UNA LATINA QUE HA GANADO CINCO BATALLAS CONTRA EL CÁNCER MANTIENE SU LUCHA

Rosa García-Viteri de Los Ángeles es una de las tres mujeres que este año serán presentadas como ejemplos por su lucha para combatir el cáncer por la fundación Susan G. Komen Race for the Cure.

Cuando a sus 32 años, García-Viteri supo que tenía cáncer comenzó una lucha que ha tenido que librar cinco veces en 24 años.

“Ese primer tratamiento duró un año en el que una vez a la semana yo iba para que me inyectarán mi droga de quimioterapia y luego me iba a trabajar”, dijo Rosa en entrevista.

En ese tiempo, era gerente del departamento a cargo del registro electoral y de la realización de las elecciones del condado de Los Ángeles.

También comenzaba su relación con Roberto Viteri, con el que lleva ya 22 años de matrimonio.

“Yo no sabía si iba a poder aceptar tenerla para perderla luego. Sin embargo, decidí que era mejor tenerla y perderla después que no tenerla nunca”, comentó Roberto, que decidió formalizar su relación con Rosa, para casarse con ella dos años después de ganada la primera batalla, que la pareja creía que sería la única.

Pero la felicidad no duró demasiado.

“Estábamos tranquilos saliendo adelante con la vida”, recordó Roberto. “En octubre de 1990 vino la sorpresa”, complementó Rosa. “Fue un shock porque ninguno de los médicos me había advertido que podía regresar”.

Y regresó en la misma cicatriz de la mastectomía de la primera vez. “Fue más duro para mí la segunda vez -continúa Rosa- porque la primera vez que no sabía cómo era. Pero la segunda, que ya sabía cómo sería el tratamiento y todo lo que me esperaba”.

Pero su frustración se convirtió en un motivo de lucha cuando el médico que se encargaba de su quimioterapia le dijo: “lo que tienes que hacer es darte cuenta que se te está dando una segunda oportunidad de vivir”.

Y a la segunda oportunidad siguió una tercera y una cuarta por la reaparición del cáncer. Una vez ganadas los dos primeras encuentros -“las dos veces en el mismo sitio”- la tercera vez atacó al pulmón, específicamente en la pleura.

“Nunca me han dicho que voy a perder la lucha y yo creo que mi situación -ahora cuando sigo recibiendo quimioterapia- es grave, pero mantengo una actitud positiva”, asegura la portavoz de “Guerreras de Rosado”, la campaña de prevención de cáncer de la Fundación Ford. “Nada se gana si uno ve las cosas sólo con un enfoque negativo”.

“Nosotros decimos que al cáncer le tomó 10 años viajar una distancia muy corta”, comenta Roberto al señalar aproximadamente una pulgada con sus dedos, cuando explica la tercera aparición de la enfermedad en septiembre de 2000.

Luego de cuatro meses de tratamiento el cáncer “se esfumó” para presentarse -nuevamente en el pulmón- en julio de 2002, cuando Rosa tenía 50 años. Un tratamiento de terapia hormonal durante aproximadamente un año llevó a esta Guerrera de Rosado a su cuarta victoria.

En el año 2006, la enfermedad se presentó nuevamente “en el pulmón y en la espina dorsal”, una batalla que todavía no termina.

“No crece pero tampoco desaparece. Está allí, sentado, tomando una copa de vino y pensando ‘¿cómo puedo hacer más daño?’ “, explica Rosa con ese sentido del humor con que ha sabido encarar todos estos años de dificultad.

“No sólo es que hay mejores medicinas cada año sino que la gente entiende que tan pronto notan algo anormal en su organismo deben ir donde el médico”, afirmó Rosa, quien destacó la importancia de la detección temprana, campaña apoyada igualmente por la Fundación Susan G. Komen, donde ella es directora de Educación.

Sin embargo, no sucedió así en el caso de su hermana que murió hace seis de años de cáncer en el colon. “Ella se sentía mal pero tenía miedo de enfrentar la verdad. Y para mis padres fue muy duro saber que yo era la que sostenía esta lucha permanente y ella perdió la batalla en el primer encuentro”.

“Nuestra gente latina tiene que entender que es mejor saber si uno está enfermo -o no- y hacer todo lo posible para salvarse, que esperar a saberlo cuando ya es demasiado tarde”, agregó.

“Seguiré luchando porque no me gusta perder”, explicó Rosa con una sonrisa mientras señala la camiseta que tiene el símbolo de las Guerreras de Rosado: dos rostros de mujer -uno frente al otro- en una actitud de lucha y dando a entender que no están solas. VN

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