FRANCISCO RIVERA RECIBE RECONOCIMIENTO POR LUCHA A FAVOR DE LOS INMIGRANTES

Los Ángeles.- El salvadoreño Francisco Rivera llegó a Estados Unidos como refugiado en 1980 y desde entonces comenzó a defender los derechos de sus compatriotas que ahora, 30 años después, le han reconocido con un premio sus aportes a la comunidad.

El escritor y periodista, quien actualmente es presidente de la Mesa Redonda Centroamericana, recibió anoche el reconocimiento de líderes de organizaciones comunitarias de Los Ángeles.

“La Medalla al Orgullo Salvadoreño es un reconocimiento que me otorgó la Casa de la Cultura de El Salvador en Los Ángeles y para mí es muy importante porque después de la comunidad mexicana la salvadoreña es la segunda comunidad más grande entre los latinos en Estados Unidos”, dijo Rivera.

“Desde el éxodo de la guerra la comunidad salvadoreña ha alcanzado unos niveles de desarrollo económico, político y social que es todo un fenómeno y un ejemplo es que en 1980 en el sur de California sólo habían 50 pequeños restaurantes salvadoreños y hoy son más de 5.000”, destacó.

Nacido el 6 de enero de 1952 en San José Guayabal de Cuscatlán, El Salvador, Rivera emigró a EE.UU a finales de abril de 1980 debido a que su padre le ordenó salir del país después de saber que un grupo de escuadrones de la muerte tenían su nombre en una lista para asesinarlo.

“Para entonces no era difícil entrar a Estados Unidos, el coyote simplemente cortó la cerca en un área no muy alejada de Calexico (California) y me dijo con un tono de funcionario: Bienvenido a los Estados Unidos”, recordó Rivera.

“Las razones por las que creo que me querían matar es porque yo escribía artículos de opinión en los periódicos de mayor circulación de El Salvador y siempre fui crítico de los gobiernos de la época”, indicó.

Uno de los amigos de Rivera fue el poeta y jefe de redacción del periódico La Crónica Jaime Suárez Quemain quien después de haber sido detenido y esposado dentro del café Bella Nápoles de San Salvador, en un aparente arresto de la policía, un mes después apareció muerto a machetazos en un basurero de la zona de Antiguo Cuscatlán.

“Mi primer trabajo fue de asistente en la organización El Rescate de la cual hoy soy parte de la mesa de directores”, destacó.

Con una licenciatura en idioma inglés de la Universidad de El Salvador, Rivera se convirtió en interlocutor de los salvadoreños ante las autoridades estadounidenses.

Fue uno de los fundadores, en 1981 de la Clínica Monseñor Oscar Arnulfo Romero en Los Ángeles la cual en este instante en tres locales cada año atiende a más de 30.000 pacientes, la mayoría indocumentados, con un presupuesto de 10 millones de dólares anuales.

“Como lo mío es ser escritor y periodista de 1992 a 1999 trabajé como editor de la sección de noticias de Latinoamérica para el periódico La Opinión de Los Ángeles”, destacó.

Entre la treintena de líderes comunitarios que expresaron palabras de agradecimiento al trabajo de tres décadas al servicio de los salvadoreños y centroamericanos en el restaurante “Con Sabor” se encontraba el escultor Dagoberto Reyes, director de la Casa de la Cultura de El Salvador en Los Ángeles.

“Treinta años de lucha de Francisco Rivera significan una dedicación entera a una comunidad, una dedicación a que la comunidad mejore, a que la comunidad adquiera su propia dimensión en Estados Unidos”, dijo a Efe Reyes.

“La diferencia de nuestra comunidad de 1980 con la de hoy es que hace 30 años veníamos huyendo de una guerra civil, no conocíamos a nadie en Los Ángeles, y no teníamos organizaciones que nos ayudaran en asistencia de salud, comida e inmigración y Francisco y otros líderes fueron parte importante en crear todas esas organizaciones de ayuda que hoy tenemos”, resaltó.

Por su parte, Salvador Sanabria director ejecutivo de El Rescate comentó que “para los ejemplos de valores sólo puede servir el sacrificio, la dedicación incondicional y la forma desinteresada con que se demuestra ese compromiso con la comunidad”.

“Y este hombre, Francisco Rivera, significa todos esos valores juntos”, finalizó. VN

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