‘UNA COMUNIÓN DE COMUNIDADES’

‘UNA COMUNIÓN DE COMUNIDADES’

fOTOGRAFÍA: Junto a Monseñor Gomez (centro), los Obispos Auxiliares Alexander Salazar (izq.) y Robert Barron (der.) posan con feligreses de más de 40 países en las escalinatas de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles).

Por ALICIA MORANDI
Fotografías de VICTOR ALEMÁN

Sentada muy juiciosa entre sus padres, Abigail López aguardaba el inicio de la Misa de las Culturas una mañana de finales de verano. Su vistoso traje típico de Guatemala le daba color a la grada ubicada a un lado del altar. A sus 5 años, además de hablar fluidamente español e inglés y el dialecto acapeco de sus antepasados, la pequeña está aprendiendo mandarín. Sus progenitores le inculcaron que aprender una lengua es aprender una cultura.

“Abigail asiste a una Escuela Católica y nos dijeron de este evento, y la trajimos porque es importante involucrar a nuestros hijos en actividades como ésta”, dijo su mamá Katy de Marco, que al igual que su esposo, es originaria de Guatemala. “Quiero que mi hija sepa que hay más culturas, no solamente la latina. Y que hay una variedad de idiomas con los que ella puede comunicarse”.

Con esa mente y corazón abierto a la diversidad se unieron también a la XIII Misa anual de las Culturas grupos de latinoamericanos, afroamericanos, vietnamitas, nigerianos, croatas, filipinos, coreanos, polacos, y más. Juntos compartieron esta misa especial en la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, una ciudad que alberga a alrededor de 50 etnias.

Con el lema “Comunión de las Comunidades”, la misa destacó el centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, Patrona de Portugal.

COMPARTIR EL REGALO DE LA FE

El Arzobispo José H. Gomez, máxima autoridad de la diócesis más grande y diversa de la nación, concelebró junto al Obispo Auxiliar Alexander Salazar, Vicario de la Oficina del Ministerio Étnico, las contribuciones a la Iglesia Católica por las comunidades étnicas. Les acompañaron otros obispos auxiliares de Los Ángeles, sacerdotes y diáconos.

El Obispo Salazar destacó la importancia de la unidad entre los católicos al aclamar “la comunión de las comunidades”.

“Hay un solo Señor, una fe, un solo Bautismo cuyas aguas nos vuelven hermanas y hermanos a todos sin excepción, y el Cielo se abre para nosotros.

“A esta Iglesia Catedral venimos de muchos países diferentes, hablando diversos idiomas, pero compartiendo la misma fe bajo el mismo Dios, y el Bautismo nos hace uno con Él”, y agregó que Jesús quería que sus discípulos fueran uno solo.

El religioso invitó a la audiencia a compartir el regalo de la fe. “La Catedral es la fuente de unidad para cada uno de nosotros. Celebremos aquí mismo quiénes somos”, dijo.

Asimismo, el Arzobispo Gomez manifestó su regocijo al poder celebrar la Santa Misa de las Culturas porque “nos hace reflexionar sobre la universalidad de la Iglesia Católica, y sobre cómo en Los Ángeles se hallan personas de todo el mundo unidas en la fe y servicio a la comunidad”.

MÚSICA, COLOR Y UNIÓN

Pero la Misa de las Culturas no fue sólo una celebración religiosa. También el arte se hizo presente con la musicalización del coro multicultural de la Catedral a cargo de Anna Betancourt, y con las radiantes actuaciones de grupos como el de bailarines oaxaqueños que realizó la “Danza de agradecimiento a la Tierra”, o el grupo de coreanas Yu Su Kyung Kah-Yah que con trajes rutilantes presentaron el baile tradicional de su patria.

Guadalupe Figueroa, de Oaxaca, de la Parroquia de Santa María de Fontana, contó que los convocaron para representar a las naciones y “unirnos a abogar por la paz y conocer a otras culturas”. Es la primera vez que asiste a esta misa. “He visto trajes de todo el mundo y son preciosos. Estos eventos ayudan para que a los inmigrantes nos acepten un poco más. Ahora está muy dura la migración y este tipo de misa nos beneficia para que nos conozcan mejor y vean que somos gente de paz, trabajadores, y que no venimos a hacerle mal a nadie; venimos a progresar y a darle una mejor vida a nuestros hijos”, dijo.

Guadalupe lucía con orgullo un traje típico oaxaqueño, bordado a gancho. Y en su cabeza tenía un manto para asistir a misa que en su región le llaman “el resplandor”.

Por allí también estaba Melissa Cho, nacida en California, pero hija de inmigrantes católicos de Corea del Sur que huyeron de la guerra a principios de los años 50. Esta ama de casa de 62 años dijo que llegó a la Catedral porque tenía curiosidad de conocer a otras culturas, ya que la mayor parte de su vida ha vivido en Koreatown.

“Una amiga que viene todos los años me dijo que era la misa más bella que ella ha presenciado. Y me parece lo mismo. Voy a seguir asistiendo. Me encantaron las danzantes coreanas; sentí que me acercaron al país de mis parientes que nunca conocí”. Y emocionada expresó que “no importa el color de nuestra piel, todos somos migrantes que traemos nuestras tradiciones y debemos compartirlas en paz y con tolerancia. La Misa de las Culturas es un recordatorio de esto”.

El matrimonio de los polacos Teodor y Fela Zepik también dijeron presente. Es el segundo año que asisten a esta misa y piensan seguir haciéndolo. No pertenecen a ninguna parroquia pero comentaron que disfrutaron del coro en varios idiomas y del mensaje del Obispo Salazar, y que deleitaron sus ojos con los trajes típicos de otras naciones.

“Venimos más temprano porque queríamos ver a los danzantes de Oaxaca en Los Ángeles, que bailaron en la Plaza de la Catedral”, dijo Teodor. Su esposa acotó que “eventos como éste fortalecen la fe católica y vemos que somos una sola raza: la humana”.

Sudamérica también se hizo presente con la argentina Raquel del Valle Quiroga y su hija Julianna Gerbautz, de 10 años, feligresas de la Parroquia Santa María de Palmdale. Por cuarto año consecutivo han asistido a la Misa de las Culturas vestidas con el traje típico celeste y blanco, y el cabello trenzado al estilo de las “paisanas” de Argentina. Antes de iniciar la misa, las dos desfilaron emocionadas con el resto de las comunidades étnicas que se fueron acomodando a un lado del altar.

“Debemos hacerle saber al mundo que este país es realmente multicultural”, expresó Raquel. “Entonces es una oportunidad maravillosa para nosotros los católicos poder estar presentes cada año demostrando la unidad. Debemos vivir en comunidad, no divididos por regiones o países. Considero que es una excelente oportunidad para que vean que los inmigrantes hispanohablantes tenemos esa actitud de vivir todos juntos y reunirnos bajo un mismo techo para lograr actividades y desarrollar ideas en conjunto”.

Las reliquias de los Santos Jacinta y Francisco Marto, canonizados en mayo por el Papa Francisco, estuvieron allí presentes, al igual que una auténtica estatua de Portugal de Nuestra Señora de Fátima. VN

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