TEMEN QUE CENSO DE UTAH EXCLUYA A MILES DE INMIGRANTES HISPANOS
Los métodos utilizados en Utah para calcular la creciente población estatal parecen excluir a miles de inmigrantes hispanos, indicó Jesse Soriano, director provisional de la Oficina de Asuntos Étnicos de este estado.
De acuerdo con datos difundidos el jueves por el Comité de Cómputos Demográficos de Utah (UPEC, en inglés), entre julio de 2006 y julio de 2007 casi 85.000 nuevas personas llegaron a este estado, por lo que en la actualidad Utah tiene poco menos de 2,7 millones de habitantes.
Sin embargo, los indicadores demográficos que se usan para llegar a esa cifra omiten a muchos hispanos, quienes, sea por carecer de presencia legal en el país o por vivir solos, no forman de actividades socioeconómicas que permitirían contarlos.
Los indicadores demográficos usados por UPEC son la membresía de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (el grupo religioso predominante en Utah), las inscripciones en las escuelas, la compra de casas y el pago de impuestos federales.
Según Soriano, “miles de inmigrantes latinos, muchos de ellos indocumentados, también llegaron a Utah pero no fueron contados”, ya que, en muchos casos, se trata de hombres solos que buscan empleo en la industria de la construcción, que no vienen con sus hijos ni se afilian a la iglesia mencionada.
Estos hombres por lo general tampoco compran casas ni presentan su declaración de impuestos. Eso significaría que la población latina de Utah podría ser significativamente más alta que el 11 por ciento calculado por la Oficina del Censo de Estados Unidos, es decir, unas 277.000 personas.
Como comparación, según el Pew Hispanic Center, en 2000 habían 197.000 latinos en Utah, y en 2005 ese número llegó a 264.000. Esta misma organización calcula que 75.000 a 100.000 de esos hispanos carecerían de documentos válidos de inmigración.
Por su parte, Pam Perlich, investigadora de temas económicos de la Universidad de Utah, puntualizó que el problema del censo de inmigrantes radica no solamente en el uso de los indicadores demográficos equivocados, sino en que para arribar a las proyecciones actuales se utiliza como base las estadísticas del censo del año 2000, en el que ya habían dejado de contarse numerosos hispanos.
La situación se complica, además, porque no todas las familias hispanas preparan su declaración federal de impuestos y, en aquellos casos en los que sí lo hacen, el número de hijos o dependientes quizá no corresponda con la cantidad de personas que realmente viva con esa familia, o quizá se trate de dependientes que viven fuera del país, explicó Perlich.
“Tenemos que hacer un mejor trabajo (de contar a los inmigrantes) y equivocarnos hacia el lado más alto de los números”, comentó. VN
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