HERIDAS QUE DAN VIDA: EL MINISTERIO CATÓLICO QUE AYUDA A HIJOS DE PADRES DIVORCIADOS
Imagen referencial / Crédito: Unsplash
Redacción ACI Prensa
Este 2020 en los Estados Unidos, nació formalmente como organización sin fines de lucro el ministerio católico “Life Giving Wounds” (Heridas que dan Vida), una iniciativa que ofrece retiros de sanación, charlas y recursos para jóvenes y adultos cuyos padres se divorciaron o se separaron cuando eran niños.
El divorcio es un tema difícil de discutir con los niños, aunque se estima que un millón de ellos lo experimentan cada año. Hoy en día, se estima que una cuarta parte de los jóvenes adultos son hijos de divorciados, y muchos de ellos sienten que cuando eran jóvenes no pudieron abordar el dolor de la experiencia.
Las separaciones a menudo causan profundas heridas emocionales, espirituales y psicológicas que pueden durar hasta la edad adulta y que rara vez se abordan formalmente.
Es por ello que Daniel Meola, Ph.D., y su esposa Bethany, quienes sufrieron las heridas de la separación de sus padres, fundaron “Life Giving Wounds” con la finalidad “dar voz a su dolor y encontrar una sanación espiritual profunda”.
“Nuestro ministerio analiza varias de las heridas comunes que experimentan los hijos del divorcio”, dijo Bethany a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI–, y agregó que “la primera herida que abordamos es la herida del silencio”.
“Hay muchos testimonios ahora de hijos adultos que presenciaron un divorcio y que sentían algo como: ‘No sé cómo compartir esto o adónde ir con esto, o incluso si a alguien le importará’”, dijo Bethany.
De niña, Bethany vivió la separación de sus padres algunas veces, aunque estos finalmente volvieron a estar juntos y permanecieron casados. Sin embargo, su esposo vivió la separación de sus padres a los 11 años, quienes no formalizaron el divorcio hasta los 26. Eso lo dejó sintiéndose como si viviera en “una especie de limbo, aunque estaba bastante claro que no iban a volver a estar juntos”, dijo.
Daniel dijo que, cuando era niño se sintió confundido por la separación al principio, y luego sintió esperanza por la posibilidad de que sus padres se reunieran. Eso lo empujó hacia Dios y hacia la oración.
Más tarde, cuando se dio cuenta que sus padres no volverían a estar juntos sintió desilusión e ira. “Estás atrapado entre la ira y el amor con tus padres. Cuando eres niño, incluso de adulto… todavía es difícil navegar por eso, esas emociones complejas y en conflicto”.
Daniel vaciló entre no querer hablar sobre el divorcio –porque las emociones eran demasiado confusas y le preocupaba cómo reaccionarían sus padres–, a sentir una ira abrumadora porque parecía que había una “regla tácita”, particularmente en torno a sus padres o hermanos, de que el divorcio era algo de lo que no se debía hablar.
No fue sino hasta que Daniel estaba en el tercer año de la escuela secundaria que realmente comenzó a buscar la curación a través de la Iglesia de los efectos del divorcio, dijo. Se fue de retiro y habló con algunos sacerdotes sobre lo que había experimentado por primera vez. Les dijo a sus padres que estaba buscando curación y ellos la aceptaban.
“Eso realmente marcó el comienzo de un camino de curación que se extendería durante cuatro años más de manera muy intensa”, dijo, a pesar de que el proceso fue “fortuito”. No existía mucho en la Iglesia para abordar este problema específico, y tuvo que buscar muchos recursos por su cuenta.
Mientras realizaba Estudios sobre el Matrimonio y la Familia en la escuela de posgrado del Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Universidad Católica de América, Daniel formó parte de un grupo de enfoque que estudió los efectos del divorcio en los hijos adultos.
El proyecto, llamado “Recovering Origins” (Recuperando los Orígenes), lo inspiró a crear retiros que ayudarían a los hijos adultos de los efectos del divorcio, y estos retiros pronto se convertirían en el ministerio Heridas que dan Vida.
El nombre del ministerio se toma de 1 Pedro 2:24, “este hermoso pasaje que dice, ‘por sus heridas, eres sanado’. Es Cristo enseñándonos la espiritualidad del sufrimiento redentor y ayudando a las personas a vivir eso”, dijo Daniel.
Esa curación se produce de varias formas, indicaron Daniel y Bethany. El primer objetivo del retiro es “dar voz al dolor”, hacerles saber a los participantes que sus heridas como resultado del divorcio son válidas y darles un lugar para lamentar lo perdido.
Comparten sus historias y ponen sus heridas “sobre la mesa”. Esas heridas pueden tomar muchas formas, agregó Daniel, desde comportamientos protectores como la promiscuidad y la convivencia, hasta relaciones rotas con los padres u otros miembros de la familia, crisis de identidad y relaciones tensas con Dios.
Luego llevan esas heridas al Espíritu Santo en oración e invitan a la sanación. También ayudan a facilitar más conversaciones con padres, cónyuges, amigos y terapeutas según sea necesario, explicaron los esposos.
“También les proporcionamos recursos en nuestro blog para hacer un seguimiento con un grupo de apoyo. Les damos lecturas recomendadas, por lo que les damos muchas de las herramientas que necesitan en esas diferentes vías, y constantemente estamos creando más cosas”, dijo Daniel.
Jennifer Cox fue una de las primeras participantes en un retiro para Recovering Origins, cuando Life Giving Wounds todavía estaba tomando forma. Los padres de Cox se divorciaron cuando ella tenía 7 años. Sus padres se respetaban el uno al otro y vivían cerca. Ambos permanecieron involucrados en su vida, asistiendo a sus competencias de natación y otros eventos escolares. Jennifer se graduó de la universidad, se convirtió en enfermera y se hizo propietaria de una casa. Según todos ella era una adulta exitosa.
Sin embargo, ella cuenta que comenzó a notar que algo andaba mal alrededor de los 20 años. Aunque su vida aparentemente iba bien, experimentó depresión y ansiedad, a pesar de haber sido normalmente una persona muy positiva y optimista. Luchaba con la confianza en sí misma y tenía un miedo enorme a fallar.
Ahora reconoce que muchas de esas heridas provienen de un lugar en el que no quería decepcionar a sus padres y hacerles la vida aún más difícil. Ella dijo que también se dio cuenta desde el principio de que asumió como su “trabajo” en la familia hacer felices a sus padres, para que no estuvieran tristes por el divorcio.
“Comencé la terapia, comencé a profundizar en algunas de mis luchas y muchos de los puntos relacionados con el divorcio de mis padres. Y me sorprendió, sinceramente. Simplemente no tenía idea, porque el divorcio de mis padres fue un ‘buen divorcio’ y tuvimos problemas mínimos. Tengo buenas relaciones con ambos”, comentó a CNA.
Cox aseguró que la belleza del retiro fue poder unir sus heridas a Cristo y darse cuenta de que podía usarlas para ayudar a otros.
“Cuando estaba en la cruz, Jesús sufrió y tuvo la máxima herida de heridas físicas, pero también la enorme herida de ser rechazado. Entonces eso fue redimido. Se levantó de nuevo, lo hizo por todos nosotros. Entonces, específicamente esta herida del divorcio de mis padres, pude reconocerla y compartir mi historia… hace que valga la pena de alguna manera”, dijo Cox.
Cox ahora es voluntaria en el ministerio y ayuda a coordinar el contenido de su página de Instagram. Dijo que recomendaría el retiro a cualquier persona cuyos padres se hayan separado o divorciado.
Samuel Russell es otro participante en un retiro de Life Giving Wound que ahora es voluntario del ministerio y ayuda a editar su blog.
Russell cuenta que un converso al catolicismo pero creció en un ambiente cristiano. Hace dos años, cuando estaba comprometido con su ahora esposa, surgieron problemas y heridas familiares mientras se preparaba para el matrimonio. Como alguien a punto de casarse, estaba luchando por no haber crecido con un matrimonio duradero.
Fue entonces que la prometida de Russell le recomendó que probara uno de sus retiros. Él lo hizo, y luego contó que fue una canción, Waiting in the Wound, de Michael Corsini, lo que realmente le llamó la atención.
“La canción ayudó a replantear lo que pienso de Cristo porque dice que Cristo ya está allí. Está en esa herida que sabes que tienes y Él sabe que tienes. Solo está esperando que vengas para que pueda curarlo”, dijo Russell.
El futuro esposo alentó a otros hijos adultos de divorciados a explorar su propia curación cuando se sintieran listos.
“Quiero que la gente sepa que no están solos en su sufrimiento o dolor por este tema. Y está bien abordarlo ahora o abordarlo en el futuro en un momento en el que se sienta más cómodo explorándolo”, añadió.
Daniel dijo que espera que Life Giving Wounds ayude a generar más conversaciones sobre la curación del divorcio en la Iglesia.
Como innumerables ministerios este año, este apostolado tuvo que cancelar sus retiros para 2020, debido a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, el ministerio está organizando un retiro en línea a partir de octubre.
“No importa lo que pasó con el matrimonio de tus padres, no importa cuándo se divorciaron, no importa si alguna vez estuvieron casados, si tus padres no están juntos, entonces el retiro es para ti. No estás solo”, concluyó Daniel. VN
Traducido y adaptado a Diego López Marina, Publicado originalmente en CNA.
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