SER PAPÁ, SIMPLEMENTE UNA FUNCIÓN DE AMOR

SER PAPÁ, SIMPLEMENTE UNA FUNCIÓN DE AMOR

Junio tiene un protagonista: el rey de la casa; la figura fuerte y decidida que a veces pretende indiferencia a los pequeños detalles pero que está siempre pendiente a las necesidades del hogar

Texto y fotografía de PAULINA HERRERA

Este tercer domingo de junio celebraremos a todos los hombres que dedican su vida a cuidar de sus hijos, algunos acompañados, otros solteros, algunos más convirtiéndose incluso en papás de sus padres.

En las historias que hoy presentamos, Raúl Orantes de Guatemala, Eduardo Morales de El Salvador y Reginaldo Salazar de México, comparten con VIDA NUEVA su experiencia como papás y al conocerlos, descubrimos porqué cada uno se ellos se merece no sólo ser protagonista del mes de junio, sino que se convierte en ejemplo de la misión de ser padre.

RAÚL ORANTES, CUANDO TE CONVIERTES EN PAPÁ DE TU PADRE…

Blas Orantes, de 72 años de edad y originario de Santa Rosa Guatemala, era fuerte, sano, lleno de vida y un ejemplo para todos sus hijos, hasta 2012, cuando en su trabajo una yegua de carreras le cayó encima dejándolo incapacitado de por vida; sumado a eso, una orden de deportación pendiente lo hace perder el sueño y reportarse a inmigración periódicamente.

Del hombre autosuficiente, pasó a depender de sus hijos, principalmente de Raúl, quien ha enfrentado un sinfín de retos para mantener a su papá a salvo: desde ponerle calcetines y zapatos, hasta llevarlo a las citas con migración y a clínicas médicas a las que deberá acudir de por vida dado su deteriorado y progresivo malestar físico.

“Es difícil convertirte en papá de tu propio padre. Yo siento que es una responsabilidad mayor que cuando cuidas a tus hijos”, asegura Raúl, un chef de sushi en Camarillo que además mantiene a su hogar con su esposa y tres hijos.

“La vida me ha puesto a prueba y fue mi padre quien me enseñó a ser responsable de quienes están a mi cuidado”, explica Raúl quien  atiende a su papá Blas día tras días con una total devoción y paciencia.

“Él se lo merece. Fue un gran padre para nosotros y yo se lo agradezco. Lamento no poder hacer más por él. Quisiera que un milagro sucediera para que ya no tuviera tanto dolor y verlo caminar como cuando estábamos en mi país”, recuerda Raúl, el mayor de los siete hijos de Don Blas, quien además ha pedido a ICE muchas veces que dejen en paz a su papá que no representa un mal para nadie en este país y sigue en busca de una visa humanitaria.

“En la condición de mi papá, no puede viajar a ningún lado. Deportarlo sería enviarlo a una muerte segura”, dice Raúl con documentos médicos en la mano que determinan la condición médica de Blas que sufre de alta y baja presión, dolor crónico y, más recientemente, de depresión.

En Guatemala, el Día del Padre se celebra cada 17 de junio. En Estados Unidos es cada tercer domingo de junio y después de más de 30 años de vivir aquí, Raúl se apega más a la celebración de este país. Aunque…“en la condición de mi papá, lo que vamos a celebrar es que a pesar de todo seguimos unidos y yo en lo personal agradezco a la Virgen de Guadalupe cada mañana porque me permite despertar para ayudar a mi viejito a levantarse y comer un poco… Es difícil, pero por otra parte, yo tengo a mis hijos y ellos me inspiran para seguir adelante”, concluye.

EDUARDO MORALES, UN PAPÁ DE ‘CINCO ESTRELLAS’

“¡Todo! ¡Mi padre es todo!” responden uno, dos…los cinco hijos de Eduardo Morales, originario de El Salvador que en 1995 llegó a Estados Unidos con tan solo 18 años de edad.

Pardea el sol en North Hollywood y Eduardo posa para una foto junto a Lázaro, Allan, José, Jesús y María Ofelia, sus cinco herederos por quienes cada mañana antes de que aclare el alba, sale a trabajar a la construcción mientras que su esposa Janeth Alarcón se queda en casa para atender a la familia.

“Si alguien se merece el título de mejor padre del mundo, es mi marido”, afirma Janeth, casada con Eduardo desde hace 25 años y quien asegura que su esposo prefiere trabajar horas extras y los fines de semana para que ella se dedique a las ocupaciones propias del hogar.

El producto de la dedicación de esta pareja de migrantes salta a la vista cuando los cinco hermanos rodean a su padre, ahora de 42 años de edad, que pese al arduo trabajo, está lleno de vitalidad para ver a sus hijos crecer, estudiar y graduarse de la universidad.

De hecho, Lázaro el mayor de sus vástagos y con 22 años de edad, ya se graduó con una licenciatura en sistemas de computación en la Universidad de California en Northridge.

“Fue Lázaro, nacido en Estados Unidos, quien hizo una petición para que nosotros pudiéramos obtener una residencia permanente legal en este país”, explica Eduardo, quien como regalo anticipado del Día del Padre, recibió la residencia permanente durante el pasado mes de mayo.

Bajo al amparo del programa TPS, Eduardo no tuvo que salir del país y recibió su residencia en Estados Unidos; en el paquete ante migración, Janeth, nacida en Guadalajara, fue incluida y también recibió su tarjeta de residente con vías a la ciudadanía.

“Le debo todo”, asegura Lázaro, el hijo mayor de los Morales-Alarcón quien ahora ya está dispuesto ayudar a los gastos de la familia mientras piensa avanzar en sus estudios de maestría.

“Gracias por darme todo lo que necesito”, dice Allan de 17 años.

“Por él estoy vivo y todo lo que tengo hasta ahorita es por mi padre”, refiere José, de 12 años de edad.

“Gracias papá por trabajar tanto para que nosotros podamos tener techo, comida…”, añade Jesús de 11 años.

La princesa de los Morales, María Ofelia de 9 años de edad, agradece a su padre por “cuidarme como su niña desde que nací y siempre seré su niña”, afirma, el orgullo de papá cuando mete goles como defensa del equipo de fútbol infantil de soccer femenil en la liga del Valle de San Fernando.

Superado el gran reto de mantener a la familia unida sin miedo a la deportación, los Morales esperan muy pronto viajar a El Salvador, el país de Eduardo y conocer más de la tierra que vio nacer “al mejor esposo y al mejor papá de todos”, afirman casi al unísono Janeth y sus cinco hijos.

Para ello, cada mañana, Eduardo pide con devoción al despertar al Sagrado Corazón de Jesús, para que lo llene de salud y energía. Sabe que al regresar a su hogar lo esperan con mucho amor y cariño como a todo un papá de “cinco estrellas”.

REGINALDO SALAZAR, PAPÁ SOLTERO Y… ¡MUY FELIZ!

Reginaldo Salazar nació en Zacatecas, México y emigró legalmente de muy pequeño a California junto a sus padres. A través de ellos consiguió su residencia permanente que recientemente lo convirtió en ciudadano de Estados Unidos.

“Un día mi hija Evelia me preguntó en donde había nacido y cuál era mi nacionalidad… La pregunta tal vez fue inocente pero ahí me cayó el veinte de que Estados Unidos era nuestro país y debía hacerme ciudadano cuanto antes”, afirma Reginaldo quien duró más de 40 años como residente legal.

“Hoy me siento más tranquilo porque siento que cumplí con mi hija, la persona más importante de mi vida”, dice mientras dirige su mirada llena de ternura a la jovencita de 14 años que desde 2015 está legalmente al cuidado de su papá.

Al convertirse en padre, Reginaldo pensó en un hogar formal e incluso tener más hijos. Sin embargo, los planes no resultaron y su familia se desintegró: “Aun así seguí muy pendiente de mi hija; me preocupaba su bienestar y futuro porque sinceramente no confiaba mucho en los cuidados que le pudiera dar su mamá”.

Y su intuición de papá no se equivocó, poco después de la separación, fue la propia mamá quien decidió que Evelia estaría mejor al cuidado de su padre.

“Fue como otro día feliz en mi vida porque tenía a mi niña para cuidarla y velar por ella día y noche”, dice aún emocionado.

“Mi misión más importante es cuidar de ella…Es mi mayor tesoro y mientras ella me necesite mis brazos y mi corazón están abiertos”, dice sin titubear este jardinero de oficio que ama las plantas y todo lo que tenga que ver con la naturaleza, que es “una verdadera maravilla de nuestro Creador”, afirma.

Mientras tanto, Evelia, quien asiste a una escuela preparatoria, aun cuando habla principalmente inglés, escucha a su padre y adivina el sentimiento de amor que le inspira a papá Reginaldo.

En este Día del Padre, aun cuando quisiera invitarlo al restaurante más caro de la ciudad, Evelia dice que por ahora sólo le alcanza para prepararle un desayuno especial en casa: sándwich de tocino y huevo con jugo de naranja que es el favorito de Reginaldo, porque están preparados con las manos de su adora hija Evelia.

“No puedo pedir más. Es el mejor regalo del Día del Padre, celebrarlo con mi hija, la flor más bella de mi jardín!”, puntualiza este feliz papá soltero.VN

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