<!--:es-->DÍA MUNDIAL DE LA JUVENTUD: COLONIA, ALEMANIA<!--:-->

DÍA MUNDIAL DE LA JUVENTUD: COLONIA, ALEMANIA

Una pregunta surge una y otra vez en Colonia, Alemania: ¿Cómo pudo el Papa Benedicto XVI relacionarse con un millón de jóvenes que solamente han conocido un Papa en su vida, el Papa Juan Pablo II?

Juan Pablo II ha presidido los primeros diecinueve Días Mundiales de la Juventud, que se llevaron a cabo en todo el mundo y que se han convertido en un punto de encuentro para la juventud católica de todas partes. Él fue bienvenido y saludado con gran entusiasmo porque los jóvenes sentían que él los amaba profundamente y que se preocupaba por ellos. A pesar de que parecía un abuelo para ellos, también fue aclamado como una gran celebridad. Ellos lo percibieron como una mezcla de estrella del deporte y una estrella del rock, pero a un nivel mucho más profundo. En una palabra, ellos lo amaban y sus vidas estaban conectadas con él.

El vigésimo Día Mundial de la Juventud en Colonia, fue la oportunidad para la Iglesia del Papa alemán, de aplicar sus talentos para conectarse con los jóvenes. ¿Cómo lo hizo? Yo diría que él llevó su nuevo papel espléndidamente. Aún más, nuestra juventud católica hizo la transición de su Papa, héroe del pueblo, a nuestro nuevo Papa, muy bien.

Fue fascinante escuchar a los jóvenes explicar al Papa sus propios sentimientos. Aquéllos que han estado en anteriores Días Mundiales de la Juventud, dijeron claramente que ellos amaban y apreciaban a Juan Pablo II, este fue el Papa y su papel como nuestro Pastor Jefe lo que los atrajo más a ellos. Ellos estaban claramente listos para cambiar su entusiasta respuesta al Papa Benedicto. Mientras que en los anteriores Días Mundiales de la Juventud ellos cantaban “Juan Pablo II, nosotros te amamos”, esta vez había un nuevo canto para un nuevo Papa: “¡Benedicto, nosotros te amamos!”. Nuestro nuevo Papa ha entrado en los corazones de nuestros jóvenes y ellos han partido de Colonia con un nuevo entusiasmo por un nuevo sucesor de Pedro.

La reunión de un millón de jóvenes católicos para la Misa de clausura el domingo pasado, fue un signo dramático y positivo para el mundo entero: la Iglesia Católica tiene la capacidad de reunir a tantos jóvenes para orar, aprender y compartir su fe. Ningún concierto de rock, ninguna celebridad y ningún líder político pudo hacer lo que el Papa hizo: convocar y conectar con un millón de jóvenes entusiastas. Y lo hizo en Europa, donde muchos habían supuesto que estaba perdida para el cristianismo.

¿Cómo pudo ser esto? Mientras que los jóvenes se mueven entre las atracciones de un mundo secular, también se dan cuenta de que ninguno de ellos tiene ningún poder permanente. Ustedes solamente pueden jugar tantos juegos electrónicos, escuchar tanta música y tratar de mantener el estilo de vida con sus compañeros por un tiempo, pero nada de esto les satisface.

Pero Jesucristo, los valores del Evangelio y el testimonio cristiano son profundos y duraderos. Y cuando se les presenta la oportunidad de tomar un camino nuevo y estrecho, los jóvenes están deseosos de responder al desafío. Su idealismo y su anhelo de amor y aceptación, solamente se realizan plenamente en Dios. Una vez que ellos experimentan esto, ustedes no pueden sacar esto de ellos.

Nuestros jóvenes católicos están volviendo a países en todo el mundo, con una nueva conciencia de Jesús en su vida, la convicción de que Dios los ama verdaderamente, y un celo maravilloso de compartir estas nuevas noticias con otros, especialmente con sus compañeros. Ellos serán nuestros mejores evangelizadores cuando lleguen a casa.

Para todos, la centralidad de la Eucaristía fue muy evidente. A través de su peregrinaje a Colonia, los jóvenes compartieron en la celebración de la Misa cada día, sus vidas alimentadas a través de esta extraordinaria participación en el gran regalo que es Jesús para nosotros en el sacrificio de la Misa. Cada uno de los tres Días Catequéticos concluyeron con una Misa especial con un particular énfasis: el Espíritu Santo, la Eucaristía y el Sagrado Corazón de Jesús.

El sacramento de la Reconciliación estuvo disponible para nuestros jóvenes cada día, y ellos pronto tomaron ventaja de esas gracias. Varios me comentaron que ir a la confesión durante su peregrinaje, fue una gracia adicional mediante la cual el amor de Dios y su misericordia se desbordaron sobre ellos.

Yo estuve muy orgulloso de los jóvenes de Los Angeles y de sus chaperones adultos, que fueron en peregrinaje a Colonia. Fue un tiempo de gran renovación y entusiasmo para cada uno de ellos, y aunque volvieron a casa exhaustos de todas sus increíbles experiencias, también regresaron con un profundo compromiso con Cristo, la Iglesia y sus vidas de fe. Todos nosotros hemos sido transformados por esos días y esas experiencias.

Cuatro de nuestros jóvenes de Los Angeles me ayudaron en los Días Catequéticos de los cuales fuimos responsables: Cynthia Enríquez y Andrew López (de la parroquia de San José, La Puente) dieron sus testimonios sobre el día dedicado a la Eucaristía, y Michelle Tarronas y Santiago Almaguer Delgado (de la parroquia de Santa Martha, Valinda), fueron los presentadores en el día enfocado a ser testigos de fe y culto en el mundo. Los cuatro fueron ejemplos extraordinarios para muchos jóvenes de lengua inglesa de muchos países.

Nuestros sacerdotes y Hermanas, padres y ministros de juventud, y otros que vinieron en el viaje, fueron ejemplos espléndidos para nuestros jóvenes y fue ahí, a través de la larga jornada para guiar a nuestros jóvenes a Cristo. Yo estuve gratamente impresionado de los muchos sacrificios que ellos hicieron para ayudar a desarrollar las vidas de nuestros jóvenes.

Espero que en el otoño podamos reunir en nuestra catedral a todos los jóvenes de la Arquidiócesis de Los Angeles que viajaron a Colonia para una Misa de Acción de Gracias. Este será un tiempo para revivir las gracias de esos días llenos de gracia, y para renovar nuestra resolución de llegar a todos nuestros jóvenes con una viva invitación de seguir a Jesucristo más plenamente en sus vidas.

También podemos comenzar el proceso mientras el Día Mundial de la Juventud XXI, en Sydney, Australia, toma forma para principios de julio de 2008.

Todos en nuestra Arquidiócesis debemos estar muy orgullosos de los maravillosos hombres y mujeres que hicieron este viaje, y debemos dar gracias a Dios por volver a nosotros como discípulos renovados de Jesucristo. VN

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