<!--:es-->UN TIEMPO PARA LA ACCIÓN CATÓLICA Y LAS VOCES CATÓLICAS<!--:-->

UN TIEMPO PARA LA ACCIÓN CATÓLICA Y LAS VOCES CATÓLICAS

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ Arzobispo de Los Ángeles

Hace dos semanas, en Roma, el Papa Benedicto XVI dio un extraordinario discurso a un grupo de Obispos norteamericanos visitantes.

Nuestro Santo Padre elogió a los fundadores de Norteamérica por su compromiso con la libertad religiosa y su idea de que las enseñanzas morales judeo-cristianas son esenciales para formar a los ciudadanos y las instituciones democráticas.

El Papa advirtió que nuestra herencia de libertad religiosa enfrenta “graves amenazas” de parte del “secularismo radical” de la opinión política y cultural de los líderes que son “cada vez más hostiles al cristianismo”.

Al día siguiente del discurso del Papa, nuestro gobierno federal dio un fallo que confirmó sus peores temores sobre la creciente tendencia anti-religiosa y anti-cristiana en nuestro país.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos anunció una decisión final que exigirá que todos los empleadores de Estados Unidos proporcionen a sus empleados seguros de salud que ofrezcan de manera gratuita métodos de control de natalidad, esterilizaciones e incluso drogas que provocan abortos.

El gobierno rechazó los esfuerzos de los Obispos de Estados Unidos de negociar una exención a aquellos empleadores que son al mismo tiempo organizaciones religiosas -incluyendo hospitales, caridades y universidades católicos – que se oponen moralmente al aborto y la anticoncepción.

En cambio, el gobierno nos está dando hasta agosto de 2013 para obedecer o sufrir las consecuencias: multas tan grandes que podrían llevar a algunos empleadores católicos a tener que cerrar sus puertas.

Es difícil no ver este nuevo mandato como un ataque directo a las conciencias católicas y a la libertad de nuestras instituciones católicas.

El mandato no promueve la libertad civil y no impulsa significativamente ninguna meta de salud pública.

El gobierno justifica el mandato argumentado que los empleadores que no proporcionen estos servicios están discriminando a las mujeres. Pero el acceso gratis a la anticoncepción nunca ha sido un derecho humano básico. Y no hay ninguna evidencia de que el control de natalidad tenga algún efecto sobre la salud de las mujeres; en efecto, el embarazo no es una enfermedad que requiera de “medicina preventiva”.

El Departamento de Salud justifica la negación de exenciones a las caridades, hospitales y universidades católicas, porque dicen que no son instituciones realmente “religiosas”.

Esta es probablemente la parte más problemática de este nuevo mandato.

Porque, en efecto, el gobierno presume tener la competencia y la autoridad para definir qué es fe religiosa y cómo los creyentes deben expresar sus compromisos de fe y su relación con Dios en la sociedad. Esos son poderes que el gobierno nunca antes asumió tener.

En este caso, el gobierno está imponiendo una idea estrecha y radicalmente individualista de la religión, definiéndola solamente como ritos de adoración y enseñanza moral. Como muchos han señalado, bajo esta definición, mucho de lo que Jesucristo hizo no calificaría como ministerio “religioso”.

El hecho es que todo lo que la Iglesia hace es “religioso”. Todos nuestros ministerios e instituciones están motivados por nuestro amor a Dios y nuestra misión de propagar el Evangelio. No hacemos esas cosas porque somos trabajadores sociales o filántropos. Las hacemos porque somos discípulos.

La Iglesia Católica es el único grupo religioso visible en la vida pública norteamericana que sostiene creencias consistentes sobre la moralidad de los asuntos sobre la vida, incluyendo el aborto y la anticoncepción. Y las instituciones católicas son una importante contribución a nuestra estructura social, sanando, educando y velando por las necesidades de millones de nuestros conciudadanos, especialmente los más necesitados.

Así que es difícil no llegar a la conclusión de que el gobierno está atacando a la Iglesia con este nuevo mandato.

Pero el asunto aquí va más allá de la anticoncepción y más allá de la libertad de la Iglesia católica. Van al núcleo de lo que es nuestra identidad nacional y de la comprensión histórica que tenemos de nuestra forma de gobierno democrático.

Habrá mucho más que decir sobre esto en las próximas semanas. Pero lo que pongo a continuación es muy claro:

Ahora es el momento para la acción católica y para las voces católicas.

Necesitamos líderes laicos que asuman sus responsabilidades por la misión de la Iglesia. Que no solamente defiendan nuestra fe y nuestros derechos como católicos, sino que sean líderes para una renovación moral y cívica, líderes que ayuden a formar los valores y los fundamentos del futuro de Norteamérica.

En el discurso mencionado arriba el Papa Benedicto nos dio algunos consejos proféticos para estos tiempos difíciles:

En todo ello, una vez más, vemos la necesidad de un laicado católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido crítico frente a la cultura dominante y de la valentía de contrarrestar un laicismo reductivo que quisiera deslegitimar la participación de la Iglesia en el debate público sobre cuestiones decisivas para el futuro de la sociedad estadounidense. La formación de líderes laicos comprometidos y la presentación de una articulación convincente de la visión cristiana del hombre y de la sociedad siguen siendo la tarea principal de la Iglesia en vuestro país. Como componentes esenciales de la nueva Evangelización, estas preocupaciones deben modelar la visión y los objetivos de los programas catequéticos en todos los niveles.

Esta semana necesitamos orar los unos por los otros y también por nuestros líderes.

Nos encomiendo a la intercesión de María Inmaculada, Patrona de América, y la Madre de la Esperanza.

Si desea seguir al Arzobispo Gomez en su sitio de la red social de Facebook, conéctese a:

www.facebook.com/ArchbishopGomez

Share