
UNA MISIÓN DE AMOR
Las Siervas de María reparten salud y consuelo entre los enfermos
Se requiere más que buena voluntad para convertir al prójimo en la prioridad de nuestra vida. En realidad se necesita tener un profundo amor a Dios, además de fortaleza, caridad y humildad. Las Siervas de María cuentan con estas cualidades, y se han dedicado de lleno a cuidar enfermos.
Su congregación se fundó en España en 1851 por Santa María Soledad Torres Acosta, canonizada en 1970 por el Papa Pablo VI. La labor continúa actualmente en 22 países, incluido Estados Unidos.
Cada día en sus conventos, a las 5 de la mañana suena la campana para que las Siervas de María se levanten, y a partir de esa hora comienzan sus oraciones, labores domésticas, momentos de estudios, y su misión más importante que es la de salir a cuidar a enfermos. La mayoría de ellas los atienden en las noches, por lo que descansan pasado el mediodía hasta las siete de la noche, y de ahí parten a las casas de los necesitados.
Sor Angélica Ramos es la madre superiora en la congregación de Los Ángeles, donde 15 religiosas, en su mayoría latinas, conviven bajo el mismo techo practicando día tras día “oración y acción”. Su vida es sencilla y humilde.
“La vida de una sierva es oración y acción a la vez. Una hora de oración en la mañana en silencio y otra hora en la tarde. También practicamos oraciones vocacionales en comunidad, Liturgia, rezamos el Santo Rosario en comunidad, y realizamos el oficio de la casa, aparte de nuestro ministerio de cuidar a enfermos en sus lugares de residencia, hospitales u hogares de convalecencia”, dice a VIDA NUEVA.
No cobran nada por este delicado servicio, sólo piden voluntarios que las transporten hasta el sitio donde se halla el enfermo.
Hay fundaciones, amigos y bienhechores que les ayudan con cierta cantidad de alimento y dinero. Pero los recursos son escasos.
La mayoría de las siervas de María visita a los enfermos de noche entre las 8 p.m. a las 6 a.m., de domingo a viernes. Y las que trabajan de día generalmente van de 8:45 de la mañana hasta las 4 de la tarde, de lunes a viernes.
“En esta casa de los Ángeles prestamos servicios a la Arquidiócesis cuidando a sacerdotes enfermos”, dice Sor Angélica. La Arquidiócesis les otorga un estipendio por el servicio.
Originaria de León, Guanajuato, México, la Madre Superiora nos comenta que su vocación comenzó como una manera de saciar un hambre de Dios, y ya lleva 20 años de vida religiosa con las Siervas de María.
“Empecé a sentir la vocación a través de un deseo de hacer algo más por Dios. Era una muchacha como cualquier otra, pero al final del día me quedaba un vacío. Sentía que el amor de un hombre no iba a llenar mi corazón. Sin embargo, la vocación [religiosa] es realmente mi felicidad. Es un proceso donde uno encuentra más a Dios”.
“A los 18 años, buscando a la Iglesia a través del Catecismo, y en un retiro de 8 días fue donde sentí la llama de Dios como sacristana. Para mí ese momento fue algo muy grande”, dice.
Angélica es la única de su familia dedicada a la vida religiosa, aunque su mamá ha estado siempre involucrada con la Iglesia católica, y fue quien le enseñó el Catecismo y la apoyó incondicionalmente.
“Hablé con mi madre de esta inquietud religiosa y ella contactó a una tía que es Sierva de María, para que me explicara sobre esta congregación. Sentí la llamada cada vez más fuerte, y trataba de apoyarme yendo a retiros”.
En esos tiempos estudiaba análisis industrial para trabajar en laboratorios. Una carrera que logró completar, pero nunca ejerció.
“Las Siervas de María en León me invitaron a una experiencia de un mes junto a ellas y a un grupo de chicas para que conociera más a la congregación y juntas compartir la Eucaristía. Me sentía plena en cierta manera. El despertar de esta vocación es un proceso, pero en aquel mes me di cuenta que eso era lo que Dios quería para mí”.
En agosto de 1992, a los 19 años de edad, entró en la congregación, y en 2001 fue cuando realizó sus votos perpetuos.
En León permaneció 6 meses y luego la trasladaron a Oxnard, California, y también estuvo en Kansas City, antes de radicarse en Los Ángeles.
PROCESO DE FE
Las interesadas en ser Siervas de María pasan por diferentes etapas de formación. Primero postulan por un año, recibiendo clases de Biblia, en las cuales las hermanas se preparan para tener un encuentro con Dios; clases de moral que les explican la vida de las Siervas, la de la Santa Madre y la del instituto. Las introducen en la oración. Al terminar el postulado cumplen con dos años de noviciado, hasta llegar a los votos perpetuos. El primer año es el más demandante.
Una Sierva de María debe realizar votos de pobreza, castidad y obediencia, que renuevan anualmente por 6 años.
“El voto de pobreza más que nada significa que nos confiamos a la Divina Providencia. No tenemos salario del cual depender; vivimos de donaciones. Nos vaciamos de nosotras mismas para llenarnos de Dios. Sólo cubrimos las necesidades básicas. Imitamos a Cristo que fue pobre”.
En cuanto al voto de castidad, “le entregamos nuestra vida al Señor; nos consagramos en cuerpo entero, renunciando al matrimonio para podernos dar más enteramente al servicio del prójimo”.
En cuanto a la obediencia, cumplen las expectativas y reglamentos de su congregación al igual que un empleado lo hace con su empresa. Y por supuesto obedecen el mandato de Dios por sobre todas las cosas.
Para que una Sierva llegue a ocupar el puesto de madre superiora, primeramente se les pide a las religiosas su opinión de quienes consideran aptas para asumir esta responsabilidad. “Mandamos nombres en privado que luego llegan a la madre superiora general, y se pide consejo a la superiora provincial. Se puede servir como superiora por 3 años y puede ser elegida tres veces consecutivas”, explica Sor Angélica.
“La madre superiora está a cargo de las hermanas; está al pendiente de su salud física, mental y espiritual. Al mismo tiempo está al servicio de la casa y comunidad”, agrega.
ATENCIÓN DE CALIDAD
“Como norma general, las Siervas de María cuidamos de todos los enfermos sin importar religión o clase social, simplemente la necesidad que presente el paciente”, dice la madre superiora Angélica.
Hace varios años, el cardenal Rogelio Mahony, en aquel entonces Arzobispo de Los Ángeles, les pidió a las Siervas de María que brindaran el servicio de cuidar a los sacerdotes enfermos. Y así lo han venido haciendo.
Estas valerosas mujeres no sólo proveen una atención a la salud física, sino también un cuidado espiritual, ayudando al enfermo a tener ese encuentro con Dios.
La mayoría de las hermanas son enfermeras registradas otras son LVN y CNA, o asistentes de enfermería certificadas.
“En el noviciado nos dan conocimientos de primeros auxilios y en la tercera etapa de formación nos preparan para cuidar pacientes. Necesitamos estar preparadas para nuestro ministerio”, dice Sor Angélica, quien es enfermera registrada.
REQUISITOS PARA SER SIERVAS DE MARÍA
Actualmente existe una necesidad de mujeres interesadas en ser parte de esta congregación. “Tengo muchas llamadas de enfermos que solicitan ayuda y no podemos mandarle a una hermana para aliviarles y darles consuelo porque somos pocas. No damos abasto. Aquí en Los Ángeles somos 12, y tengo 3 hermanas mayores que por su condición de salud no pueden ofrecer el servicio”.
Entre los requisitos para ser Sierva de María, la madre Angélica dice que lo primero es sentir el llamado de Dios. También tener de 18 a 30 años, aunque se puede hacer alguna excepción.
“Generalmente buscamos que sean solteras y no hayan tenido hijos o compromisos que las liguen a otro tipo de estilo de vida”, comenta.
Ser saludable para tener la fuerza y energía para cuidar a enfermos, sobre todo en las noches, es también un requerimiento.
“Otro requisito importante es que les guste la enfermería, porque es el único ministerio que tenemos”, aclara la religiosa.
Ser Sierva de María es un gran compromiso de ofrecer atención y consuelo a seres humanos con necesidades especiales. Una labor que por cierto dignifica la vida de muchos. VN
MÁS INFORMACIÓN
Congregación Siervas de María:
www.sisterservantsofmary.org
Su convento de Los Ángeles está ubicado en el 2131 W. 27th Street
Los Angeles CA 90018.
(323) 731-5747
Interesados pueden ofrecerles donaciones monetarias o de alimentos. Además necesitan voluntarios para transportarlas a las residencias de los enfermos.
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