UN CIRCO DONDE DIOS DICE ¡PRESENTE!

UN CIRCO DONDE DIOS DICE ¡PRESENTE!

La labor de dos religiosas y un sacerdote convierten al Circo Vargas en una parroquia

(Imagen – Las Hermanas Dorothy Fabritze (derecha) y Mary Seibert (a su lado) conviven con las familias del circo. Su manera de evangelizar es ofreciéndoles consejería, y preparación para recibir los Santos Sacramentos. Fotografía de © victor alemán.)

Por R. W. DELLINGER

La Hermana Dorothy Fabritze abrió las cortinas y entró al escenario circular de la gran carpa azul del Circo Vargas instalado en Burbank. A la religiosa de 68 años de edad la seguían seis candidatos para realizar la Primera Comunión, cuatro para la Confirmación, y una pequeña que iba a bautizarse, todos acompañados de familiares y padrinos. La religiosa los preparó para ese acontecimiento durante nueve semanas.

Más de cuarenta miembros del circo aguardaban sentados, justo debajo del trapecio, y siguieron al grupo con la mirada, mientras éste se iba acomodando en el centro.

En un altar improvisado con seis velas encendidas se situó el Padre George “Jerry” Hogan, un nativo de Boston nombrado por los Obispos de Estados Unidos como uno de los dos sacerdotes de circo más activos. Durante su homilía, antes de administrar los Sacramentos de Iniciación, dijo: “¡Este es un gran día para el Circo Vargas! La Iglesia ha llegado a vosotros”.

Ese día el sacerdote realizó tres servicios para los nuevos miembros de la Iglesia, en un ambiente que le resulta muy familiar.

Con la ayuda de las Hermanas Dorothy, -quien fue maestra de primaria y misionera durante 16 años en Papua Nueva Guinea- y de su asistente, la Hermana Mary Seibert, de 84 años, quien sirvió en Oceanía durante 43 años, la gran carpa del circo Vargas se transformó temporalmente en una parroquia.

‘HICIERON MUCHO POR LA VIDA DE NUESTROS HIJOS’

La Iglesia Católica llegó al Circo Vargas por primera vez en 2005 cuando lo compraron los ex trapecistas Nelson Quiroga – cuarta generación de trapecistas originarios de Argentina- y su esposa Katya – séptima generación de cirqueros en Holanda e Italia.

Las tres hijas del matrimonio se hallaban en el grupo que participó en la Liturgia: Graciela (8 años) recibió su Primera Comunión, Daniella (13) fue confirmada y Mariella (18) fue la madrina y patrocinadora.

“Las niñas realmente sintieron que esto es algo importante para entender de qué se trata Dios y la Iglesia. Se ha marcado una diferencia en la forma en que perciben al mundo”, dijo Katya, alabando la labor que realizaron las religiosas. “Traer a Dios al circo da paz y reúne a las familias”.

“Ellas [las monjas] nos hacen sentir muy especiales, porque pasan tiempo con nosotros y preparan a los hijos para algo tan importante. Es muy difícil para nosotros que estamos mudándonos todo el tiempo, tener una oportunidad así”, agregó Nelson.

Como es típico en un circo, el personal del Vargas está viajando todas las semanas. “Algunos días no tenemos electricidad. Algunos días no tenemos agua. Y eso es parte del estilo de vida que vivimos”, dijo el ex artista del trapecio, acotando que las religiosas se han adaptado perfectamente a esta situación.

El matrimonio Quiroga expresó que cuando las monjas finalicen con ellos su labor religiosa, las van a “extrañar enormemente”. “Hicieron mucho por la vida de nuestros hijos”.

‘ESTOY ACOSTUMBRADA A VIAJAR’

El sacerdote George “Jerry” Hogan, capellán de circos a nivel nacional, dirige el Ministerio del Circo. Él y la Hermana Dorothy llevan a cabo jornadas misioneras en las Diócesis de Estados Unidos, incluyendo Los Ángeles. También están desarrollando un proyecto de jubilación y bienes raíces para apoyar a las familias de cirqueros. Con estos espectáculos recaudan dinero para el ministerio; además la religiosa se encarga de tramitar pedidos de subvención de fondos.

El sacerdote recuerda cuando la Hermana Dorothy lo llamó hace 18 años, después que había leído un folleto que hablaba del Ministerio del Circo. Ella estaba en Texas recaudando dinero para las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, y le manifestó su interés en colaborarle. Cuando él le mencionó lo que es vivir yendo de un lado a otro, ella simplemente le respondió: “Estoy acostumbrada a viajar”.

“Hay que entender que en el circo siempre están viajando, así que hay que adaptarse a esa vida. Y a veces la imagen que se tiene de la Iglesia y de las monjas es muy estricta y rígida, y hay que cambiar esa percepción”, dijo el Padre Jerry, quitándose la estola después de celebrar la Misa que condujo al Bautismo, Primera Comunión y Confirmación bajo la carpa del circo.

‘NOSOTROS LE TRAEMOS LA IGLESIA’

Las Hermanas Dorothy y Mary habitan un “trailer” (remolque), mientras permanecen en el circo realizando su labor evangelizadora. Es un vehículo blanco de 30 pies de largo remolcado por una camioneta Chevy Silverado de 2008 con más de 325 mil millas en el cuentakilómetros. Está estacionado en la parte trasera de la carpa, junto a otros que pertenecen a los trabajadores del circo.

“Aquí es donde he vivido tiempo completo durante 17 años”, bromeó Dorothy, subiendo las escaleras estrechas y poco firmes. En el interior, lo primero que señaló fue la capilla, lo cual antes era el dormitorio principal. Hay un pequeño santuario en forma de caja sobre un cofre de madera recubierto de terciopelo rojo. Enfrente hay dos velas púrpuras y un crucifijo colgado en la pared. Muy cerca se encuentra la imagen de la Santísima Virgen. La sensación es íntima y sagrada.

El resto del remolque está limpio y ordenado, con unas sillas blandas para que se sienten los feligreses, un sofá azul, una mesa de café, un doble fregadero de acero inoxidable, estufa de gas y armarios de madera.

“Nuestra primera tarea es convivir con esta gente. Siempre lleva tiempo, porque nos unimos a un circo y todos somos extraños. Pero comenzamos formando relaciones. Esa es nuestra primera evangelización. Somos testimonio de una vida católica cristiana”.

En los primeros 14 años de su ministerio en el circo, ellas estaban empleadas con un sueldo. Ayudaban a instalar la carpa, y vendían boletos y “souvenirs”. Antes y después de las horas de trabajo se las arreglaban para ofrecer consejería, estudio de la Biblia, preparación matrimonial, Primera Comunión e instrucción para la Confirmación junto al Rito de Iniciación Cristiana.

Después de tomar un año sabático en 2011, Dorothy comenzó algo nuevo: la identificación, capacitación y supervisión de líderes laicos durante tres meses, permaneciendo en diferentes circos. Actualmente, estos líderes, algunos de los cuales son catequistas, se encuentran en seis circos. La religiosa se mantiene en contacto con ellos por teléfono y Skype.

Son las alegrías que trae esta convivencia las que motivan a la Hermana Dorothy Fabritze a volver por otra temporada con este grupo de acróbatas, payasos y trapecistas.

“Ellos se preocupan por sus hijos y sus viviendas, que son remolques y casas rodantes (motor homes). Se preocupan por sus puestos de trabajo. La seguridad en el empleo no es fácil de conseguir aquí. Están constantemente tratando de mejorar sus actuaciones. Tienen que ser creativos en producir sus actos artísticos”.

“Me quedo porque soy una hermana Misionera del Sagrado Corazón. Nuestro carisma es convencer a la gente de que Dios los ama. Y hemos de hacerlo con aquellos que no han escuchado el mensaje, no quieren oírlo o simplemente nunca se lo han presentado.

“El Circo es una subcultura”, señaló. “Me fascinan sus valores, conceptos y actitudes. Así que éste es un verdadero trabajo misionero. No le estamos pidiendo a la gente que vaya a la Iglesia. Nosotros le traemos la Iglesia”. VN

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