“ES NUESTRO DEBER TERMINAR EL TRABAJO QUE MIGUEL HA COMENZADO”
A continuación publicamos las palabras que María Elena Durazo, viuda de Miguel Contreras, dijo antes de finalizar la misa fúnebre en la Catedral de Nuestra Señora de los Angeles.
En nombre de toda la familia de Miguel, queremos expresar nuestra sincera gratitud por las efusivas muestras de solidaridad y condolencia que han llegado desde tantos lugares.
Un viejo dicho mexicano dice: “Hay más tiempo que vida”. Con frecuencia no logramos terminar nuestro trabajo en este mundo.
Este es un tiempo de profundo dolor para la familia de Miguel y sus amigos. Cuando alguien que amamos tanto es quitado de nuestro lado sin aviso, hay muchas lamentaciones por las cosas que no se dijeron y por la imposibilidad de decir adiós.
Pero, al mismo tiempo, esta es también una ocasión de gran orgullo. Orgullo, porque a pesar de que Miguel estuvo con nosotros por tan corto tiempo, él tuvo una vida maravillosa.
Fue una vida en la tradición de su padre, Julio Contreras, y su héroe, César Chávez. Una vida entregada al servicio de los demás.
Frecuentemente Miguel ha sido descrito en la prensa como un hacedor de Reyes, un hombre de gran influencia, un consumado negociador detrás de los escenarios. Estas visiones pierden de vista al verdadero Miguel. Como ustedes ven. Ellos ignoran por qué pudo hacer lo que hizo.
Por un tiempo, él disfrutó del juego de la política. Miguel tuvo éxito porque sus electores -la gente a quien estaba tratando de ayudar- sabían que él era el mejor.
Precisamente, en septiembre pasado, durante un discurso en el Primer Congreso de Delegados de la Federación del Trabajo del Condado de Los Ángeles, Miguel dijo: “Yo he sido un hombre de Unión, ya que aprendí de mi padre en la línea de piquete las mismas lecciones que yo aprendí de César Chávez, sobre valentía y el valor de sí mismo. Esas lecciones todavía están conmigo”.
Miguel dijo a los delegados que esto fue cuando estuvo arrestado con su padre 18 veces en tres meses por violar los requerimientos judiciales de anti-piquete, cuando ellos fueron huelguistas de la uva en 1973.
Él dijo, “Recuerdo el día cuando yo creía primero en el poder de la gente unida en un propósito común contra el abuso y la opresión. Recuerdo lo que significó cuando llamé primero a alguien que no estaba relacionado conmigo como hermano o hermana”.
Miguel nunca olvidó de dónde vino. Y él nunca olvidó a los trabajadores cuyas vidas compartió.
Las lecciones que aprendió lo guiaron a muchas victorias durante su servicio con la Unión de Trabajadores de Hoteles y Restaurantes, y ellos le ayudaron a revitalizar el movimiento del trabajo en Los Angeles durante los nueve años que condujo la Federación del Trabajo del Condado de Los Angeles.
Miguel era un apasionado de las luchas de los electricistas, y los actores y los estibadores, como lo fue de los trabajadores del cuidado de la salud a domicilio y los conserjes y enfermeras y las trabajadoras domésticas. Él luchó por cada trabajador con todo el corazón y con toda el alma.
Hace treinta años, cuando César marcó por primera vez el espíritu y el talento de Miguel y lo entrenó para ser un negociador de la Unión, un reportero pasó varios días observando a César en las marchas y las reuniones de la UFW. Durante una entrevista, el reportero preguntó a César qué representaba para él todo el afecto y el respeto que los trabajadores agrícolas le mostraban en público. César se detuvo un momento y replicó: “El sentimiento es mutuo”.
Hoy, miles están reunidos por el afecto y respeto por Miguel. Yo pienso que si él estuviera aquí, diría, “El sentimiento es mutuo”.
Ahora que Miguel se ha ido, es nuestro deber terminar el trabajo que él comenzó entre nosotros. Con el ejemplo de la vida y el trabajo de Miguel como nuestra guía; con el sacrificio y el sufrimiento de los trabajadores que organizan cada día a pesar de grandes pronósticos en contra; quienes marchan y van a la huelga, o a los recintos, vamos a continuar la lucha para que crezca este gran movimiento, buscando la asistencia y la inspiración divina, reconociendo que el éxito o el fracaso final está en nuestras propias manos.
Mantengamos vivos los sueños de Miguel, tanto para el futuro de nuestro movimiento como por las grandes cosas que podemos lograr si solamente creemos en nosotros mismos.
Yo voy a extrañar a Miguel, cada mañana preparándose para el día, informando y pidiendo informaciones completas, desafiando, argumentando y ayudando a cada uno.
Hermanas y hermanos, hay ciertas cosas en la vida por las que vale la pena luchar, Por trabajos que proporcionen una vida decente a los trabajadores, ¡Luchen! Por dignidad y respeto. ¡Luchen! Por oportunidades que permitan crecer a nuestros hijos, para que florezcan y se cumplan sus sueños, ¡Luchen! Y por un mundo más justo y pacífico, ¡Luchen! Por la memoria y el legado de Miguel, ¡Luchen!
Te amo, cariño. VN
Redes Sociales