
‘TENEMOS MILAGROS TODO EL TIEMPO EN ALL SAINTS’
(fOTO: ¡BIENVENIDOS! – Desde la izquierda: Angelique (9); Andrea (11); María Palermo, directora de la Escuela Católica ‘All Saints’; Aaron (8), y Alysen (6). / VICTOR ALEMÁN).
Una directora compasiva y una pareja que llegó inesperadamente a esta escuela católica, les dieron el mejor regalo a cuatro hermanos en busca de una buena educación
Por R.W. DELLINGER
Poco antes de la Navidad, un “milagro” llega a la vida de unos hermanos latinos criados por su abuela y su tío. Esta familia no cuenta con los medios para pagar la matrícula de una escuela católica para todos ellos, pero valora la educación que allí se recibe.
Una pequeña escuela parroquial de El Sereno, All Saints (Todos los Santos), de escasos recursos pero con una clara misión de formar a excelentes alumnos y seres humanos, les ha abierto las puertas a Andrea, de 11 años, Angelique (9), Aaron (8) y Alysen (6).
Los niños iban a escuela pública, y el tío, un empleado de un cementerio, con mucho esfuerzo logró inscribir a la hermana mayor, Andrea, en la Escuela Católica All Saints. La niña se transfirió a mitad del ciclo escolar y su rendimiento mejoró notoriamente, al igual que su comportamiento. Pero su tío simplemente no pudo matricular a los demás sobrinos, por lo que se quedaron en la escuela pública. Este hombre dijo que su sueño era que todos fueran a la escuela católica.
Cuando la directora de All Saints, María Palermo, descubrió que los hermanos querían estar con su hermana mayor, sintió compasión e hizo todo lo posible para poder transferirlos en este otoño. Con ellos la escuela elevó su número de estudiantes a 54.
“No quiero que la gente piense que las finanzas son una razón para no venir aquí”, dijo Palermo, quien ha cumplido 19 años dirigiendo esta escuela a la que no le sobra el dinero. “Tenemos una misión: producir mentes académicas y corazones santos. Y lo tomamos en serio”.
Para obtener algunos fondos que cubrieran las matrículas de estos niños, Palermo alquiló un aula para filmación por $ 1,000 y le ha rezado al Padre Pío para que de alguna manera pudiera acercarse a cubrir esta deuda. Y parece que sus plegarias fueron escuchadas. En vísperas de Navidad fueron bendecidos por lo que ella y esta familia catalogan como un “milagro”.
Al terminar el horario escolar llegó al recinto una pareja de ancianos pidiendo hablar con la directora. Palermo no los había visto antes. Pero allí ocurrió el milagro por el que tanto había rezado.
Esta pareja de la Parroquia Holy Family en South Pasadena dijo que quería patrocinar a una familia, pero no tenía idea a cuál. Justo ese día
la revista semanal de la Arquidiócesis de Los Ángeles acababa de publicar un artículo sobre cuatro estudiantes criados por su abuela y su tío que batallaban por pagar la matrícula de una escuela católica. Palermo entonces se lo mencionó y la pareja dijo que le gustaría apoyar a esos niños, preguntándole cuánto les costaría. La directora hizo un cálculo rápido y llegó a $10 mil. Pero ella ya había recaudado $ 1,000 del salón de clases alquilado. Entonces el costo total sería de $ 9,000. Apenas podía creerlo cuando la pareja le dijo que donarían ese dinero para la colegiatura de los hermanitos.
Al día siguiente, ella llamó a la redacción de las publicaciones de la Arquidiócesis y comentó con júbilo: “Miren, les dije que el Padre Pío se presentaba en todo momento! Fue un milagro, pero, saben, tenemos milagros todo el tiempo en All Saints”.
‘Uno aprende más aquí’
Los hermanos, felices de estar ahora juntos en la misma escuela, hablaron sobre su experiencia.
“Al principio fue difícil, porque realmente yo no sabía lo que estaban aprendiendo aquí”, comentó Andrea vistiendo la sudadera azul de All Saints. “En mi antigua escuela pública realmente no me enseñaron lo que se aprende aquí. Por eso tuve mucho más trabajo que hacer. Pero mi primera amiga fue Alysa. Mi maestra le pidió que trabajara conmigo en nuestro Centro de matemáticas. Y acabamos hablando de lo mucho que amamos la escuela y las matemáticas. Y luego nos hicimos amigas.
“Y ahora en el quinto grado el reto es un poco más grande que en el cuarto. Mi maestra dijo que a medida que avanzamos, será más difícil. Pero eso me gusta porque te vuelve más inteligente. Y me gusta que también tengamos alumnos de sexto grado en clase. Puedes hacerte amigos de ellos.
“En mi antigua escuela realmente me intimidaban y molestaban, y no aprendía mucho”, explicó. “Así que mi tío quería que obtuviera una mejor educación”.
Sus hermanos estaban con ella, vistiendo también la sudadera de la escuela. “Al principio era un poco tímida”, recordó Angelique. “Pero entonces mi maestra me presentó a todos. Y eso mejoró las cosas. Aquí hacemos más tareas, pero esto es bueno”.
Aaron levantó la mano para participar en esta conversación. Dijo que ya ha hecho amigos y cree que está aprendiendo más. “Los maestros son mejores”, dijo. “Estoy con primero y segundo grado. Pero sólo hay 10 alumnos. Y me gusta que sea un grupo más pequeño porque el profesor puede ayudarte más”.
“Aprendes más aquí”, susurró Alysen, la más pequeña. “He aprendido los números y el alfabeto y los sonidos de las palabras”.
“Ella ahora sabe contar hasta 100”, intervino Aaron. “¡Yo sé hasta 200!”.
La niña se sonrojó diciendo que le gustaba estar en la misma clase que su hermano mayor. “Porque a veces él me ayuda”, dijo.
‘No hay atajos’
Según la directora, la transición [de escuela pública a católica] no fue demasiado dura, porque fueron bien recibidos. “Lo que podría haber sido un poco más difícil es la carga de trabajo, porque realmente tienen que ser productivos. En la escuela pública si haces tu trabajo, estás bien; si no lo haces también estarás bien. Aquí realmente eso no aplica porque los profesores hacen que sus alumnos cumplan con su labor. No hay ningún atajo.
“Uno de ellos tuvo dificultades para adaptarse. Y su maestra le dijo: ‘No voy a dejar que te atrases. Haré esto porque te amo’. Así que hay una afirmación positiva. Pero tienes que hacer tu trabajo. Eso es lo que se espera de ti”.
Andrea, la hermana mayor, tuvo un problema diferente en una escuela pública, uno que Palermo ha visto una y otra vez en los estudiantes que se transfieren. Un escudo de autoprotección.
“Muchos de los niños que vienen de otras escuelas, en especial de las públicas, tienen que fingir que son otra persona”, señaló. “Y tal vez es una fachada o una manera de hacer frente a las cosas. No estoy segura. Pero traen esa actitud a nuestra escuela. Por lo tanto, su maestro o yo nos sentamos y muy contundentemente le decimos: “Tú estás bien aquí. No tienes que fingir algo que no eres. Te vamos a querer sin importar lo que hagas. Y no tienes que actuar de esa manera o decir esas cosas”.
Con Andrea, fue su maestra de cuarto grado quien trabajó con ella, enfatizando que se encontraba en un lugar seguro. Podía ser ella misma y no tenía que fingir que era alguien más mala y más dura. Y el cambio no se hizo esperar. Se volvió una estudiante más amable y extrovertida floreciendo en su nuevo entorno escolar.
A muchos otros en All Saints les ha pasado lo mismo.
“Creo que los hemos acercado más a Dios a través de nuestras oraciones desde el Preescolar hasta el 8º grado; a Familias de fe (Faith Families) y a todas las actividades religiosas que hacemos”, dijo Palermo. “No conozco su situación familiar al cien por ciento, pero sé que cuando están aquí, se les ama. Y se les está enseñando que Jesús los ama. Que no importa lo que pase, ellos son especiales. Y eso es algo que tienen que sentir. Porque si no lo hacen y se pasan la vida con ‘yo sólo tengo que obtener este grado, hacer este trabajo’, entonces se están alejando del propósito real”. Y la directora agregó: “Éste es un lugar donde independientemente de lo que vaya mal en casa, aquí estamos para aprender y ser mejor persona y para saber siempre que Jesús te ama”. Y te amamos y queremos que te superes. De eso se trata”. VN
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