UN AÑO CON EL PAPA FRANCISCO: BENDICIÓN PARA LA HUMANIDAD

PADRE GONZALO MEZA es experto en asuntos del Vaticano (vaticanista) y colabora como consultor en la Oficina de Medios de Comunicación de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Este año se cumplió el primer aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio a la sede de San Pedro. Un periodo que ha marcado la vida de la Iglesia y la visión del Papado. Usando las palabras del Papa Francisco, ha sido un año en el que ha “habido líos” para anunciar infatigablemente el Evangelio y llevar el mensaje de la misericordia de Dios al mundo, especialmente a las periferias existenciales: “Que acá adentro va a haber lío, va a haber… Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir; si no salen se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG” (Palabras del Santo Padre a los jóvenes de Argentina, Jornada Mundial de la Juventud, Río de Janeiro, Brasil, 25 de julio de 2013).

El Papa Francisco ha sabido comunicarse con un lenguaje fresco y directo. Como sacerdote y luego como Obispo en Buenos Aires siempre estuvo cerca de su pueblo y de sus sacerdotes. Por ello conoce su lenguaje, los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo. Con ese estilo de pastor con olor a oveja ha llegado al corazón de las personas, ganándose la simpatía de propios y extraños, modificando positivamente la imagen de la Iglesia, especialmente en los medios de comunicación. Un ejemplo de esto son los 12 millones de seguidores en Twitter, además de la cobertura mediática impresionante que ha recibido desde su elección. Es uno de los cuatro nombres más mencionados en la prensa. Esta ha sido ya la primera parte de la “revolución de Francisco”.

El cambio fundamental que el Papa Francisco trajo al Vaticano fue la humildad y sencillez. El mismo Pontífice dijo en una entrevista: “El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal”. Y con su humildad, el Papa Francisco y sus predecesores desde Juan XXIII han removido para siempre una visión cortesana del papado para regresarla a su esencia: el Papado como servicio al Pueblo de Dios.

Ha sido un año de cambios en la curia Romana. Como nunca antes en la historia, el Vaticano se somete a una reforma radical en su estructura de gobierno. Para ese fin, llamó a trabajar a su lado a un grupo de ocho Cardenales que lo asesoran. Sus trabajos ya están en marcha y son visibles. Por ejemplo, recientemente el Papa Francisco creó una Secretaría de Economía para coordinar todas las actividades económicas en el Vaticano, reuniendo así en un solo ente a más de 200 organismos que trabajaban de forma independiente en los diferentes dicasterios, comisiones y otras oficinas vaticanas. Asimismo, varias multinacionales dedicadas a la consultoría y auditoría trabajan en varios organismos de la Santa Sede para hacerlos más eficientes y transparentes. El Papa quiere cuentas claras. Trabajo más eficiente y ordenado, al servicio del pueblo de Dios.

El Santo Padre vive en el cuarto 201 de la Casa Santa Marta, un albergue para huéspedes en el Vaticano, construido por Juan Pablo II como residencia temporal para los Cardenales durante los cónclaves. Se levanta cerca de las 4 de la mañana. Hace su meditación y celebra la Misa en la capilla del Espíritu Santo. Al final de ésta, dedica unos minutos a la reflexión y luego saluda personalmente a los asistentes. Como un párroco que saluda a sus feligreses al final de la misa dominical. El Papa desayuna, almuerza y cena en el comedor común. No hay platillos especiales. Es el líder espiritual de más de 1, 200 millones de católicos, pero también es el Jefe del Estado Vaticano y por tanto posee privilegios diplomáticos propios. Sin embargo, el Papa Francisco no ha pedido ninguno. De hecho, hace poco renovó su pasaporte argentino.

La jornada del Papa se compone de audiencias públicas y privadas, reuniones con dignatarios y Obispos, redacción de cartas y homilías… y llamadas telefónicas a algunas personas que le enviaron una carta con la esperanza de que el Papa la leyera y les respondiera. Y así fue. El Santo Padre Francisco es infatigable. En 365 días de pontificado ha pronunciado cerca de 200 alocuciones y casi 200 homilías en la Casa Santa Marta. Ha hecho 3 visitas dentro de Italia (Lampedusa, Cagliari y Assisi) y un viaje internacional a Río de Janeiro para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Ha escrito una encíclica (La luz de la fe) y una exhortación apostólica (La alegría del Evangelio). Siete millones de personas han participado en audiencias o celebraciones públicas tan sólo en el Vaticano, sin contar los 3 millones de jóvenes que acudieron a la misa conclusiva de la JMJ. En esas alocuciones y mensajes el Papa Francisco ha tenido como prioridad anunciar la misericordia de Dios: “Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarles las heridas… La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio
primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!’ Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia” (Antonio Spadaro, Entrevista con el Papa Francisco, Razón y fe, 19 de septiembre de 2013).

En toda la Iglesia es el tiempo de la misericordia, dijo el Papa a los párrocos de Roma que se reunieron con él, al inicio de la Cuaresma 2014: “El sacerdote es un hombre de misericordia y compasión, cerca de su gente y servidor de todos. Este es un criterio pastoral que quisiera subrayar mucho, la cercanía, la proximidad. Es el servicio, pero la proximidad, la cercanía. Quien se encuentre herido en la propia vida, en cualquier modo, puede encontrar en él atención y escucha… En particular el sacerdote demuestra entrañas de misericordia al administrar el Sacramento de la Reconciliación; lo demuestra en toda su actitud, en la forma de acoger, de escuchar, de aconsejar, de absolver”. Pastores con olor a oveja.

El Papa ha trazado también el perfil de aquellos que cumplen la misión de ser los sucesores de los Apóstoles, los Obispos: “Que sean pastores cercanos a la gente, padres y hermanos, que sean mansos, pacientes y misericordiosos; que amen la pobreza interior como libertad para el Señor, y también exterior como sencillez y austeridad de vida; que no tengan una psicología de ‘príncipes’; …que no sean ambiciosos, que no busquen el episcopado… que sean esposos de una Iglesia, sin estar en constante búsqueda de otra”. El Papa añade una norma que el Concilio de Trento tuvo que aplicar en el siglo XVI: la residencia estable y cotidiana en una diócesis.
En un mundo de congresos y reuniones, todos los pastores corren el riesgo de “escapar a otro lugar” fuera de sus diócesis o parroquias para asistir a esta conferencia o a aquella otra celebración, aniversario, etc. Sin embargo la misión del pastor, decía el Papa, “exige asiduidad y cotidianidad… el rebaño necesita encontrar espacio en el corazón del pastor”.

Sin ambages el Santo Padre también ha denunciado las luchas encarnizadas, los juegos y las tentaciones del poder dentro y fuera de la Iglesia: “La lucha por el poder en la Iglesia no debe existir. Si queremos que sea así, debemos decir que sea la lucha por el verdadero poder, es decir el que Él (Jesucristo) nos enseñó con su ejemplo: el poder del servicio”.

Muchas cosas para un pontificado que apenas inicia. Ciertamente quedan aún muchos pendientes, especialmente a nivel de la Curia Romana pues el trabajo apenas comenzó.

Con la humildad que lo caracteriza, el Papa no tuvo ninguna actividad especial para festejar el primer aniversario de su pontificado. Ese día, el Santo Padre se encontraba en Ariccia, participando en un retiro espiritual de Cuaresma con sus colaboradores. En su cuenta de Twitter simplemente escribió: “Recen por mí”. Con su vida, palabras y acciones, el Papa Bergoglio ha encarnado lo que muchas veces ha dicho: “No dejen que les roben la esperanza”. Francisco ha anunciado con frescura a todo el mundo, el mensaje de Jesucristo nuestra Esperanza. Y por ello es una bendición para la humanidad. VN

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