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NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE MADRE DE LA ESPERANZA

“Hace casi cinco siglos, el 12 de diciembre de 1531, en el corazón de la antigua México-Tenochtitlan y en presencia de Fray Juan de Zumárraga, se estampó una imagen de la Virgen María en la tilma del indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Ese acontecimiento, aparentemente local e insignificante, iba a tener una repercusión tan vasta y profunda que el Santo Padre Juan Pablo II ha reconocido su influencia en todo el Continente Americano, y bajo esa advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, ha designado a María Santísima como Patrona de toda América y ha canonizado al protagonista humano de esa gran aventura: Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Vale la pena que examinemos con cierto detalle qué sucedió entonces y que nos preguntemos por qué fue y sigue siendo tan importante este acontecimiento”.

Con estas palabras el Padre José Luis Guerrero experto guadalupanista da inicio a su libro Conozca a nuestra Señora de Guadalupe, publicado por Liguori.

Es sorprendente constatar que un evento religioso haya influido tanto en el desarrollo de la identidad cultural del pueblo mexicano y con el paso del tiempo del pueblo americano. Pero como lo dice el padre Guerrero lo más sorprendente es que el mensaje de Guadalupe sigue siendo vigente y con un gran arraigo en la mente, en el corazón y en el alma del pueblo hispano de Estados Unidos. Cuando observamos atentamente la reacción de los creyentes en las celebraciones guadalupanas podemos ver gestos de devoción, fe, alegría, entusiasmo, sentido comunitario, fiesta, pero también lágrimas, acciones penitenciales como caminar de rodillas. Los cantos guadalupanos los cantan los niños, jóvenes, adultos, viejitos, todo el mundo se siente identificado con las procesiones que llevan el estandarte de Guadalupe. Incluso los jóvenes que poco conocen de la historia de las apariciones guadalupanas ven en Ella a alguien que tiene poder sobre ellos y que merece respeto. Entre las actividades parroquiales más populares en estos días tenemos las escenificaciones de las apariciones de la Santísima Virgen y casi siempre son jóvenes los que actúan en esas representaciones y lo hacen con tanto respeto y devoción que nos permiten ver con esperanza el futuro de la Iglesia y de la Evangelización. Este mes en que celebramos su fiesta tenemos una buena oportunidad de profundizar en lo que su fiesta significa y en lo que la Virgen de Guadalupe tiene que decirnos hoy a cada uno de los creyentes y a toda la Iglesia de Los Ángeles.

LA VIRGEN DE GUADALUPE NOS PRESENTA A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR

La crítica más severa contra la devoción guadalupana de parte de otros grupo no católicos es que los católicos ponemos más atención a la Virgen de Guadalupe que la que ponemos a nuestro Señor Jesucristo. Siguiendo otra vez al padre José Luis Guerrero podemos decir que Guadalupe nos presenta a nuestro Señor, y sobre todo nos presenta a Jesús nuestro Señor con el mismo mensaje de los Evangelios. Hay dos detalles que la gente no conoce y que conviene estudiar: el primero es que en realidad las apariciones no fueron el 12 de diciembre sino el 22 de diciembre, es decir en la víspera de la celebración de la Navidad. El calendario europeo estaba equivocado en diez días y ese error se corrigió hasta finales del siglo XVI. El 22 de diciembre empieza el solsticio de invierno, fecha en que los días empiezan a ser más largos que las noches. Recordemos que los pueblos del valle de México eran conocidos como “pueblos del sol”, porque en el sol veían la fuente de su existencia. Sin la luz del sol no hay alimento, no hay vida, no hay esperanza; para el evangelista San Juan la Luz de Jesús descubre las intenciones del corazón; la Luz de Jesús desenmascara las verdaderas intenciones de nuestras acciones, por eso hay quienes prefieren la oscuridad y las tinieblas. Ponerse bajo la Luz es asumir el riesgo de desvelar lo que hay dentro de cada uno de nosotros, para crecer y recibir el perdón y el amor del que todo lo puede, del que es sólo amor.

Pero hay un segundo detalle conectado con la luz. La imagen del Virgen es la de una mujer embarazada que trae en su seno no a cualquier niño sino al que habría de inaugurar el “Quinto Sol”, el tiempo de la justicia y de la paz. La paz que trae este Sol no es simplemente a ausencia de guerras, es la auténtica integración en la fraternidad de todos los pueblos de la tierra. No más guerras floridas, no más luchas fratricidas, no más sacrificios porque el Sol de justicia no necesita la sangre de los guerreros, sólo quiere el entendimiento entre los pueblos.

Es decir, nuestra Madre de Guadalupe nos trae a Jesús el sol de justicia, y nos lo trae de manera que los destinatarios de ese mensaje lo puedan entender, por eso el manto y el vestido de la Virgen contienen esos signos que entendieron los indios nativos así como para los conquistadores españoles, para ambos, el anuncio significaba una buena noticia y un anuncio religioso. El listón negro arriba del vientre de la Virgen, los colores del manto y del vestido, las flores que adornan el vestido y las estrellas que cubren el manto son signos que los destinatarios entendieron porque eran acordes con sus propias expectativas religiosas. Es el anuncio cristiano de que María es la Virgen, Madre de Dios, que su Hijo es verdadero Dios y verdadero hombre, que es la buena noticia para nativos como para españoles y que su mensaje no se quedaba sólo en un hecho social sino un mensaje que une el cielo con la tierra, una muestra del amor de Dios que quiere salir al encuentro de sus criaturas y que a través de María de Guadalupe se realiza de una manera sencilla, bella, poética, cercana.

“Mucho quiero, ardo en deseos de que aquí tengan la bondad de construirme mi templecito, para allí mostrárselo a ustedes, engrandecerlo, entregarles a Él, a Él que es todo mi amor, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación”.

LA VIRGEN DE GUADALUPE NOS INVITA A SENTIRNOS PARTE DE LA IGLESIA

Toda la narración guadalupana nos muestra signos eclesiales. Juan Diego Cuauhtlatoatzin es un convertido recién bautizado que realiza la peregrinación hacia Tlatelolco, el lugar de la Eucaristía. Atiende a las enseñazas (Catequesis) de los frailes aunque esto implique varias horas de camino entre Cuautitlán y Tlatelolco. Su peregrinación es eucarística entiende que la Eucaristía es la fuente de la vida cristiana. No va por obligación pues es día sábado, va por devoción a la Santa Misa. Y al atravesar el monte del Tepeyac sucede el milagro. Recordemos algunos pasajes bíblicos que se asemejan a la narración guadalupana: es en el Monte Horeb donde Moisés recibe las tablas de la ley, es en el Sermón de la montaña donde Jesús nos regala su mensaje más importante, el discurso de las Bienaventuranzas.

La montaña es un lugar privilegiado para entrar en contacto con el misterio. Y lo que Juan Diego ve es el paraíso, vive una experiencia mística como la de San Juan de la Cruz, como la Teresa de Ávila como la de los grandes místicos que entran en contacto con la fuente de la vida, con el amor en plenitud. Y la mejor manera de describirnos esa experiencia es con los signos de su cultura, por eso nos dice:

“Era sábado, muy de madrugada, lo movía su interés por Dios, respondiendo a su insistente llamada. Y al llegar al costado del cerrito, en el sitio llamado Tepeyac, despuntaba ya el alba. Oyó claramente sobre el cerrito cantar, como cantan diversos pájaros preciosos. Al interrumpir su gorjeo, como que les coreaba el cerro, era extremadamente suave y muy agradable, su trino sobrepujaba al del coyoltótotl y del tzinitzcan y al de otras preciosas aves cantoras”.

Para Juan Diego las plumas preciosas y los cantos de los pajarillos son símbolo de la presencia de Dios, el nombre Dios que es lo mismo que belleza se dice en Nahuatl “quetzalli” o pluma preciosa, o también “Teocehualli” que quiere decir pluma o sombra de Dios.

Quizás el signo más claro de esta Evangelización eclesial lo podemos ver en la orden que da la Virgen de que no sea Juan Diego el constructor del templo, o que él no invite a sus paisanos a construir un templo a la Virgen sino que vaya con el Obispo y que sea a través del Obispo Zumarraga y bajo su liderazgo que se debe construir el templo. Recordemos que para esa fecha el Obispo Zumarraga aún no había sido consagrado como Obispo, ya había sido nombrado pero todavía no había sido consagrado, por lo que el acontecimiento guadalupano sirve para legitimizar la autoridad del Obispo delante de los nativos que no entendían porque tenían que obedecer a un líder religioso que no era de los suyos.

“Y para realizar con toda certeza lo que pretende Él, mi mirada misericordiosa, ojalá aceptes ir al palacio del Obispo de México, y le narres cómo, nada menos que yo, te envío de embajador para que le manifiestes cuán grande y ardiente deseo tengo de que aquí me provea de una casa, de que me levante en el llano mi templo. Absolutamente todo, con todos sus detalles, le contarás: cuanto has visto y admirado, y lo que has oído”.

La narración nos muestra la intención de la Virgen que el templo no debía ser para los nativos, debía ser para todas estas gentes que habitan estas tierras, esto quiere decir todos los diferentes grupos y culturas que entonces eran antagónicos ahora son convocados a que bajo la autoridad del Obispo se sientan parte de una misma casa donde María de Guadalupe está dispuesta a darnos de parte de Dios consuelo y ayuda.

“Porque allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores”.

VIRGEN DEL ADVIENTO

Muchas veces hay conflictos en las parroquias respecto a que liturgia es más importante la que dedicamos a la Virgen de Guadalupe o la que dedicamos al tiempo de Adviento. Una adecuada interpretación de la fiesta guadalupana es encarnarla en el tiempo de Adviento como una fiesta de la esperanza. La Virgen de Guadalupe viene a tierras americanas en un momento de crisis. La Conquista de parte de España no podemos verla de manera romántica. Toda conquista de un pueblo sobre otro ha implicado violencia y destrucción y la Conquista del Valle de México no fue la excepción. En esas circunstancias aparece la Virgen y se aparece a un nativo que debe llevar un mensaje de esperanza para todos, para los que sufren de manera más terrible los estragos de la Conquista pero también los que vienen de España y buscan en estas tierras un nuevo modo de vida aun dejando en su tierra la seguridad de sus familias y de su confort.

No idealicemos la situación, las circunstancias de la Conquista fueron terribles y es en ese contexto que nuestra Madre de Guadalupe aparece como signo de Esperanza. Hay otro modo de realizar esta conquista. No debe ser la violencia o el abuso de unos sobre otros lo que debe prevalecer. Ella reconoce en Juan Diego Cuauhtlatoatzin a una persona de altísima dignidad que no puede sentirse menor que los que tienen armas más poderosas; ella reconoce en su mensajero a alguien que puede ser el punto de partida de otra manera de relacionar a los pueblos y a las culturas. Por eso la imagen de Guadalupe es el mejor signo del mestizaje, de la integración sin borrar al débil, sin abusar de los que tienen menos. La Virgen de Guadalupe es la Madre de todos.

CONCLUSIÓN

Que esta fiesta de Guadalupe 2011 sea una fiesta evangelizadora, eclesial, cargada de esperanza. Que nuestra Madre de Guadalupe sea la luz que nuestras comunidades necesitan para trabajar unidas más allá de que hablen diferente idioma o que tengan diferentes costumbres y prácticas religiosas. Que la Fiesta de Guadalupe nos una en un mismo espíritu para sentirnos hermanos bajo el manto protector de nuestra madre del cielo. Amén. VN

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