HOY SE CONMEMORA A SANTA LIDUVINA, PATRONA DE LOS ENFERMOS CRÓNICOS
Santa Liduvina / ACI Prensa
Por Diego López Marina
REDACCIÓN CENTRAL, 14 Abr. (ACI).- Santa Liduvina fue declarada por la Iglesia Católica como patrona de los enfermos crónicos porque vivió postrada en una cama desde los 15 años hasta el día su fallecimiento, dedicándose a ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores y a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús.
Esta santa nació en Schiedam (Holanda) el 18 de abril de 1380 en el seno de una familia humilde. Sufrió un accidente a muy temprana edad que dañó severamente su columna vertebral y le provocó diversas enfermedades crónicas que recrudecerían con el tiempo.
Pese a que se entristecía y se preguntaba por qué Dios permitía su sufrimiento, un día conoció al nuevo párroco de su pueblo, el Padre Pott, quien le recordó que Dios siempre “ama más a los hijos que más hace sufrir”. El sacerdote también le obsequió un crucifijo, le pidió que siempre recuerde la Cruz y se compare con Cristo pues “debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad”.
Después de un tiempo de angustias y dolores, Liduvina empezó a meditar en su Santísima Pasión y le pidió que le diera valor y amor para sufrir como Él por la conversión de los pecadores y la salvación de las almas.
Hasta los 38 años sufrió dolores inimaginables de la cabeza a los pies -una llaga le fue destrozando la piel-, pero con una alegría incuestionable por entregar todo a Cristo.
A diario se alimentaba solo con la Sagrada Comunión, según un documento firmado por las autoridades civiles de Schiedam que data de 1421, doce años antes de su muerte.
Pese a su situación Dios le obsequió a Liduvina los dones de anunciar el futuro y de curar enfermos a través de la oración. Además, a los 12 años de iniciado su padecimiento, empezó a tener éxtasis y visiones.
El 14 de abril de 1433, día de Pascua, la santa se encontraba en una contemplación profunda y a través de una visión presenció a Cristo administrándole el Sacramento de la Unción de los Enfermos. A los pocos minutos falleció, pero antes pidió que su casa se convirtiera en hospital para los pobres.
Al poco tiempo de su muerte su tumba se convirtió en un lugar de peregrinaje y al año siguiente se construyó una capilla sobre ella.
El sacerdote franciscano Joannes Brugmann y el canónigo agustino Tomás de Kempis narraron la historia de su vida y como consecuencia la veneración de la santa se incrementó enormemente.
En 1615 sus reliquias fueron transportadas a Bruselas, pero en 1871 fueron regresadas a Schiedam. El 14 de marzo de 1890 León XIII declaró la aprobación oficial de la Iglesia sobre la veneración que había existido durante siglos. Su fiesta se celebra el 14 de abril.
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Santa Liduvina es la Patrona de los enfermos crónicos, quienes ofrecen su sufrimiento para la remisión de sus pecados y la conversión de los pecadores. Nació en Schiedam, Holanda, en 1380. Su familia era sumamente piadosa y a la niña le encantaba recoger regalos para llevarlos a gentes muy necesitadas.
A la edad de 15 años sufrió un terrible accidente que le dañó severamente la columna vertebral y la postró en cama casi paralizada. Su estado de salud empeoraba cada día, con continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo. La santa sufría mucho a causa de estos tormentos; se entristecía cada vez que escuchaba jugar y reir a sus compañeros, y se preguntaba porque Dios había permitido que padeciese tan duro martirio.
Sin embargo, un día, conoció al Padre Pott, nuevo párroco de la parroquia que estaba cercaba a su casa. Este virtuoso sacerdote le recordó que “Dios al árbol que más lo quiere más lo poda, para que produzca mayor fruto y a los hijos que más ama más los hace sufrir”. Y luego colocó en frente de la cama de la santa un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado y se comparara con El y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad.
Al principio la joven se negaba a seguir el consejo del sacerdote; pero pronto empezó a mirar al Cristo y a meditar en sus heridas, en sus angustias y dolores y a meditar en su Santísima Pasión y este recuerdo de los sufrimientos de Jesús le produjo un cambio total en su modo de pensar y de sufrir: pidió a Jesús que le diera valor y amor para sufrir como Él por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas. Descubrió que su “vocación” era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Y para ello se dedicó a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús.
La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo; pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo y por la conversión de los pecadores. Pasó 38 años de su vida paralizada, sin comer o beber algo pues sólo se aliementaba con la Sagrada Comunión que recibía a diario.
La santa además recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos, y a los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones.
En los últimos siete meses, la santa no podía conciliar ya el sueño a causa de sus tremendos dolores, pero nunca dejó de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos a los padecimientos de Cristo en la Cruz.
El 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Antes de morir, pidió que su casa se convirtiera en hospital para pobres. VN
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