AÚN SIN EMPEZAR DEBATE, PLAN DE REFORMA ES BLANCO DE CRÍTICAS

El Senado de EEUU debatirá a partir del lunes próximo un plan de reforma migratoria que ya ha suscitado críticas de grupos a favor y en contra de beneficios para la población indocumentada.

El acuerdo marco, que sacaría de la sombra a los que entraron ilegalmente a EEUU antes de enero de 2007, ha generado críticas sobre todo por los límites del programa de trabajadores temporales, el reducido número de visas para la reunificación familiar y las restricciones de un sistema de puntos para futuros inmigrantes.

El pacto, de unas 380 páginas, supone el desmantelamiento de un sistema de inmigración que ha estado en vigor en EE.UU. desde 1955 y que hace énfasis en los nexos familiares de los solicitantes de la residencia permanente.

El plan, anunciado el jueves, se logró después de tres meses de negociaciones entre una inusitada coalición de senadores demócratas y republicanos y la Casa Blanca.

Sin embargo, grupos de todo el espectro político ya han criticado sus agujeros y omisiones.

Para los conservadores, la iniciativa ofrece una “amnistía” inmerecida para los indocumentados, y a juicio de los grupos pro-inmigrantes no es suficiente para resolver de raíz el problema de la inmigración ilegal.

El senador demócrata Edward Kennedy (Massachusetts), uno de los negociadores, señaló que “es nuestra última oportunidad” para arreglar el maltrecho sistema de inmigración, a la vez que rechazó las críticas de los conservadores de que se trate de una amnistía.

Para Kennedy, es el momento de que “tomemos medidas para resguardar nuestras fronteras y frenar la explotación de los trabajadores”.

Según los observadores, tanto los liberales como los conservadores forjaron una coalición en busca de una solución consensuada a la presencia de doce millones de indocumentados en EE.UU. y al control de futuros flujos migratorios.

Esa coalición, que incluye a senadores conservadores como Jon Kyl, de Arizona, y a Kennedy, del ala liberal del Partido Demócrata, hubiese sido inimaginable hace un año, cuando el Senado aprobó una reforma migratoria que no salió adelante debido a la oposición de los republicanos que controlaban la Cámara de Representantes.

Ahora va el segundo intento antes de las elecciones presidenciales de 2008 y los líderes del Congreso han insistido en que es tan sólo un punto de partida, pues se ofrecerán enmiendas al texto final.

El asunto desatará una batalla en el pleno del Senado a partir del próximo lunes, y en la Cámara de Representantes, el mes siguiente.

Tanto la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi (California), como el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid (Nevada), reaccionaron con cautela al acuerdo y enfatizaron que el objetivo es producir un plan viable que fortalezca las fronteras y responda a las necesidades del mercado laboral.

En declaraciones a Efe, el representante Bill Delahunt (D-Massachusetts) observó que las políticas migratorias del Gobierno “han sido un fracaso y lo importante ahora es corregirlas”.

“No creo que haya una panacea, pero lo cierto es que debido a ese fracaso ahora tenemos un gran población indocumentada, y tenemos que actuar ahora”, subrayó.

El acuerdo prevé una mayor vigilancia fronteriza, la legalización de la población clandestina a través de visas “Z” y un programa de trabajadores temporales, con visas “Y”.

También establece un sistema de verificación del estatus migratorio de los empleados, un reducido número de visas para la reunificación familiar y un sistema de puntos para futuros inmigrantes, entre otros elementos.

En una conferencia telefónica, grupos pro-inmigrantes como el Foro Nacional de Inmigración y el Consejo Nacional de La Raza indicaron hoy que les preocupa que el programa de trabajadores temporales dé pie a trabajadores de segunda clase y que el sistema de puntos, en particular, privilegiaría injustamente a los solicitantes de visas que tengan un alto nivel de educación.

Tony Fratto, un portavoz de la Casa Blanca, dijo hoy que el presidente George W. Bush “apoya todas las cláusulas de este proyecto”.

Bush, que sentaría un importante legado con la aprobación de la reforma, quiere promulgar la ley que finalmente apruebe el Congreso, tras un proceso bicameral, para antes del receso legislativo de agosto próximo. VN

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