LA REFORMA DE INMIGRACIÓN ESTÁ EN UNA ETAPA DE INCERTIDUMBRE

La reforma de inmigración pasa por un período de incertidumbre con iniciativas que no satisfacen a las organizaciones pro inmigrantes y en las que figuran duras condiciones para la legalización de millones de inmigrantes indocumentados.

Estas entidades nacionales dudan que la reforma pueda ser aprobada este año, teniendo en cuenta la férrea oposición del sector republicano más conservador del Congreso que rechaza esa legalización y a la que considera como “una amnistía encubierta”.

En febrero pasado el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, afirmó que su partido intentará llevar el proyecto de la reforma ante el pleno de esa cámara antes del receso legislativo de agosto próximo.

Reid favorece un proyecto de ley que incluya medidas para mejorar la seguridad fronteriza, un programa de trabajadores temporales, una vía hacia la legalización de los doce millones de inmigrantes indocumentados que se calcula viven en EEUU, y sanciones a las empresas que contratan a los extranjeros en esa situación migratoria.

El presidente George W. Bush reiteró esta semana su interés por una solución a los problemas de inmigración durante una visita a Yuma (Arizona), pero laos grupos a favor de los derechos de los inmigrantes le piden “mayor acción” en este tema.

En su visita a esta zona de la frontera con México, Bush instó al Congreso a que apruebe este mismo año un plan de trabajadores temporales, dentro de una reforma migratoria bipartidista que evite errores pasados.

“Este problema (de la inmigración ilegal) ha crecido durante décadas y los esfuerzos del pasado para responder al problema han fracasado”, dijo el gobernante.

En su búsqueda de equidad y justicia para los indocumentados, por un lado, y de respuestas viables para las necesidades del mercado laboral estadounidense, por otro, el Congreso sigue igual de dividido sobre el tema que el año pasado.

Para salir a flote, cualquier reforma requerirá de al menos 60 votos en el Senado y de una mayoría simple en la Cámara de Representantes.

La comunidad de inmigrantes ha reiterado su determinación de no dar tregua en sus presiones por una reforma “este mismo año” y por el cese de las “injustas deportaciones que dividen a las familias y afectan seriamente a los niños hijos de los inmigrantes indocumentados”.

Mientras tanto, la “Campaña para una Reforma Migratoria Integral (CCIR) estima que el proyecto de ley bipartidista STRIVE, presentado en marzo pasado, “incluye elementos claves necesarios para arreglar el defectuoso sistema de inmigración”.

Otras organizaciones también reconocen que esta iniciativa del representante demócrata Luis Gutiérrez, y su colega republicano Jeff Flake, tiene puntos positivos, pero le critican algunos apartados en los que dificultaría la legalización de los indocumentados con requisitos fuera de la realidad.

Entre estos requisitos figura el de que los indocumentados tendrían que regresar a su país a esperar la residencia (green card) tras disfrutar en EEUU de un permiso de permanencia y de trabajo por determinados años.

El Consejo Nacional de La Raza (NCLR) ha expresado su confianza en que la reforma sea aprobada pronto por el Congreso, e instó al Legislativo y al gobierno de Bush a darle el visto bueno en verano de este año.

La poderosa confederación sindical AFL-CIO dio la bienvenida al proyecto de reforma Gutiérrez-Flake, como una señal de que los legisladores “están listos para empezar un diálogo serio en uno de los más importantes asuntos de interés para los trabajadores”.

La AFL-CIO dijo que espera que el Congreso dé luz verde a una reforma justa en el menor tiempo posible para subsanar de una vez por todas las deficiencias del actual sistema de inmigración. VN

Share