VIVE Y LUCHA POR LA VIDA

Reflexiones en torno a la Ley SB 128 sobre el suicidio asistido por un médico

 Por Dr. JOSÉ A. MEDINA

La legalización del suicidio asistido por un médico (SB 128) ha llegado al pleno de la Cámara de Representantes de California y tenemos que detener su avance.

Esta propuesta de ley nos pide que hagamos un alto en el camino y que nos preguntemos seriamente sobre los valores en los que creemos, aquellos que orientan nuestras decisiones y que podemos considerar fundamentales para la convivencia humana. ¿Cómo reaccionaríamos si nuestro padre o madre, hijo e hija, hermana, hermano nos pidiera en su cama de enfermo que le facilitemos las cosas para que se suicide? ¿En qué situación quedan las personas que rodean a un enfermo que solicita morir? Al final de cuentas esta ley eventualmente nos afectará a todos y es muy importante que nos opongamos a ella activamente.

Los argumentos más fuertes para proponer esta nueva ley son el derecho individual de cada sujeto a tomar sus propias decisiones, incluso la de finalizar su vida. Y el segundo argumento es la compasión frente al dolor extremo del enfermo terminal.

Yo creo que es muy importante afirmar que lo que está en juego en esta controversia es la afirmación de lo que el ser humano es; lo que le da su identidad. Para los proponentes de esta ley, el ser humano es fundamentalmente un cuerpo con emociones, con reacciones psicológicas y capacidad de razonar. Pero para nosotros hay otros aspectos que nos identifican como seres humanos, como son nuestra espiritualidad y nuestra interdependencia. Somos seres espirituales y seres en relación. No pretendo hacer una reflexión filosófica sobre estos temas pero ya desde los clásicos griegos se reconocía que los seres humanos somos seres espirituales. Aun antes de tener una religión, el ser humano es un ser espiritual que encuentra el sentido de su vida en valores profundos.

Como seres humanos limitados (pues no somos dioses) vamos a pasar por experiencias de dolor y sufrimiento, y esas situaciones no bastan para justificar un suicidio. Desde una dimensión espiritual podemos darle un sentido a toda experiencia de sufrimiento. Víctor Frankl fue una víctima de los campos de concentración del régimen Nazi. Él aprendió que incluso ese dolor absurdo humaniza cuando las víctimas son capaces de encontrarle un sentido. Sus teorías hoy organizadas bajo el concepto de “Logoterapia” -que no es ninguna religión sino una forma de pensamiento humanizador- son una respuesta más profunda a este modo simplista de entender la condición humana del enfermo terminal.

Pero además la Iglesia y la sociedad siempre han aceptado que aliviar el dolor del enfermo terminal es una prioridad. Por lo tanto no se trata de buscar el dolor, por el contrario, hay que evitarlo y cuando esto no es posible, suavizarlo para que el enfermo en su situación terminal no lo padezca de manera excesiva. Actualmente las ayudas paliativas al dolor son muy eficaces. Incluso el uso de morfinas u otros analgésicos, aun cuando indirectamente influyeran en acortar la vida del enfermo terminal, están moralmente justificados. Por lo tanto la compasión frente al dolor no justifica el suicidio asistido por un médico.

Además, aunque todos aspiramos a una libertad individual, no dejamos de ser seres interdependientes pues nos necesitamos unos a los otros. La defensa a ultranza de la autonomía de las decisiones de una persona enferma también es una forma engañosa de defender lo que no tiene defensa. Si realmente las decisiones de cada persona no afectaran al conjunto de la familia humana no estaríamos en esta discusión, pues en aras de la defensa de la libertad individual sería bueno aceptar toda forma de suicidio, incluso, del adolescente que sufre por depresiones o enfermedades psíquicas. Pero ¿cómo pedirle a un médico que te ayude a quitarte la vida, cuando él o ella hicieron una promesa por defender la vida? Su libertad individual está siendo afectada, lo mismo que la de todos los familiares y amigos que van a pasar por el trauma de testificar que un ser querido se quitó la vida. Bastaría con que preguntáramos a aquellos que han sufrido el suicidio de un familiar o amigo cercano si su libertad fue afectada o no. Hace unos días, una madre me narraba los síntomas depresivos terribles que su hijo sufría, muchos años después de haber encontrado muerto a su padre, quien se había suicidado.

Está probado ampliamente que los intentos suicidas en la mayoría de los casos proceden de situaciones de depresión clínica, que cuando es atendida y sanada, el deseo de suicidarse desaparece. Por lo tanto el intento suicida es una llamada de atención a la familia humana que empieza con la familia cercana y los amigos y los próximos a un contacto humano, a una relación. Y esto es una afirmación reconocida por los expertos en salud mental.

Pero el peor lado de este problema es que como siempre, las víctimas serán los más pobres, aquellos que no tienen las posibilidades de pagar por servicios médicos. Las grandes compañías de seguros o incluso familiares con valores morales limitados o con otros intereses no confesables ejercerán alguna forma de presión para que enfermos terminales opten por el suicidio asistido. Es más barato y menos engorroso. Esto no es una teoría, es algo que se ha probado ampliamente en los lugares donde rige esta ley.

El espacio es corto para una reflexión mayor, pero por favor, forma tu conciencia y oponte a esta ley; llama a tu legislador, actúa de una manera responsable ante este atentado contra la libertad y contra la humanidad. Pida a los legisladores que voten “NO” al suicidio asistido. VN

De interés

  • Más información en español: www.cacatholic.org (“La enseñanza católica sobre el final de la vida”)
  • Dr. José Antonio Medina
  • jmedina@sbdiocese.org

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