REPRESENTANTE VATICANO HABLA DE INMIGRACIÓN EN ESTADOS UNIDOS

“Hay que dejar que los pobres cuestionen el mundo rico”

WASHINGTON.- “Lo más importante es el coraje de mirar a los pobres a la cara, para permitirles que nos toquen el corazón y cuestionen nuestro mundo”, pues estas personas “tienen un rostro”, dignidad, seres queridos, familia, “igual que nosotros”.

Así lo afirma el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral con Migrantes e Itinerantes, monseñor Antonio Maria Vegliò, en una intervención a la que ha tenido acceso ZENIT, y que será presentada en la Consulta Regional de Conferencias Episcopales sobre Emigración, que tendrá lugar en Washington del 2 a 4 de junio próximos.

Según explica monseñor Vegliò, la inmigración “ha existido desde siempre”, si bien en las últimas décadas se ha convertido en un fenómeno de grandes proporciones a raíz de tres causas: las guerras y la violencia, el cambio climático, y la pobreza y el deseo de mejorar las expectativas de futuro.

“El punto de partida para atender a los migrantes, refugiados, víctimas de la trata es entender su situación y todas sus facetas, personal, social, económica, política, a la luz de la Palabra de Dios, así como reconocer la responsabilidad de estar implicados”.

Los migrantes, los refugiados y las personas objeto de trata “son personas como usted y como yo”, afirma el prelado, pero que “tienen que huir de sus hogares a causa de la persecución, la mera supervivencia o tratando de ganarse la vida para ellos y sus familiares”.

Poniendo el caso de Estados Unidos, recuerda que la inmigración ha cambiado exteriormente a la sociedad americana. “Sin embargo, parece que estos cambios no reflejan una mayor aceptación de la ‘alteridad’ y la buena disposición a un cambio mutuo y recíproco”.

Este creciente “sentimiento anti-inmigrante” exige “una seria reflexión sobre lo que está sucediendo en la sociedad”.

La condición de irregularidad legal, afirma monseñor Vegliò, “no permite menoscabar la dignidad del emigrante, el cual tiene derechos inalienables, que no pueden violarse ni desconocerse”.

En este sentido, alaba el trabajo que está llevando a cabo la Iglesia en Estados Unidos, a través del apoyo a la ley DREAM (Desarrollo, ayuda y educación para menores extranjeros), la defensa de los indocumentados, y su lucha por la reforma de la política de migración.

Otro sector preocupante es la integración de los refugiados, procedentes de países en conflicto o incluso directamente de campos de refugiados. A pesar de los programas de integración estatales, muchos de ellos siguen necesitando ayuda posteriormente.

NUEVA ESCLAVITUD

También se refiere a la cuestión de la explotación, no sólo a través del negocio del sexo, sino también a otras formas de servidumbre, y particularmente a la explotación laboral.

“Se vuelven a producir situaciones de explotación laboral en los países desarrollados, que utilizan prácticas de trabajo que son contrarias a los principios más elementales de respeto de los derechos humanos en el trabajo”, afirma.

Estas personas, explica, “acaban en situaciones análogas a la esclavitud o la servidumbre de las que es muy difícil escapar”. Las causas “no son sólo la pobreza y el desempleo en los países en desarrollo”, sino también “la demanda de mano de obra barata, de productos de bajo precio o de sexo exótico o insólito”.

“Debemos asegurarnos de que las víctimas tengan acceso a la justicia, a la asistencia social y jurídica y a la indemnización por los daños que han sufrido”, subraya. En este sentido, apela a los gobiernos, a los sindicatos, y también a los consumidores.

CAMBIO CLIMÁTICO

Monseñor Vegliò advierte también sobre un nuevo tipo de migración, la provocada por el cambio climático, por la desertificación y la creciente escasez de agua.

“Esta nueva forma de desplazamiento tendrá enormes consecuencias en las próximas décadas. Las estimaciones frecuentemente mencionadas y aceptadas de 200 millones de personas desplazadas en el año 2050 por efecto del cambio climático indican la gigantesca dimensión del problema. La migración humana, sin duda, será una de las consecuencias más significativas del cambio climático”.

Sin embargo, advierte monseñor Vegliò, “en la actualidad, el mundo apenas está preparado para lo que esto significará para quienes se vean forzados a moverse, ni dónde están las responsabilidades”.

HOSPITALIDAD

El prelado alaba el trabajo que se está llevando a cabo en favor de los inmigrantes, a través de los distintos programas diocesanos.

Pero, afirma el prelado, esto no es suficiente. “Existe el riesgo de que tengamos tan asumida nuestra participación que acabemos percibiendo a quienes están implicados en la inmigración como un trabajo, un caso o una ocupación”.

“La hospitalidad puede protegernos de esa actitud. La hospitalidad no es tanto una tarea cuanto una manera de vivir nuestras vidas y de compartir”, y es también “uno de los temas centrales en el cristianismo desde los tiempos de la Iglesia primitiva”.

“La acogida, la compasión y la igualdad de trato son parte de una respuesta cristiana apropiada, que rompe las barreras sociales. Es una respuesta a las necesidades de las personas, pero también un reconocimiento de su valor y de la humanidad compartida.

En la hospitalidad, el extranjero “es acogido en un lugar seguro, personal y confortable, un lugar de respeto, aceptación y amistad”, insiste monseñor Vegliò. “No estoy diciendo que acoger sea fácil, de hecho es difícil y exigente, y a veces incluso incómodo. Sin embargo, nos mantendrá conectados al individuo, y con mente abierta para los nuevos retos que siempre aparecerán en nuestro camino”.

El presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes concluye subrayando uno de los retos actuales, el de establecer “políticas coherentes”, en las que la migración esté en relación con otras políticas “como las de comercio y finanzas, de seguridad, de relaciones exteriores y de agricultura”.

“Es evidente que estas políticas se contradicen entre sí, y contribuyen al desarraigo de la gente. A las políticas de migración, a los individuos involucrados y a los países del Sur les gustaría ver políticas coherentes, que analizase las propuestas políticas junto con sus efectos sobre los pastores que empujan y atraen la migración”.

Entre estas políticas necesarias, destaca, citando una carta de 2007 del Papa Benedicto XVI a la Canciller Angela Merkel, “condiciones comerciales favorables a los países pobres”, la “cancelación completa e incondicional de la deuda externa de los países pobres fuertemente endeudados y de los países menos desarrollados”, y mantener los compromisos “con respecto a las ayudas al desarrollo y cumplirlos plenamente”.

Es necesario también “seguir esforzándose por lograr una reducción significativa del comercio de armas, tanto legal como ilegal, del tráfico ilegal de materias primas preciosas y de la fuga de capitales de los países pobres”.

“Lo más importante es el coraje de mirar a los pobres a la cara, para permitirles que nos toquen el corazón y cuestionen nuestro mundo. Dejarles compartir con nosotros el miedo y el sufrimiento que sus hijos experimentan por los actos de violencia, lo que se siente al vivir durante años en un campo de refugiados saturado, bajo una tienda de plástico, sin esperanza alguna de una vida digna, y cuánto se sufre por esta deshumanización y por no ser considerado un ser humano, sino un número o un ser vulnerable”, concluye. VN

Puede leerse la intervención en la sección de documentos de la página web de ZENIT (Monseñor Vegliò: “Los inmigrantes esperan respuesta de la Iglesia”).

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