CRISTO REY ES UNA PEQUEÑA JOYA, UNA VERDADERA ‘PERLA’ EN LA COMUNIDAD
La Iglesia celebra sus 75 años de servir a su feligresía mayormente latina
Se estima que unos tres mil feligreses de Cristo Rey en Atwater Village celebraron el aniversario número 75 de su Iglesia el pasado 23 de noviembre, en lo que se llamó la “Fiesta de Cristo Rey”.
La parroquia dio gracias a Dios por su continuo éxito durante una Misa de Acción de Gracias concelebrada por el Arzobispo José H. Gomez, el Obispo Auxiliar Gerald Wilkerson, el padre Michael Stechmann, párroco de la Orden de Agustinos Recoletos, y otros miembros de esta orden religiosa.
“Dios no ha dejado de bendecir a los feligreses y las familias que han llamado a Cristo Rey su ‘hogar’ durante todos estos años”, dijo el padre Stechmann. “Los feligreses son un pueblo lleno de fe, y la tradicional procesión por la calle cargando la imagen del Cristo Rey es un recordatorio de muchas de las celebraciones religiosas en sus países de origen”.
A muchos la parroquia les recuerda sus pequeñas comunidades en el corazón de México. Antes de la misa de aniversario, una vecina que vive del otro lado de la calle de la Iglesia, Maggie Gutiérrez Hirsch, se paró frente a su vivienda y apuntó con la cabeza hacia la entrada principal de la “Perlita”. “Ésa es mi casa”, dijo Maggie Hirsch.
Desde que la parroquia se fundó en 1939, los feligreses han presenciado las dificultades de la guerra y las crisis económicas, pero también han sentido mucha felicidad compartida. Es más que una parroquia en este barrio principalmente hispano. Ella marca los acontecimientos destacados de sus vidas. Nacimientos y bautismos, Sacramentos, quinceañeras, la vida y la muerte se han conmemorado y recordado aquí.
“Yo nací en esa casa, y me bautizaron en esta Iglesia; recibí los Sacramentos y también me casé en esta Iglesia”, dijo Hirsh. Nacida en su casa en 1944, contó que ella junto a otros miembros de la parroquia celebraban la misa en sus hogares hasta que se construyó la Iglesia Cristo Rey. Su primer recuerdo, dijo, era asistir a las fiestas que allí se realizaban.
“Me siento en casa y es aquí donde pertenezco”, dijo. “Veo al Señor y Él me saluda cuando entro a nuestra casa”. VN
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