MÁS DE MEDIO SIGLO DE ENTREGA RELIGIOSA

MÁS DE MEDIO SIGLO DE ENTREGA RELIGIOSA

La Madre Enedina Cuevas respondió generosa a la invitación de Dios desde jovencita, y en su camino pudo trabajar con quien pronto podría ser santo

(Foto: La Madre Enedina Cuevas (centro) junto a un grupo de ex alumnos en su celebración del 50 aniversario de carrera religiosa hace 5 años).

Por GEMA RAMÍREZ

Grandes enseñanzas nos da la religiosa Enedina Cuevas, de 87 años de edad, de apariencia pequeña y dulce, quien ha servido a nuestra sociedad durante 55 años y gran parte viviendo en California.

La Madre Enedina nació en un hogar católico en la Ciudad capital de México; tuvo dos hermanos varones y dos hermanas, de las cuales una también optó por la vida religiosa al igual que ella.

“Yo entré de 22 años a la Congregación; era una muchacha muy inquieta y deportista -andaba en mi bicicleta por toda la colonia del Valle-, y pertenecía a las guías de México, que son como las ‘Girl Scouts’ de Estados Unidos. Creo que esta actividad me ayudó mucho porque aprendí de la disciplina. En casa mi mamá siempre rezaba el Rosario y no iba a ningún lugar sin él y su pañuelo”.

Cuenta que su padre murió cuando ella tenía 6 años y su mamá mantuvo a la familia preparando comida para banquetes y fiestas, desde la casa, para así poder cuidar a sus 5 hijos.

“Cuando yo tenía 6 años mi mamá me dejó internada con las religiosas por un año junto a mi hermanita, que tenía 4 años, ya que ella tuvo que ir a su pueblo a arreglar un asunto de la familia. Mi hermana se quedó allí cuatro años. Pasó el tiempo y yo mantuve contacto con las niñas del internado; las madres nos quisieron mucho a mi hermana y a mí”.

Al crecer y ya en una relación de noviazgo, a la quien sería la Madre Enedina le gustaba ir a ayudar a las niñas del internado en las clases de baile folclórico. “Yo ayudaba en la coreografía cuando se celebraban las fiestas y se hacían comedias y teatro con la vida de los santos. Empecé a quedarme en el colegio del internado a ayudar un día entero, a veces una semana, y a mi novio no le gustaba eso”, dijo la entrevistada. “Mi ilusión era convertirme en psicóloga personalizada; me encantaba la investigación y parasicología, y me impresionaba mucho ver a los cieguitos andar en patines y como ellos sabían con el tacto reconocer los colores. Con el oído reconocían muchos más elementos”.

A punto de casarse con su novio, un disgusto entre ellos -a causa de una fiesta a la cual no pudo ir con él por falta de permiso-, cambió el rumbo de su vida. Al culminar ese noviazgo se le abrió un nuevo horizonte.

“En ese entonces mi madre le pedía a Dios que me ayudara a decidir mi vocación, hasta que un día fui a solicitar información al convento y pronto me aceptaron para un retiro vocacional. Después me quedé, y siempre tuve el apoyo de mi mamá. Siento que fue algo hermoso que Dios ya me había escogido. Y aquí estoy casi con 55 años de vida religiosa”, comentó satisfecha.

Fue en 1978 que llegó a Estados Unidos a servir en la Parroquia Cristo Rey donde trabajó por seis años con los Sacerdotes agustinos recoletos, especialmente con el entonces Padre Alfonso Gallegos, quien muy pronto será canonizado en Roma.

Su labor con el Obispo Gallegos

La religiosa le contó a VIDA NUEVA sobre su experiencia trabajando con el reconocido sacerdote Alfonso Gallegos, quien podrí convertirse en santo.

“Cuando lo conocí tenía 45 años de edad y en ese entonces era el señor Cura de la Parroquia Cristo Rey; una persona sumamente activa, pero como no manejaba debido a su limitada vista, yo me convertí en su chofer”.

“Trabajábamos en el Ministerio de los Jóvenes, eran como 80, algunos de los cuales siguen en contacto conmigo”, dijo la Madre Enedina, quien en ese entonces colaboró en el “Movimiento Familiar Cristiano” como secretaria y directora de educación religiosa de la parroquia.

“El Padre Alfonso era originario de Albuquerque, Nuevo México. Este religioso era un santo en vida. Siempre decía ‘bendito sea Dios’ para todo lo que pasaba, si hacía calor, si llovía, si hacía frío. Para el todo mundo era sabio y santo; decía que todas las personas le enseñaban algo. La comida nunca le parecía mala, así estuviera quemada, cruda, para él era buena.

“Era tan extraordinario; él quería a todos los niños, a los ancianos y animaba mucho a los jóvenes. Se iba con frecuencia por la calle y se sentaba en la banqueta a platicar con los muchachosEllos a veces le daban una cerveza y él la aceptaba, ya al final de su plática les regresaba la cerveza para que se la tomaran en su nombre”, comentó la religiosa, y agregó que posteriormente el Padre Gallegos fue ordenado Obispo en la ciudad de Sacramento, donde 10 años más tarde murió trágicamente atropellado por un auto.

“Cuando llegó otro sacerdote a reemplazarlo, yo me retiré a la Parroquia de San Andrews en la ciudad de Pasadena, colaborando con Monseñor Tobit English. Ahí estuve 6 años como directora de educación religiosa y colaboraba con el Movimiento Familiar Cristiano, dando charlas de psicología y teología”.

La religiosa permaneció otros 5 años viviendo con las hermanas Carmelitas de Santa Juana de Chantal. Y posteriormente sirvió en la Parroquia Francisco Javier de Pico Rivera con el Padre Jorge Penaloza, también fungiendo de directora de educación religiosa.

“Luego fui enviada a México por 8 años donde regresé al magisterio como directora de nivel Secundaria. Estoy muy feliz que de mis ex alumnos, dos jóvenes son hoy día sacerdotes: el Padre Darío Miranda y el Padre Fidel Hernández”, agregó la religiosa.

El pasado mes de junio, la Madre Cuevas regresó a Ciudad de México, donde participó en una asamblea internacional de misioneras, maestras y colaboradores de parroquias que provienen de países como Nicaragua, Costa Rica, Brasil, México y Argentina. También tienen invitados de España, Italia y el norte de África.
De México a Estados Unidos y con casi nueve décadas de vida, la religiosa sigue recorriendo un camino de servicio al prójimo en profundo compromiso con el pueblo de Dios. VN

Preguntitas

• ¿Cuál es su comida favorita?- “Me encanta los antojitos mexicanos, en especial el mole y los huaraches, que son sopes grandes con carne, cebolla y chile”.

• ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?- “Mi pasatiempo es la lectura, me fascina la historia universal. Como no puedo tener perritos en la congregación, tengo dos pescaditos de mascotas”.

• ¿Qué recomendaciones le daría a jóvenes que consideran la carrera religiosa?- “Muchas veces oímos el llamado de Dios, pero nos da miedo entrar. Es importante escuchar qué es lo que Dios quiere de mí; que seamos personas productivas no del montón. La vocación no es sólo para ser sacerdotes o religiosas; una persona puede ser laica, pero productiva, haciendo lo que le gusta y ayudando a los demás. Yo recomiendo a los jóvenes que asistan al Catecismo para que conozcan a Jesús. Casarse es comprometerse a una vida de servicio también. Los desilusionados no caben en la vida religiosa. Nosotras buscamos jóvenes que realmente quieran conocer al Señor. Si alguien se interesa puede comunicarse a nuestra casa al (323) 685-2910, de ‘Las Esclavas de la Inmaculada Niña’, es decir la Virgen María cuando niña”.

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