon, me amarraron y violaron en un paraje…”, afirma Michelle que a pesar del dolor del recuerdo, tuvo que revelar el secreto sobre cómo quedó embarazada de su hija menor.
“En mi país es como si las culpables fuéramos las mujeres agredidas y no nuestros verdugos”, agrega, recordando que al descubrir que había quedado embarazada de uno de los atacantes desconocidos, pasó por su mente el aborto. “Pero algo en mi corazón me dijo que el ser que llevaba en mi vientre no tenía la culpa de lo que me había pasado y decidí tenerlo para darlo en adopción al momento de nacer”.
El plan de adopción fue echado abajo con un simple apretón contra su pecho de la diminuta manita de su recién nacida. “Yo no quería ni verla…Le dije a la enfermera y al doctor que no me la enseñaran y se la entregaran directamente a mi prima quien adoptaría a la bebé”, recuerda.
La insistencia de la enfermera de que cargara por una sola vez a su bebé, cambió el destino de madre e hija que a partir de ese momento se volvieron inseparables.

RUMBO AL NORTE

La mamá Juárez viajó al Norte en 2010. Dejó a Jenniffer de 10 años al cuidado de sus hermanos; en 2014 Jennifer le pidió a su mamá que quería venir con ella y emprendió al viaje como menor no acompañada.

Hizo una travesía de cuatro meses, dos de los cuales estuvo detenida por las autoridades de migración mexicanas y otros dos meses por autoridades migratorias estadounidenses (ICE). Para Jennifer, sola entre un centro de detención a otro, soportó la difícil rutina de un encierro forzado con la única ilusión de volver a reunirse con su madre. “Mi mayor temor era morir en el camino y no verla nunca más”.

Cuando logró llegar a la frontera de México con Estados Unidos, fue detectada y detenida por agentes de migración quienes por trámite, le abrieron un proceso de asilo político y la enviaron a un Centro de Detención en McAllen, Texas. Parte de este proceso es averiguar las causas por las cuales ella abandonó su país y lo que es más importante, porqué no puede regresar a Guatemala.

En manos de ICE, Jennifer -con 15años de edad- fue sometida a un interminable interrogatorio en donde afirmó una y otra vez que temía por su vida debido a la violencia en su barrio y al acoso de un vecino que llegó a amenazarla con una pistola con el fin de abusar de ella. “No me pasó nada porque me escapé antes de que pudiera agredirme”, confesó Jennifer, ahora de 19 años.

Fue el turno de Michelle de hablar con ICE con quienes se comunicaba vía telefónica de California a Texas. “Los agentes me preguntaron en donde estaba el papá de Jennifer porque si ella estaba en peligro, lo más lógico es que el papá la cuidara”.

La respuesta dejó más confundidos a los agentes de inmigración. “Mi hija no tiene papá porque ella es producto de una violación”, dijo Michelle sin saber que del otro lado de la línea telefónica en altavoz, la escuchaba Jennifer.

“Yo no me perdono cómo mi hija se enteró de su origen…Yo siempre quise guardar ese secreto para no lastimarla. Me vi muy forzada a revelar la verdad porque de otro modo, mi hija sería devuelta a Guatemala y su vida estaría en peligro. Eso menos me lo perdonaría”.

ASILO POLÍTICO

La historia de Michelle y Jennifer no sólo conmovió a los agentes de migración, sino que dieron continuidad al caso de asilo político y en mayo de 2017, Jennifer Juárez obtuvo su residencia permanente con vías a la ciudadanía.

“Estoy feliz porque sé que se abren muchas oportunidades”, afirma Jenniffer a punto de terminar High School, y decidida a realizar una carrera relacionada con criminología con la meta de trabajar en el FBI.

“Me gusta todo lo que tenga que ver con investigación y perseguir a los criminales…Alguien tiene que hacer el trabajo de buscar justicia. Yo quiero hacer ese trabajo”, afirma esta jovencita de pocas palabras, pero de andar firme y mirada penetrante.

De su origen, “es un tema que tendré que superar… no es fácil pero es la realidad y ahora que sé todo, admiro mucho más a mi mamá porque desde que tengo uso de razón la he visto trabajar y luchar por mí”, concluye.

ESPERANZA MIGRATORIA

Mientras Jennifer tiene su estadía legal resuelta, Michelle tiene esperanzas válidas para salir de las sombras como indocumentada. Dentro de cinco años cuando su hija se convierta en ciudadana de Estados Unidos, podrá hacer una petición familiar para que ella obtenga su residencia legal permanente.
Por otra parte, al saberse su secreto de la violación múltiple, ella puede también iniciar un proceso de asilo político lo que la protegería de la deportación y le otorgaría un permiso de trabajo durante dicho proceso.
Pero ahora, las Juárez se recuperan de una etapa difícil de sus vidas en donde el amor de madre e hija pasó una prueba de fuego.

“Sólo Dios sabe cuánto he llorado pidiendo que mi alma se fortaleciera para soportar tanto sufrimiento… Aquí -en Estados Unidos- me siento segura, con ganas de trabajar y salir adelante por mis hijos, y con la esperanza de que las cosas cambien y las mujeres no sigamos pagando durante toda la vida las condenas que nuestros agresores nunca tuvieron”, afirma.

Además de Jennifer, Michelle Juárez tiene tres hijos más, Manuel y Josué que viven en Los Ángeles con ella y Leslie que aún está en Guatemala.
Michelle afirma que ahora que su hija sabe la verdad de su origen, acepta compartir su historia con el objetivo de que otras mujeres que sufrieron como ella el abuso de género en sus países, se atrevan a hablar y denunciar a sus victimarios porque “no es normal que nos maltraten, nos abusen y nos hagan sentir que no valemos nada… sí valemos mucho y tenemos una voz para apuntar a los verdugos…yo no quiero que mis hijas sufran lo que yo sufrí y yo creo que ninguna madre quisiera que maltraten a sus hijas”, puntualiza. VN

REQUISITOS DE ASILO POLÍTICO

El abogado de inmigración Eric Price, quien llevó el caso de Jennifer Juárez, explica que los requisitos para solicitar un proceso de asilo político son principalmente:

– Estar presente en Estados Unidos.

– Tener un temor válido de regresar a su país de origen.

– Correr un riesgo real de muerte si se regresa a su país de origen.

– Sufrir persecución en su país por sus ideas políticas, religión o grupo social.

También hace hincapié en que todos los inmigrantes tienen derechos en este país sin importar su edad, sexo, origen, religión, raza o estado migratorio.

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