EX EMPRESARIO PROPONE CREAR “FAMILIAS ARTIFICIALES” PARA HUÉRFANOS HISPANOS

Bob Miller, un ex consultor empresarial estadounidense, dejó su multimillonario trabajo internacional para dedicarse a la construcción de modernos orfanatos, que incluyen “familias artificiales”, en EEUU y México.

A partir de 1990, Miller, quien posee títulos universitarios en tecnología electrónica, psicología y docencia, viajó constantemente durante tres años por 20 países y acumuló importantes ingresos como consultor, pero en el proceso se divorció de su esposa.

Para recuperarse emocionalmente, el empresario viajó solo a Guadalajara, México, y al visitar una librería local preguntó dónde podría trabajar como voluntario.

“Una hora después estaba en la Casa de Protección del Niño, en Tlaquepaque, un hogar con 120 niños y adolescentes, a cargo de Rafael y de Hilda Schuman Gómez. Pasé una semana en ese lugar y nada jamás tocó mi corazón como esos niños. Esa visita cambió mi vida”, dijo Miller, de 62 años.

Miller regresó a Tlaquepaque para la navidad de 1993 y varias veces en 1994, año en el que falleció Rafael Schuman Gómez, lo que provocó el cierre del orfanato.

“En ese momento comprendí dos cosas: que los niños en un orfanato tienen pocas posibilidades de ser adoptados y que los orfanatos pueden desaparecer, dejando a los niños afectados sin nada en la vida que sea seguro o constante”, comentó.

Conmovido por la situación, Miller se decidió a adoptar a dos hermanos, Eduardo (hoy de 29 años) y José Arturo (hoy 31), con quienes había entablado amistad al visitar Tlaquepaque.

El proceso de adopción duró cinco años y en 1999 Miller y sus hijos se establecieron en el sur de Colorado, por ser el área predominantemente hispana del estado, “para que mis hijos no se alejasen demasiado de su cultura”.

Pero la preocupación por los niños que habían quedado en México llevó a Miller primero a dejar su carrera empresarial y luego a fundar Nuestra Familia – Comunidades para Huérfanos (OFOC, por sus siglas en inglés) con el propósito de “crear comunidades económicamente autosuficientes, ambientalmente verdes y basadas en alta tecnología para que los huérfanos vivan como en familia, con padres y abuelos postizos”.

De esa manera, dijo, por medio de las “familias artificiales”, no se interrumpe ni la educación ni la vida social de los niños, fomentando una mejor preparación de esos niños para el futuro, debido a que gozan de estabilidad.

Para costear los gastos propios del cuidado de los niños, cada comunidad, compuestas de diez casas con hasta 16 niños de diversas edades en cada casa, desarrollará sus propias actividades de financiación por medio de negocios que se integren con la ciudad o poblado en donde encuentre el hogar de niños.

Miller ha desarrollado planes para que los niños (sobre todo los adolescentes) y los padres sustitutos que los cuiden trabajen en piscicultura, invernaderos, producción de lácteos, crianza de cerdos, almacenamiento y distribución de biogas, trabajos agrícolas u otros negocios relacionados.

Estos negocios operarán de forma comercial y, si las proyecciones de Miller son correctas, podrían generar de 40 a 60 fuentes de empleo adicionales en el área de influencia de la comunidad de huérfanos, al incrementarse la demanda, por ejemplo, de médicos pediatras o de entrenadores deportivos.

“Además, los niños también experimentarán la participación en los quehaceres domésticos de una familia normal mientras reciben atención médica, educación general, capacitación en computación y para el ejercicio de un empleo”, aseveró.

Una vez que los orfanatos comiencen a funcionar a pleno tanto en el sur de Colorado como en México, Miller confía que podrá duplicar el sistema en otros países, como Vietnam, al que ya ha viajado, ya que su meta es “mejorar la vida y el ambiente de más de 100 millones de huérfanos en todo el mundo, sin importar su raza, religión o género”.

El ex consultor calificó a su enfoque como “un cambio de paradigma”, ya que “no se trata de proveer una solución temporal para niños que esperan ser adoptados, sino un lugar permanente en que el cada ex huérfano pueda llegar y decir ‘Este es mi hogar y ésta es mi familia”.

Miller trabaja en la actualidad con más de 30 organizaciones sin fines de lucro (tanto religiosas como seculares), con dos universidades de Colorado, con los gobiernos de Estados Unidos, México y Vietnam, y con un equipo de 200 voluntarios.

“Soy el director ejecutivo de OFOC, lo que significa que soy el único voluntario de tiempo completo, ya que no he recibido un solo peso ni pienso hacerlo. Todo lo que quiero es que el proyecto se desarrolle e implemente lo antes posible para que miles de niños huérfanos disfruten de sus nuevas familias y me llamen abuelo”, concluyó. VN

Share