VIGILIA DE ORACIÓN

VIGILIA DE ORACIÓN

Por Monseñor José H. Gomez

Arzobispo de Los Ángeles

Iglesia San Pascual Baylon Thousand Oaks, California

8 de noviembre, 2018

Mis queridos hermanos y hermanas,

Éste ha sido un bello servicio.

Casi estoy sin palabras.

Estoy conmovido y agradecido por esta oportunidad de orar con ustedes.

Esta noche traigo conmigo las oraciones de toda la familia de Dios aquí en la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Todos estamos muy tristes de cara a una violencia sin sentido.

Abrimos nuestros corazones a las familias y amistades de aquellos que fueron asesinados y hacemos todo lo posible por compartir su dolor con ellos.

El dolor por el que ellos están pasando nunca realmente lo podremos conocer.

Lo que ellos han perdido no se los podemos regresar.

Pero podemos caminar con ellos.

Podemos ayudarles a encontrar la sanación y la esperanza.

Podemos ayudarles a descubrir el amor de Jesús, aun en este momento oscuro.

Jesús nunca nos pidió que lleváramos nuestras cargas solos.

Donde sea que caminemos, Jesús va con nosotros, hasta en los valles oscuros del dolor, del sufrimiento y de la duda.

Y él llora con nosotros, así como lloró por Lázaro en los Evangelios.

Dios no quiere que ninguno de sus hijos sufra la maldad.

Por qué ocurren estas tragedias nunca lo sabremos en este lado de la eternidad.

Pero lo que sí sabemos es que el amor de Dios para cada uno de nosotros es más fuerte que cualquier maldad, es aún más fuerte que la muerte.

Jesús está con nosotros ahora mismo en nuestra tristeza.

Tomemos su mano esta noche y dejémonos guiar por él.

Él convertirá nuestro luto en gozo.

Él limpiará cada lágrima de nuestros ojos.

Él remplazará el dolor por alegría.

De manera que esta noche pidamos a nuestro Señor por la fe y la fuerza para apoyar a nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo.

Honremos la memoria de aquellos que han caído viviendo nuestras vidas con gran intensidad y propósito y compartiendo más amor entre nosotros.

Que nuestro Señor, en su misericordia, reciba las almas de aquellos que han muerto, y que él dé consuelo a aquellos de nosotros que estamos a salvo.

Oramos por la paz en nuestras comunidades y por la paz en los corazones de todos aquellos que tienen problemas y están perturbados.

Y que nuestra Santa Madre María, que conoce el dolor de perder a su único Hijo, nos ayude a encontrar la luz en esta oscuridad y nos dé una nueva vida a partir de la muerte.

Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, y les dé paz. VN

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