
DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS LLENA DE ESPERANZA A FAMILIAS MIGRANTES
Por PAULINA HERRERA
En la casa de los Topete además de Pavo al horno habrá “aguachile” de camarón estilo Sonora; en el hogar de Dan y Adela, el mole poblado acompañará al plato fuerte; pero al igual que en el domicilio de Juan Carlos Velázquez o en el de Irene Muñoz, además de agregar una receta familiar a la cena tradicional de Acción de Gracias el próximo jueves 28 de noviembre, todos celebrarán esta tradición estadounidense con el sabor único de la fe y esperanza de nuestra comunidad migrante.
Cada uno de nuestros entrevistados tiene un motivo especial para celebrar este “Día del Pavo”, y aun cuando el origen de esta tradición tiene un gran significado para quienes nacieron y crecieron en este país, para Jesús Topete, Dan Abur, Juan Carlos López o Irene Muñoz, significa la oportunidad agradecer por una nueva vida en el país en donde han echado raíces viendo crecer a sus familias.
Jesús Topete: ¡Gracias por tener un hogar y libertad!
Jesús Topete era indigente cuando dormía en el atrio de la Iglesia “Dolores” en el Este de Los Ángeles en 2004. Un hombre entró tirando balazos y Jesús sintió un dolor intenso que le penetró el cuerpo.
Llevaba más de un año viviendo en las calles luego de llegar de su natal Tijuana. Estuvo en el hospital varias semanas y luego lo mandaron a la calle con una bolsa externa para suplir las funciones del intestino grueso dañado por una bala.
En 2006, casi restablecido, buscó ayuda en Los Angeles Mission, una organización que le ofreció ropa, zapatos, techo, comida y lo más importante, educación.
Aprovechó la oportunidad y meses después recibía su GED (certificado equivalente a bachillerato) y pronto consiguió un empleo que lo ayudó a rentar un hogar; conoció a Haymee, una mamá soltera originaria de Sonora con su hijo Luis Francisco.
Haymee y Jesús se casaron; Luis Francisco pasó a ser hijo legal de la pareja y en 2014, Jesús escuchó por primera vez de la VISA U, un beneficio migratorio para las personas víctimas de un ataque violento.
En 2018 el abogado Eric Price tomó su proceso que le otorgó a Topete su primer permiso de trabajo, número de seguro social y licencia de conducir, no sólo para él, sino para su esposa e hijastro.
Jesús lleva en su alma tatuado sus días de indigente en Los Ángeles. Tiene la piel curtida por el sol, la mirada vivaracha pero triste, y aun cuando se siente inmensamente feliz en un hogar lleno de amor y calidez, “no me puedo olvidar de las personas sin hogar…yo sufrí demasiado y por eso doy gracias a Dios todas las mañanas por tener un techo sobre mi cabeza. Ahora con mi estatus legal resuelto, será la primera vez que celebre el Día de Acción de Gracias con la certeza de que no tendré a la migra tocando a mi puerta”, afirma.
Juan Carlos López Velázquez: ¡Gracias por la familia!
Juan Carlos es originario de Veracruz, México. Vive en Estados Unidos desde agosto de 2004. En 2013 nació su primera hija, Camila, hoy de seis años de edad, diagnosticada con espina bífida que le impide caminar, pero mentalmente está completamente sana.
Desde que Camila nació, Juan Carlos se convirtió en su ángel guardián y la cuida como una verdadera muñeca. Ante un juez de inmigración el mayo pasado, Camila y su hermana Isabel de tres años de edad ganaron la batalla contra la deportación de su padre.
Gracias al proceso 42B que protege a los ciudadanos estadounidenses cuyos padres están en peligro de deportación y su ausencia representaría un sufrimiento extremo, Juan Carlos podrá permanecer en el país de manera legal con un permiso de trabajo en espera de que se emita un número de residencia legal con vías a la ciudadanía.
Este logro significa para Juan Carlos la libertad –dice- para viajar a cualquier parte del mundo buscando un remedio para que su hija algún día pueda caminar. Sabe que es casi imposible, pero su amor de padre dará la lucha para hacer realidad el máximo deseo de Camila.
Rosalba, la mamá de Camila e Isabella, asegura que es un gran alivio saber que su Juan Carlos está a salvo de la deportación, pues aun cuando ella es la mamá, las niñas están mucho más apegadas a él, quien las baña, las cambia, les da de comer y lleva a Camila a la escuela.
En este día de Acción de Gracias, Juan Carlos y familia tienen preparado un festejo en casa para celebrar que están más que unidos que nunca y que el pilar de la familia está completamente a salvo para cuidarlas y protegerlas.
Adela y Dan Abdu: ¡Gracias por tanto amor!
Dan Abdu era casi un niño cuando lo trajeron de Nicaragua a Estados Unidos. Era un jovencito de 21 años cuando se enlistó en el ejército y sirvió a Estados Unidos en Vietnam, por lo cual hoy en día recibe los beneficios y honores de un veterano.
Conoció a su esposa de la manera más inusual: en un autobús rumbo a Long Beach que Adela Ochoa tomaba para ir a visitar a uno de sus hijos.
Dan quedó flechado por esta abuela mexicana soltera que vivía en California desde 2010; intercambiaron teléfonos y pronto se dio una amistad que terminó en un breve noviazgo para convertirse en matrimonio. “El tiempo apremia” dice Dan, hoy de 74 años de edad.
En este Día de Acción de Gracias en el hogar de Adela y Dan reinarán todos los olores de la cocina mexicana: chiles secos, chocolate, cacahuate rostizados, pan horneado, especies de todo tipo, y sobre todo, la dulzura y alegría de la pareja que se encontró en la tercera edad.
“Nosotros somos muy afortunados porque nuestro amor es muy grande”, dice Adela de 61 años. “Nosotros sumamos el amor de nuestros hijos, nuestros nietos y tenemos una casa llena de bendiciones para celebrar este Día de Acción de Gracias más unidos que nunca”, puntualiza.
Irene Muñoz: ¡Gracias por un mejor futuro!
Mientras miles de personas ingresan sin documentos a Estados Unidos, Irene Muñoz Rentería, originaria de Guadalajara, Jalisco, logró un milagro: regresar a la tierra de sus sueños en California con visa de inmigrante para obtener su tarjeta de residencia permanente; además, vino acompañada de sus dos hijitos, Ariana de 11 años y Joaquín Padilla Muñoz de 5, quienes también llegaron con visa de inmigrante.
Lo anterior gracias a una petición realizada por sus padres naturalizados estadounidenses hace poco más de veinte años, y que finalmente la puso frente a un oficial de USCIS en un consulado americano en México en septiembre pasado.
Admite que en un momento de desesperación, estuvo tentada de venir a Estados Unidos de manera irregular. Sin embargo, Irene afirma que fue paciente y aun cuando la espera fue larga y la situación difícil en México, decidió esperar antes de exponer su vida y la de sus hijos cruzando con coyotes de manera ilegal.
La experiencia que deja este caso, asegura la abogada Mitzi Cárdenas, es que las personas con una petición pendiente en Estados Unidos pueden examinar el estatus de su caso desde cualquier parte del mundo que se encuentren.
Incluso, existe la posibilidad de que ciudadanos naturalizados en Estados Unidos puedan hacer peticiones para sus hijos, cónyuges o padres aun cuando no se encuentren en el país. La recomendación consultar con un abogado certificado en la Barra de Abogados con experiencia para saber cuáles opciones hay para inmigrar legalmente.
Sana, salva y lista para emprender una nueva vida, Irene junto a sus hijos se encuentra viviendo con sus familiares cercanos en la ciudad de North Hollywood, y agradece desde el fondo de su corazón tener la alegría de planear el futuro de sus hijos en este país.
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