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UN ESFUERZO SIN FIN

ANALIZANDO LA REALIDAD QUE CELEBRA ESTE DÍA DEL TRABAJO

En homenaje al Día del Trabajo, VIDA NUEVA brinda aquí un recuento de lo que ha significado la historia de los trabajadores en los Estados Unidos, desde el siglo 18 hasta el presente siglo. Es la crónica de una lucha realizada por hombres, mujeres y niños para obtener condiciones laborales dignas y justas, y en la cual los inmigrantes en general, y los latinoamericanos en particular, siguen jugando un papel fundamental.

La lucha por mejorar las condiciones de trabajo forma parte fundamental de la historia de los Estados Unidos.

Las primitivas uniones laborales, de carpinteros y trenzadores de sogas, constructores de gabinetes y zapateros, hicieron su aparición sobre la costa atlántica en la época colonial de Estados Unidos y jugaron un papel importante en la lucha por la independencia. Fue precisamente en la Casa de los Carpinteros en Philadelphia donde se reunió el Congreso Continental y se firmó la Declaración de Independencia en 1776.

Obedeciendo a una frase de esa declaración (“el derecho a la búsqueda de la felicidad”), por medio de menos horas de trabajo y mayor paga, los trabajadores de imprentas de Nueva York fueron los primeros en ir a la huelga en 1794; los constructores de gabinetes lo hicieron en 1796; los carpinteros de Philadelphia en 1797; los trenzadores de sogas en 1799. En esos primeros años del siglo 19, los esfuerzos documentados de los sindicatos por mejorar las condiciones de trabajo, tanto a través de negociaciones o huelgas, se volvieron más frecuentes.

Hacia el año 1820, varios sindicatos involucrados en el esfuerzo por reducir la jornada de trabajo de 12 a 10 horas empezaron a mostrar interés en la idea de una federación nacional. El primero de mayo de 1886, unos 200,000 trabajadores se fueron a la huelga en apoyo de los esfuerzos por obtener la jornada laboral de 8 horas.

Aunque el movimiento nacional por conseguir estas 8 horas fue por lo general pacífico, y frecuentemente exitoso, condujo, sin embargo, a un episodio de violencia en Chicago que resultó en un duro revés para el movimiento obrero. La compañía McCormick Harvester, enterándose que se planeaba una huelga contra ella, no dejó entrar a la planta a los trabajadores que eran miembros sindicales. Estallaron peleas y la policía abrió fuego sobre los trabajadores, matando a cuatro personas. Una marcha pública en protesta por estas muertes atrajo a una multitud pacífica. Cuando la manifestación estaba a punto de terminar, una bomba explotó cerca de las líneas policiales y siete guardias perecieron, además de resultar heridas 50 personas del público. La policía disparó contra la masa de gente y varias personas más resultaron muertas, más otros 200 heridos. Nadie supo exactamente quién arrojó la bomba pero, como se comentaría más tarde, “no sólo mató a los policías, sino que mató al movimiento en pro de las 8 horas por varios años”.

MEJORAN LAS CONDICIONES LABORALES

Pese a que el movimiento laboral en los Estados Unidos encontraría otros momentos de crisis durante su desarrollo, no toda su historia está formada por luchas y huelgas. Hacia 1904, la Asociación Federal del Trabajo (AFL), declaraba una membrecía de 1,700,000 socios. Diez años más tarde, antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, había ascendido a 2 millones. Hubo posteriormente importantes logros legislativos. A pedido de la AFL, el Congreso norteamericano creó separadamente el Departamento de Trabajo de Estados Unidos con el mandato legislativo de proteger y extender los derechos de los asalariados. Se creó también una oficina de trabajo infantil, con la preocupación principal de proteger a víctimas de la explotación laboral. De crucial importancia fue el Acta Clayton de 1914, que recalcó el concepto legal de que “el trabajo de un ser humano no es una comodidad ni un producto comercial”. Esta acta ofreció una base legal para los boycots y las líneas pacíficas de “piquetes”, y limitó dramáticamente las órdenes forzadas de volver a trabajar. La jornada de 10 horas –un gran logro en su época– fue aprobada para los empleados federales en 1840, pero tomó todavía hasta los primeros años del siglo 20 para que la jornada de 8 horas fuera aceptada en el sector privado, aunque las industrias de producción en masa y las empresas de ferrocarriles continuaron negándose a concederlas. Finalmente se conseguirían dos grandes victorias: el Acta de Contratos Públicos de 1936 (requiriendo la obligatoriedad de la jornada de 8 horas), y el Acta de Trabajo Justo de 1938 estableció una semana laboral máxima de 44 horas, y dos años más tarde, de 40 horas.

EL TRABAJO DEL CAMPO

Grandes números de trabajadores migratorios del campo –en su mayoría negros o hispanos del Sur y el Sudoeste– han sido excluídos de las protecciones legales que disfruta la mayor parte de los trabajadores de la industria y el comercio. Sufriendo salarios bajos, viviendas inadecuadas y temporales, falta de acceso a las escuelas para sus niños, y por lo general privados de adecuado cuidado médico o medidas de seguridad laborales, los trabajadores migratorios han sido la “gente olvidada” de la economía estadounidense. En años recientes, la Unión de Campesinos ha logrado organizar a muchos, especialmente en California, y llevarles los beneficios de las negociaciones colectivas. Una respuesta pública, en la forma de boycot de los consumidores contra las uvas o lechugas, les ha ayudado en su causa, y la atención a sus pedidos de parte de la prensa y la televisión les ha llevado a alivio a estos trabajadores.

Según el doctor Don Villarejo, director ejecutivo del Instituto de California para Estudios Rurales y afiliado a la Universidad de California en Davis, los cambios más significativos de los últimos años en cuanto a las condiciones que viven los trabajadores del campo, han sido dos: un decline en el salario real que se les paga hoy a los campesinos, tanto en California como en todo los Estados Unidos; y segundo, un gran incremento en la cantidad de gente que emigra a los Estados Unidos provenientes de México y Centroamérica en busca de trabajo.

EL TRABAJADOR INMIGRANTE

“Tenemos una situación muy interesante en California –continúa Villarejo–, hace unos 30 años, en 1969 precisamente, los estudios realizados por la legislatura estatal mostraban que la mitad de los trabajadores del campo provenían del extranjero; el otro 50 por ciento ean nacidos aquí… Hoy, los estudios conducidos por el Departamento del Trabajo encuentran que el 92 por ciento de los trabajadores del campo han nacido en el exterior. O sea, que básicamente se ha duplicado la cantidad de trabajadores llegados de afuera; casi todos son nacidos en el extranjero. Al mismo tiempo, la producción se ha incrementado enormemente. Hoy producimos en California el doble de toneladas de vegetales que lo que producíamos hace 20 años. Seis veces más toneladas de fresas que hace 20 años. Y ese incremento en la producción significa que existe más necesidad de mano de obra. Mi conclusión, entonces, es que el éxito de nuestra agricultura en California se ha hecho más dependiente de los trabajadores extranjeros que lo que ha sido en los últimos 100 años. Necesitamos un 20 por ciento más de trabajadores que los que necesitábamos hace 20 años. Por lo tanto, ¡sí! dependemos cada vez más de una mayor cantidad de trabajadores inmigrantes; y ¡sí!, es verdad que tenemos un sistema muy productivo gracias a que tenemos la fuerza laboral que lo hace funcionar. Y hemos encontrado que quienes están dispuestos a trabajar en el campo provienen de México, Centroamérica, y hasta cierto punto de Sudamérica.

“Y eso es algo fundamental, algo que a los norteamericanos les cuesta pensar. Tienen dificultades para darse cuenta que hay un trabajo que es necesario realizar, que es muy productivo, que tenemos un sistema económico que en general se está expandiendo y creciendo… Y que al mismo tiempo, necesitamos más inmigrantes para hacer ese trabajo que, francamente, los norteamericanos blancos no quieren hacer. Esto es algo que la mayoría de los norteamericanos encuentran difícil de entender.

“No hay duda que durante los años 80 vimos mucha, mucha más gente llegar a los Estados Unidos desde México y Centroamérica buscando trabajo, que lo que vimos en la década del 70, por ejemplo. Y pienso que es un caso en que las condiciones económicas en México y Centroamérica, así como las guerras de Estados Unidos en Nicaragua, en El Salvador y en Guatemala, han contribuido a una inestabilidad tanto política como social y económica. Lo que ha tenido el efecto de desplazar a grandes cantidades de personas. Y la gente va hacia donde piensa que puede encontrar trabajo y sobrevivir.

“La inmigración es, primeramente, un proceso en cadena: la gente que viene primero sirve de conexión a la gente que vendrá luego. Por lo tanto, el enorme número de inmigrantes que vemos hoy día es básicamente el resultado de los inmigrantes que llegaron aquí en décadas anteriores, estableciendo raíces, vías, desarrollando relaciones”.

NIÑOS QUE TRABAJAN

“Lo que todavía sigue siendo una dificultad importante –dice Villarejo–, tanto en California como en otros estados, es el cuidado infantil. Una de las razones por la que ocasionalmente vemos en nuestro estados a niños trabajando en los campos, es porque realmente no hay establecido un sistema para proporcionarle a las familias de bajos ingresos el cuidado infantil necesario, mientras todos sus miembros trabajan.

“Algo que la población norteamericana no suele entender es que en los trabajadores latinos del campo de California se encuentra, entre todos los grupos de la nación, el porcentaje más alto de participación en la fuerza laboral. O sea, en pocas palabras, que cada adulto saludable trabaja.

“¿Qué significa esto? Que muy frecuentemente no hay nadie disponible para cuidar a los niños pequeños. Y por lo tanto los trabajadores, cuando es necesario, se llevan a los niños con ellos al campo, para vigilarlos mientras trabajan. Creo que ese es el corazón del problema del trabajo infantil en California. No es que se prefiera el trabajo infantil por ser mejor, o más barato. Los adultos son más productivos y sus empleadores saben que son una mejor inversión”.

LA MUJER COMO TRABAJADORA

Por la mayor parte de este siglo, el movimiento laboral estuvo, en su mayoría, compuesto por hombres. Con la excepción de unas pocas ocupaciones (los trabajos de oficina y en las industrias de ropa, textiles y hoteleras), la fuerza de trabajo fue esencialmente masculina. Desde la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, la mujer se ha insertado en forma creciente en nuevas ocupaciones y en grandes números se han convertido en asalariadas de tiempo completo.

“Sin embargo, otro problema en el campo es la discriminación contra las mujeres, especialmente en cuanto a promociones –advierte el doctor Villarejo–. Es raro ver a una mujer manejando un tractor, u operando equipos. Es más común que se asigne a las mujeres a tareas de empaque, clasificación, y el resto de los trabajos poco remunerados. Mientras que los trabajos con más responsabilidad, los mejores pagados, de supervisión, quedan reservados para los hombres.

“De todas maneras, ha habido progresos aquí también. O sea que tenemos evidencia de que existe discriminación, pero también de que se reconoce como contraria a la ley, y de que hay un remedio: presentarse en la corte y demandar a los empleadores por discriminación sexual. Existe un deseo de parte de las mujeres que realizan estos trabajos de bajos salarios, de que se les dé la oportunidad de capacitarse, para ocupar posiciones de mayor responsabilidad. Las mujeres que trabajan quieren intentarlo, merecen la oportunidad y son los empleadores los únicos que obstaculizan su camino”.

CONCLUSIONES

“El futuro para los trabajadores se vislumbra difícil, yo creo, aunque hay ciertos signos de esperanza. Estos signos son los esfuerzos de los sindicatos, particularmente United Farm Workers, Janitors, Unite, Hotel and Restaurant Workers (Local 11), SEIU 600, United Food and Commercial Workers, para organizar más trabajadores en sindicatos. Y sus éxitos del último año básicamente envían la señal de que los sindicatos están con vida, saludables, que están ahí y que quieren ayudar a defender a los trabajadores, a mejorar sus salarios y sus condiciones. Pienso que los trabajadores van a responder a eso.

“Lo que veo difícil para el futuro, es que cualquier solución a largo plazo a los temas migratorios, dependerá del desarrollo económico de los países de origen de los inmigrantes. Y, desafortunadamente, yo no veo todavía mucha mejora en esa dirección. Veo que la vida en México, Centroamérica y Sudamérica, se vuelve cada vez más difícil para millones de personas como resultado del caos económico y de la desintegración de ciertos sectores de esas economías. Y esa gente va a tener que encontrar una forma de sobrevivir, y yo pienso que van a optar, probablemente, por venirse a los Estados Unidos”. VN

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