<!--:es-->UN EDIFICIO CON VIDA PROPIA.-
El arquitecto de la nueva Catedral siente la melancolía de decir adiós a su proyecto terminado.<!--:-->

UN EDIFICIO CON VIDA PROPIA.- El arquitecto de la nueva Catedral siente la melancolía de decir adiós a su proyecto terminado.

Cuando el Cardenal Rogelio Mahony tomó la palabra en una conferencia de prensa para presentar al arquitecto de la recién inaugurada nueva Catedral de Nuestra Señora de los Angeles, el español José Rafael Moneo, expresó la admiración y asombro que seguramente embargaba a mucha gente: “Pensar que la visión de este edificio tuvo que estar completamente realizada en su cabeza antes de siquiera empezar a dibujar los planos arquitectónicos , es realmente increíble”.

Y los millares de personas que asistieron a la histórica fiesta inaugural del 2 de septiembre, así como los millones de almas que desfilarán por sus puertas desde ahora y por los siglos venideros, compartirán sin duda ese sentimiento.

En la siguiente conversación con VIDA NUEVA, José Rafael Moneo habló de la tristeza que le produce “abandonar el contacto con una ciudad que, durante estos seis años ha sido un término de referencia en mi vida”. Pero reconoció también su ansiedad por ver finalizadas las festividades para ver a su edificio tomar vida propia y que “esta plaza, las capillas, puedan ser dominadas y puedan sentirlas como suyas la gente de esta ciudad”.

END INTRO

Acompañado de representantes de la firma constructora Morley y de la firma de arquitectos ejecutivos de Leo A Daly -responsables de levantar piedra a piedra la nueva Catedral de Nuestra Señora de los Angeles-, José Rafael Moneo, el arquitecto español elegido por el Cardenal Rogelio Mahony para concebir este espectacular edificio de 3 mil asientos, discutió el 30 de agosto frente a la prensa la filosofía de su diseño.

La obra estimada en $193 millones incluye la Catedral de 122 mil pies cuadrados, una plaza de dos acres y medio, un campanario de 156 pies de alto, tres fuentes de agua, un verdadero tesoro de obras de arte, y hasta un estacionamiento subterráneo para 600 automóviles.

Más allá de estos datos estadísticos propios de un trabajo de arquitectura, la pregunta que le hicieron muchos a José Rafael Moneo fue acerca de la investigación que le permitió lograr el aspecto espiritual tan importante en la construcción de una catedral.

“Bueno -contestó Moneo-, yo creo que una catedral no puede ignorar lo que han sido las experiencias de otros espacios sagrados. Y a la hora de pensar en la Catedral de Los Angeles, yo tenía muy presentes los momentos en que uno ha sentido en determinadas arquitecturas esa necesidad y esa urgencia de hacerse las preguntas últimas que hombres y mujeres se hacen. Y eso me parece que alguna vez me había ocurrido con la arquitectura de las iglesias bizantinas, me había ocurrido con algunas iglesias románicas, o en algunas catedrales góticas. Sin querer, muchos de esos elementos, me parece que están presentes en esta catedral, en la que en el fondo a mí me gustaría que las gentes que vienen al ‘downtown’ de Los Angeles fuesen capaces de encontrar ese lugar en que se sintieran ellos mismos. Y para aquéllos que son creyentes, que son católicos, que encontrasen en esos rituales compartidos, esa respuesta que como digo está abierta a todos y, dada una determinada función, con las creencias de la religión a la cual esta catedral está dedicada y sirve, que es la religión católica”.

La nueva Catedral de Nuestra Señora de los Angeles ha sido elogiada por expertos en arquitectura por su diseño austero y místico que evoca el recuerdo de las antiguas misiones de California. Pero su belleza y dimensiones reflejan simbólicamene el cambio de una sociedad angelina extremadamente individualista, a una que busca desesperadamente su identidad comunitaria. Según los expertos, el poder del diseño de Moneo radica en su intemporalidad. Pocas estructuras en el mundo logran evocar el recorrido por la larga historia de la arquitectura, desde la antigüedad al modernismo clásico, con tanta claridad.

Pero además, la belleza de su interior promueve en el visitante la sensación de transitar un viaje espiritual a medida que recorre sus espacios.

“Es que no es posible, yo no entiendo la arquitectura sin responder a lo que son las urgencias culturales que uno tiene -aclaró Moneo-. En ese sentido, esta catedral seguro que recoge muchos de los problemas que todos los arquitectos tenemos hoy. Pero también el contenido y el propósito que la catedral tiene la obliga a tener esos contactos con la arquitectura del pasado y con las experiencias de lo que son los espacios sagrados de hoy, que como decía antes, a mí me gustaría que estuvieran presentes en la catedral, y que ayudasen a la gente a buscar y encontrar esos momentos de aislamiento en que la gente entiende que les facilita realizar sus preguntas y a compartir las respuestas dentro de los rituales de una determinada fe. Yo espero que sea hermoso venir a misa, a un servicio religioso en esta catedral, tanto como aquella persona que en un momento se sienta sola y quiera encontrarse a solas con aquellas preguntas últimas y más profundas, crea que éste es el lugar en que pueda hacerlo”.

La pregunta repetida una y otra vez por los periodistas que se enfrentan deslumbrados a un visionario como José Rafael Moneo es la siguiente: ¿Que es lo que le hace sentir ver que tras tantos años de dedicación, su proyecto es ya una realidad y que tantas generaciones van a disfrutarla?

“Como lo he dicho en muchas ocasiones en mi vida profesional -respondió el arquitecto español-, al acabar un trabajo hay un sentimiento agridulce; por un lado, uno se da cuenta de los muchos problemas y de las muchas dificultades que obras como éstas han tenido, y se siente satisfecho de haber llegado al final. Pero también hay tristeza al abandonar el contacto con una ciudad que, durante estos seis años, ha sido un término de referencia en mi vida. Y también hay en estos momentos interés en ver cómo el edificio es hecho suyo por parte de los angelinos. Tengo ganas de que, tras estas festividades, la catedral , esta plaza, las capillas, puedan ser dominadas y puedan sentirlas como suyas la gente de esta ciudad. Y por esto realmente me apetece que estos días se vayan pronto para poder ver al edificio, como decía antes, ya con su vida propia”.

Usted ha tenido una carrera prestigiosa, ha hecho muchísimas obras, pero considera que este proyecto ha sido un desafío especial por ser una catedral?, le preguntaron al arquitecto.

“Sin ninguna duda -finaliza diciendo José Rafael Moneo-. Es más fácil responder a una pregunta que tiene más claro el contenido programático, digamos un museo, digamos un auditorio, que enfrentarse a este problema de un edificio que debe recoger el contenido simbólico de la arquitectura religiosa y que, al mismo tiempo, debe ayudar a las gentes a entroncarse con lo que ellos piensan que es lo sagrado y lo que es el encuentro con Dios. Esto en un momento en que la sociedad es mucho menos homogénea y que la cultura está mucho menos compartida, ver que de repente en las manos de un individuo se pone la obligación de dar una respuesta, me ha hecho sentir y ver este proyecto como un proyecto más difícil en términos ideológicos que la mayor parte de los que he tenido hasta ahora”.

Frente al sueño hecho finalmente realidad, el lunes 2 de septiembre de 2002, durante la ceremonia de inauguración del nuevo edificio, el Cardenal Rogelio Mahony expresó emocionado a la multitud presente en este momento histórico: “Amigos, bienvenidos sean a esta nueva Catedral de ustedes y de su ciudad”.

El Papa Juan Pablo II mandó, por su parte, un mensaje de esperanza de “que esta catedral sea siempre un símbolo elocuente de comunión y fraternidad, de respeto mutuo y entendimiento”.VN

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