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‘UN ITINERARIO LLENO DE LAS SORPRESAS DE DIOS’

(El Cardenal Rogelio Mahony celebra una misa especial por sus años de sacerdocio, sus 30 años de Arzobispo, 40 años de Obispo, 25 de Cardenal y sus 80 años de vida. El Día de Todos los Santos de este 2015, el Cardenal celebró Misa en para conmemorar los años que ha vivido como sacerdote, obispo y cardenal. Fotografía de Victor Alemán).

El Cardenal Rogelio Mahony reflexiona sobre los giros inesperados de su ministerio

Por J.D. LONG-GARCÍA

El Cardenal Rogelio Mahony ha sido obispo durante 40 años y cardenal por 25. Ahora que su cumpleaños número 80 tendrá lugar en pocos meses, él compartió con The Tidings –nuestro otro periódico de la Arquidiócesis angelina- sus pensamientos sobre las muchas sorpresas que le ha dado la vida.

El religioso se apresuró a evitar preguntas acerca de sus logros profesionales. En sus respuestas señaló constantemente a la providencia de Dios; no a sus propios méritos.

“Una cosa lleva a la otra y, cuando uno mira hacia atrás, ve la mano de Dios en todo”, dijo. “Así que a menudo pienso en una expresión que los Santos usan frecuentemente: ‘Dios escribe derecho en renglones torcidos’”. Y es verdad. Ésa es la forma en la que el Señor actúa”.

El Cardenal creció en la ciudad de North Hollywood, en donde su padre tenía una planta de procesamiento de aves de corral. Algunos de sus empleados eran hispanos, por lo que él aprendió el idioma.

Detrás de la granja había un rancho con varios acres de naranjos, árboles frutales y maíz. Los inmigrantes latinos se hacían cargo del rancho. A él y a su hermano gemelo les encantaba el lugar.

“Lo que los trabajadores hacían para el almuerzo era recoger el maíz justo de los tallos y traerlo y prepararlo en una salsa de barbacoa, añadiéndole mantequilla y sal, y lo compartían con nosotros. Casi no podíamos esperar a que ya fuera el verano”, dijo.

Cuando el Cardenal estaba en octavo grado, y gracias en gran parte a las Hermanas de la Santísima Virgen María, le resultó bastante claro que tenía vocación para el sacerdocio. De modo que asistió a una escuela secundaria que preparaba a los jóvenes para el seminario. En el Seminario de San Juan, se enteró por primera vez del trato injusto hacia los campesinos. Los sacerdotes del seminario acostumbraban ir y celebrar Misa para estos trabajadores.

“Ellos no tenían absolutamente ningún derecho”, dijo. “Al final de la semana recibían su cheque de pago, pero se les daba también lo que llamaríamos hoy un ‘recibo’ en el que se les cobraba por todo: por la renta de un catre, por el alquiler de una toalla, por el alquiler de un plato y de cubiertos. Se les iban deduciendo todas estas cosas”.

El Cardenal nunca se olvidó de esto.

Fue ordenado sacerdote para la Diócesis de Fresno en 1962, durante la mitad del Concilio Vaticano II. Pero su educación no había terminado. Se le pidió que se inscribiera en un programa de postgrado en trabajo social, en la Universidad Católica de América.

“¿¡Qué!? Yo estuve estudiando 20 años para ser sacerdote e ir a trabajar en una parroquia con la gente. La última cosa que quería hacer era ir a la escuela nuevamente”. Y agregó: “Pero las sorpresas de Dios siempre son cosas con las que uno no puede contar porque no captamos la visión de conjunto. De manera que volví y obtuve mi maestría en trabajo social y luego regresé y me pusieron a cargo de Caridades Católicas”.

Un año más tarde, César Chávez empezó a organizar a los trabajadores campesinos en Delano. El Obispo de Fresno, Hugh A. Donohoe, le pidió al entonces Padre Mahony que participara en esto.

“Si yo no hubiera tenido esos dos años de educación y experiencia, habría estado en mayor desventaja de lo que estaba”, dijo el Cardenal. “¿Cómo unir a los patrones y a los trabajadores? Lo que hacía las cosas más difíciles era que tanto los patrones como los trabajadores eran católicos. Así que ambos decían: ‘La Iglesia tiene que estar de nuestro lado’”.

La habilidad del Cardenal se manifestaba en no tomar partido, sino más bien en tratar de propiciar un acuerdo: salarios justos y beneficios para los campesinos y ganancias para los patrones.

“Fueron años agotadores”, dijo, señalando los resultados mixtos que se obtuvieron.

En las décadas de 1960 y 1970, el Cardenal Mahony formó parte de las negociaciones de los trabajadores campesinos y asistió a las reuniones de obispos en California y Arizona, aunque también viajó a Texas y Florida.

Otra sorpresa que le aguardaba en 1975 fue la de ser nombrado Obispo Auxiliar de Fresno, bajo las órdenes del Obispo Donohoe. “Ocurrió totalmente de la nada”, dijo.

Providencialmente, el Cardenal fue ordenado obispo el 19 de mayo, en la fiesta de San José, su Santo Patrono personal. Y había sido ordenado sacerdote el 1 de mayo, en la fiesta de San José Obrero.

Un par de meses más tarde recibió una llamada de la oficina del Gobernador Jerry Brown.

“Así que fui hasta allí y [Gobernador Brown] me dijo: ‘Estoy tratando de organizar el ‘Equipo de Relaciones de Trabajo para la Agricultura de California’ y quiero que usted forme parte de él y sea su primer presidente”. Le dije: ‘Seguro lo dice en broma. Mire, yo fui ordenado obispo hace apenas un par de meses y no creo que la Santa Sede vaya a dejarme hacer esto’”.

“Para abreviar el cuento les diré que una semana más tarde, la Santa Sede dijo que sí podría hacerlo”, y agregó: “‘La Iglesia ha estado defendiendo durante años los derechos de los campesinos y ésta es la oportunidad de ser parte de la solución’, me dijeron”.

El Cardenal Mahony, que con el tiempo propiciaría un cambio importante en los derechos laborales, había sido designado para ayudar al Obispo Donohoe a atender una diócesis que abarca una enorme región geográfica. Pero resultó que no podría hacer eso debido a los deberes que lo reclamaban en Sacramento.

“Por eso le llamó a esto un itinerario lleno de las sorpresas de Dios”, comentó, “porque cada vez que me doy cuenta, hay algo que me hace decir: ‘¿¡Qué!? ¿De dónde vino eso?’”.

Cinco años más tarde, Dios le reveló otra sorpresa más.

“Nunca, ni en mis más extraños sueños, se me hubiera ocurrido que yo llegaría a ser el Obispo de la ciudad de Stockton”, dijo. “Pero fue una vida maravillosa. El Valle de San Joaquín y el Valle de San Fernando son una gran área dedicada a la agricultura, muy similares entre sí”.

En abril de 1980, el Cardenal se convirtió en Obispo de Stockton, una de las diócesis más pequeñas de Estados Unidos. Y le encantó. Es una tierra que floreció durante la fiebre del oro, y en la cual los mineros construyeron pequeñas iglesias que todavía atienden a pequeños poblados.

Un día estaba en su cabaña, en las Sierras Altas de California, cuando su vicario general le dijo que el nuncio apostólico -el Arzobispo Pio Langi- estaba tratando de ponerse en contacto con él.

“Así que yo lo llamé y él me dijo: ‘Bien, pues le diré que el Santo Padre lo nombra para otra diócesis”, y en un principio él no mencionó en dónde se encontraba esta diócesis. Luego, y ya empezó a hablar acerca de ella, ‘hay toda una serie de situaciones ahí; hay muchos católicos de habla hispana en ese lugar, muchas cosas que requieren atención…’”.

“Y siguió y siguió hablando. Y yo le dije, ‘Arzobispo, aprecio que me diga todo esto, pero ¿dónde es? ¿De qué diócesis se trata?’ Y él me contestó, ‘Ah, es cierto, no se lo he dicho aún. Se trata de Los Ángeles’”.

“‘¿Los Ángeles?, le dije, ¡tiene que estar bromeando! ‘Esa es la arquidiócesis más grande de Estados Unidos. Y yo estoy en la diócesis más pequeña de Estados Unidos. Ha de ser un error. No puede estar mandándome a Los Ángeles’.

“‘No, es correcto, eso es lo que el Papa Juan Pablo II ha decidido. Ahí es adónde usted va a ir’. “Yo pensé: ‘No puedo creerlo’”.

Al Cardenal le pareció inesperado recibir esta noticia justo cuando estaba en su cabaña. Había estado realizando pequeñas reparaciones ahí y nadie lo estaba visitando en esos momentos.

“Eso me proporcionó una gran cantidad de tiempo, que fue excelente para dar largos paseos entre los pinos, para orar y reflexionar verdaderamente y para simplemente decir: ‘Señor, has de estar bromeando’”, dijo el Cardenal. “¿Cómo puede haber mayor sorpresa que ésta?”.

En 1986, el Cardenal Mahony dividió la Arquidiócesis en cinco regiones pastorales: Nuestra Señora de los Ángeles, San Fernando, San Gabriel, San Pedro y Santa Bárbara. En 1991, San Juan Pablo II lo elevó a Cardenal, el tercero en la historia de la Arquidiócesis.

En 1995, anunció planes para construir la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, que reemplazaría a la de Santa Vibiana, dañada por el terremoto con epicentro en la ciudad de Northridge en 1994.

El Día de Todos los Santos de este 2015, el Cardenal celebró Misa en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles para conmemorar los años que ha vivido como sacerdote, obispo y cardenal. Al mismo tiempo que se describe a sí mismo como un “siervo inútil”, confesó que se ha hecho a sí mismo preguntas del tipo de “¿qué pasaría si…?”.

“¿Qué pasaría si yo me hubiera atrevido a tomar más riesgos con el fin de llegar a ser un mejor instrumento de la paz y la justicia de Dios?”, dijo con respecto a su trabajo en favor de los trabajadores campesinos.

Habló sobre el “flagelo de la mala conducta sexual del clero hacia los menores”, llamándolo un “mal impensable” que surgió de una “turbia oscuridad”.

“Me quedé anonadado al saber que cualquier sacerdote podía dañar a los niños y a los jóvenes de esta terrible manera”, dijo.

Si bien reconoció fallos, también puso de manifiesto el ejemplo de los Santos representados en los tapices de la Catedral, de 125 hombres y mujeres “que vivieron a fondo su condición de discípulos de Jesús, de manera heroica”.

El Cardenal participó en el cónclave de 2004, que eligió al Papa Benedicto XVI y en el de 2013, que eligió al Papa Francisco. Aquí, también se encontró con lo inesperado.

“Lo que no me esperaba era la verdaderamente poderosa presencia del Espíritu Santo”, dijo sobre el cónclave que eligió al Papa Benedicto. “No tenía idea de lo fuerte que iba a ser. Era algo palpable”.

Los medios de comunicación, dijo el Cardenal, simplemente no saben cómo cubrir algo como un cónclave papal.

“Su único marco de referencia son las elecciones políticas y legislativas. No pueden imaginarse que ahí no existen todas esas tonterías porque no tienen en cuenta la acción del Espíritu Santo”, dijo.

La sorpresa del segundo cónclave, que tuvo, según el Cardenal la misma presencia palpable del Espíritu Santo, fue el movimiento hacia el hemisferio Sur y América Latina.

“Además, ¡un jesuita! Pero era obvio que el Espíritu Santo nos estaba guiando”, dijo.

Reflexionando acerca de su tiempo en la Arquidiócesis, el Cardenal dijo que ésta ha sido bendecida con “sacerdotes maravillosos”, y alabó a sus predecesores. Dijo que la Arquidiócesis de Los Ángeles tiene una rica historia que los católicos pueden conocer a través de los muchos libros de Monseñor Francis J. Weber, el archivero emérito de la Arquidiócesis.

Los escritos de Monseñor Weber, dijo, revelan “una fascinante historia, y permiten mirar hacia atrás en el plan de Dios y ver cómo se desarrollan las cosas. Todos los primeros Obispos fueron hispanos. No fue sino hasta el Obispo [Thomas J.] Connolly, en 1903, que cambiamos a tener principalmente obispos irlandeses”.

Desde su tiempo en Fresno, el Cardenal ha creído en el liderazgo de las minorías. Antes de convertirse en obispo de Fresno, el Obispo Armando X. Ochoa fue nombrado obispo auxiliar de Los Ángeles en 1987. En 2003, el Obispo Oscar A. Solís fue uno de los tres primeros obispos asiáticos de Estados Unidos. Todos ellos fueron nombrados para las diócesis de California.

“Yo estaba muy deseoso de que volviéramos a tener un arzobispo hispano”, dijo respecto a su retiro como Arzobispo de Los Ángeles. “Así que se me hizo excelente que el Arzobispo José H. Gomez fuera designado coadjutor en 2010”.

Actualmente, el Cardenal celebra Misa en una iglesia diferente cada domingo. Y, aunque los párrocos quieren que se una a ellos para tomar una taza de café, el Cardenal prefiere estar con la gente.

“Les digo: ‘No, no’. Todos ellos tienen grupos de personas que venden donas y en los lugares en donde hay mexicanos y salvadoreños, hay gente que vende café y pasteles, ‘¡No! ¡No voy a la rectoría’”, dice.

“Voy a tomar una taza de café con nuestra gente”, agrega. “Siempre voy a la cocina a hablar con las cocineras. Siempre salgo de mi camino para hablar con los jardineros”.

El Cardenal Mahony sigue conectado con los trabajadores como lo hizo cuando era niño en la granja de aves de corral de su padre, en North Hollywood.

Y todavía sigue disfrutando de la cocina hispana. VN

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