<!--:es-->EL MILAGRO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE SIGUE.-
Homilía del Cardenal Rogelio Mahony, Arzobispo de Los Angeles<!--:-->

EL MILAGRO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE SIGUE.- Homilía del Cardenal Rogelio Mahony, Arzobispo de Los Angeles

CELEBRACIÓN GUADALUPANA 2005

East Los Angeles College Stadium, 3 de diciembre 2005.-

Una vez más me da mucho gusto darles la bienvenida a todos ustedes a nuestra celebración Guadalupana.

Hoy día, nosotros nos reunimos como hijos e hijas de nuestra Santísima Virgen de Guadalupe para dar homenaje, amor y devoción a nuestra morenita. Ella nos ha llamado a acompañarla como un pueblo en peregrinación. Nuestra procesión hoy no es solo una caminata por la avenida Cesar Chávez para hacer un ejercicio, sino una señal de quienes somos como cuerpo de Cristo. Somos un pueblo en peregrinación; estamos en una jornada, que reúne hombres y mujeres de cada raza y lengua. En verdad es una jornada que lleva el gozo y el dolor, la libertad y la esclavitud, la guerra y la paz, la justicia y la opresión, la vida en Cristo y el pecado. Pero también es una jornada de gran esperanza, al caminar brazo en brazo como hermanos y hermanas hacía el Jerusalén eterno. ¡Esta es una verdadera procesión!

Que alegría recordar, que en esta primera semana de Adviento cuando la Iglesia de Dios se prepara para la venida de Jesús en la Fiesta de Navidad, nos encontramos celebrando la aparición de la Virgen de Guadalupe, quien lleva una cinta negra, símbolo del embarazo, símbolo de la mujer que espera. Hoy quiero hablar de esta Madre que con su ejemplo y su vida nos enseña que siempre debemos estar esperando y escuchando al Señor. La que nos llevó al verdadero Dios, nos invita de nuevo a esperar con alegría, pero, más importante, con fe y acción.

Permítanme esta oportunidad para recordarles que el esperar no tiene que ser algo pasivo; esperar no significa ser inmóviles. Para nosotros los cristianos, esperar nos lleva a la acción. Como la Iglesia nos llama a ser evangelizadores. debemos vivir nuestra fe en nuestras vidas diarias con esperanza y fortaleza y no con temor o tristeza. Nuestra Virgen nos enseña esto por medio de su vida ejemplar.

Miremos por un momento a las Sagradas Escrituras. El lema de nuestra celebración este año es “El Milagro de Nuestra Señora de Guadalupe Sigue.”. En el Evangelio de las Bodas de Caná, San Juan presenta la primera intervención de María en la vida pública de Jesús y enfatiza su cooperación en la misión de su hijo.

Dirigiéndose a Jesús con las palabras: “No tienen vino,” María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según algunas interpretaciones, la Madre espera una señal extraordinaria.

La opción de María, que hubiera podido conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe, porque hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret, ni en la vida pública.

En Caná, la Virgen muestra una vez más su disponibilidad total a Dios, demostrándonos que su confianza en Jesús es primaría. Jesús, al que ella ha dejado totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la fe de su madre. Jesús les dice: “Llenen las tinajas de agua. Y las llenaron hasta el borde.” (Juan 2,7). Así, también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia.

Las palabras de María: “Hagan todo lo que él les mande,” nos recuerda de una parte esencial de la vida espiritual, que es escuchar atentamente al Señor. Además, ella nos enseña una confianza sin vacilaciones, otra parte esencial de la vida espiritual. Ese primer milagro de Jesús llega a ser una realidad cuando María pone su fe en su hijo y nos enseña el poder de su oración. A Caná, María empieza la jornada de fe de la Iglesia, por medio del testimonio que nos da el poder de la fe y la oración. Además, nos introduce a su nuevo papel de intercesora como nuestra Madre y la Madre de la Iglesia.

En los últimos cinco años, todos nosotros en la Arquidiócesis hemos sido testigos del poder intercesor de la Virgen Peregrina de Guadalupe. Esta imagen aquí presente con nosotros, sigue sus visitas pastorales en nuestra Arquidiócesis, trayendo esperanza y consuelo a los fieles. Muchos de ustedes han pedido que ella continúe su papel de intercesora en la misma manera que pide la intervención de su hijo en la boda de Caná.

Ella no ha visitado solamente diferentes parroquias, sino innumerables hogares, donde muchos han sentido su amor materno y su abrazo, al mirar su tierna cara… Durante su peregrinación muchos de ustedes han preparado fiestas impresionantes que han animado a sus comunidades, invitando grupos de Mariaches, danzantes, y matachines, pero, más importante, hemos participado en Celebraciones Eucarísticas y rezado muchos rosarios, ¡He oído también que han cocinado y vendido miles de tamales!

Nuestro Papa, Juan Pablo II, que en paz descanse, ha confirmado la importancia del evento de Caná, incluyéndolo en sus nuevos Misterios Luminosos del rosario.

Quisiera compartir con ustedes un testimonio, que me conmovió mucho, sobre el poder intercesor de Nuestra Señora de Guadalupe. Hay una mujer en una de nuestras parroquias locales que estaba casada por el civil, y su deseo más grande fue casarse por la Iglesia. Por mucho tiempo su esposo había declarado su oposición fuerte a la idea. Para ella, el dolor mas fuerte fue el vacío que sentía en no poder comulgar hasta que se casara por la Iglesia. Una amiga suya le dijo que necesitaba tener confianza en la Virgen de Guadalupe. Entonces, como Juan Diego hizo en 1531, ella madrugó el día 12 de diciembre 2002, para tener su encuentro con la morenita en su parroquia. En realidad la parroquia para ella fue su Tepeyac. Sin darse cuenta, el Señor estaba guiándola hacía una transformación espiritual no solo para ella, sino para su esposo y para su familia. Ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, lloró y pidió que la Morenita intercediera por ella suplicando que cambiara el corazón duro de su esposo. El próximo domingo, su esposo voluntariamente empezó a asistir a Misa con ella y sus cuatro hijos. Entre unas semanas, su esposo se acercó, diciendo que quería casarse por la Iglesia. Pronto después de su preparación matrimonial, en noviembre del 2003, once meses después de su encuentro con la Virgen, se casaron por la Iglesia. Ahora, ella y su esposo son líderes fuertes en su parroquia y escuela, y ella sirve como ministro de la Eucaristía. Mis hermanos y hermanas, créanme…..los milagros de Nuestra Señora de Guadalupe siguen.

Virgilio Elizondo, el teólogo Mexicano-Americano dice: “Juan Diego fue creado de nuevo en su encuentro con la Señora. Este encuentro fue la base de su entusiasmo, valor y fervor.” Esta enseñanza de Virgilio Elizondro se realizó en la vida de esta familia.

El primer milagro que ocurrió en Caná de Galilea debe recordarnos de ser abiertos al cambio espiritual, mientras que caminamos con el Señor. Jesús tomó algo tan ordinario como agua y lo cambió en algo extraordinario. El hace lo mismo con nosotros, pero solamente si nos abrimos completamente al Señor. Quisiera recordarles de las hermosas palabras que nuestra Iglesia reza en nuestras liturgias: “¡Que Dios, nuestro Padre Todopoderoso que ha comenzado este buen trabajo en ti, lo lleve a su termino!”

¡QUE VIVA CRISTO REY!

¡QUE VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!

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