SOMOS CRISTIANOS CATÓLICOS, PERO ¿QUÉ QUIERE DECIR ESO?

Que somos cristianos católicos y que pertenecemos a una Iglesia universal quiere decir que nuestra misión es trasmitir el mensaje de Jesucristo y el testimonio de que Él está vivo y presente en nuestra vida a todas las personas del mundo, sin importar su raza, lengua o condición social. Todos los seres humanos están invitados a conocer a Jesús nuestro Señor. El Papa Francisco nos recuerda en su exhortación apostólica, que llevar esta buena noticia es lo más importante en la vida de un cristiano católico, y que realizar esta misión es la mayor fuente de felicidad. Esta es nuestra identidad como Iglesia, porque somos una Iglesia misionera. Cuando perdemos de vista este sentido de misión es cuando perdemos nuestra identidad, es decir la razón de ser de nuestra existencia como comunidad eclesial.

La tarea misionera de la Iglesia se realiza en muchos frentes, porque donde hay una necesidad humana allí debe estar la Iglesia ofreciendo la luz de Cristo. Un lugar para evangelizar es nuestra propia familia, porque quizás en nuestro propio hogar nadie ha traído a Cristo. Y cuando Cristo no es el centro del matrimonio y la familia hay un vacío tan grande que trae consecuencias muy negativas, como violencia, desunión, confusión en los hijos, etc.

Un aspecto importante de la tarea misionera es el envío. No evangelizamos porque queremos, sino porque Cristo nos mandó y la Iglesia nos prepara para esta tarea. Somos una comunidad eclesial y como comunidad servimos. La Arquidiócesis de Los Ángeles es nuestra Iglesia local y es también nuestra familia. Y tenemos que fortalecer los vínculos de esta gran familia, para que realmente se note que el amor de Dios se realiza en el amor de los unos por los otros.

Para construir la comunidad eclesial en Los Ángeles y llevar al Evangelio a todas las personas de todas las razas y culturas, tanto a las que viven dentro de los límites geográficos de nuestra Arquidiócesis como los que viven en otros países, debemos desarrollar algunas habilidades.

Como lo están leyendo, construir comunidad y ser misioneros requiere que desarrollemos unas virtudes cristianas básicas. La Iglesia católica no está formada solamente por una cultura o por un grupo étnico o por personas de una edad específica. La Iglesia Católica de Los Ángeles es un mosaico de culturas, razas y edades. Somos una Iglesia diversa. Incluso, no todos los hispanos somos iguales, no hablamos igual, no nos gustan las mismas comidas, no seguimos las mismas tradiciones, ni tenemos las mismas devociones. Cubanos, portorriqueños, salvadoreños, mexicanos, costarricenses, argentinos, españoles, etc. somos etiquetados como latinos/hispanos pero somos muy diferentes los unos de los otros. Y la diversidad es la riqueza de la Iglesia, aunque al mismo tiempo sea un reto, porque debemos aprender a ser hermanos. El Señor Jesús nos dejó un mandamiento: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”, pero en la práctica no es tan fácil cumplirlo. Los Obispos de Estados Unidos encomendaron a la Oficina de Diversidad en la Iglesia que preparan materiales y talleres para ayudar a todos los católicos a vivir y construir comunidad y para aprender a respetar las culturas cuando salimos a evangelizar a los otros que nos son de nuestra cultura.

El programa se llama “Construyendo capacidades interculturales en los ministros” y está dirigido a todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia sean laicos, religiosos o sacerdotes. No puedo ni siquiera sintetizar los objetivos de estos talleres, pero quiero señalar algunos de los temas (sólo una muestra) que se discuten y que se espera que sirvan para ayudar a los ministros a construir verdaderas comunidades parroquiales.

1. LOS SERES HUMANOS HEMOS SIDO CREADOS EN IGUALDAD. SOMOS TODOS HIJOS E HIJAS DE DIOS Y NADIE SE PUEDE SENTIR SUPERIOR A SU HERMANO(A).

Este punto es básico en dos sentidos, yo no puedo humillar a nadie, porque no soy superior a nadie, pero tampoco debe humillarme ante nadie porque sólo Dios es digno de gloria.

2. DIOS NOS AMA A TODOS, INCLUSO A LOS PECADORES. NO ACEPTAMOS EL PECADO PERO NO PODEMOS DESPRECIAR AL PECADOR.

Pareciera tan simple pero una gran parte de nuestros prejuicios provienen de una cierta vanagloria al sentirnos, que al menos no somos tan pecadores como los otros. Esta es una visión muy farisea pero poco cristiana.

3. CADA GRUPO HUMANO TIENE SU CULTURA Y CADA CULTURA TIENE SUS FORMAS DE COMPORTAMIENTO Y LOS VALORES QUE PRIVILEGIA.

Comer con cubiertos no te hace mejor que comer con tortillas o con palillos chinos. Oír música de Mozart no te hace superior a quien oye música romántica, etc.

4. HAY CULTURAS QUE LE DAN MÁS IMPORTANCIA A LOS VALORES DEL INDIVIDUO Y OTRAS QUE DAN MÁS IMPORTANCIA A LA COMUNIDAD.

La sociedad americana privilegia mucho el que cada persona sea exitosa, sea independiente, tenga dinero para que no le pida a nadie. Otras sociedades le dan más importancia a la familia, a que las decisiones se tomen oyendo a los mayores, cuidar la unidad del grupo y buscar el éxito del grupo más que sólo el del individuo. En una familia americana, si un joven termina su carrera profesional el mérito es sólo de él, incluso aunque haya recibido ayuda de su familia. En la cultura hispana, en el mismo caso se valora como un éxito de la familia, porque todos han puesto su granito de arena para lograrlo.

5. EL RACISMO ES Y SERÁ SIEMPRE PECADO GRAVE

A la Iglesia le costó mucho tiempo tomar conciencia de esta verdad, pero ahora es un signo claro de nuestra identidad. Aun cuando sea un legítimo derecho sentirse orgulloso de la raza, el idioma, o las tradiciones, nunca será legítimo despreciar a nadie por el color de la piel, el idioma, la condición social o económica. Aun hoy aunque ésta es una verdad aceptada hay rasgos de racismo en nuestras relaciones humanas en todos los grupos y en todas las etnias. Tomar conciencia de esto es básico si queremos construir comunidad y si queremos evangelizar.

En la Arquidiócesis de Los Ángeles todas las parroquias son diversas. No hay una sólo parroquia donde un grupo étnico pueda decir aquí sólo hay personas de mi grupo. Por lo tanto tenemos que aprender a desarrollar las destrezas que nos permitan tener vínculos de fraternidad entre todos los grupos y sentirnos una sola familia. Pero lo mismo tenemos que decir cuando hablamos de la evangelización. Todas las parroquias de Los Ángeles deben ser misioneras y esto implica salir del templo, ir a donde la gente se reúne, trabaja, se divierte. La actitud de salir implica estar dispuesto a aprender del que es diferente a mí.

Tomar conciencia de la diversidad cultural en nuestra Iglesia nos ayuda a desarrollar virtudes como la apertura, la capacidad de escuchar, el deseo de aprender de los otros para encarnar a Cristo en esas culturas y en la vida de todos los seres humanos. Éste es el camino que la Iglesia ha recorrido desde el principio, desde sus primeros pasos en Jerusalén, desde que tuvo que emigrar a todas las ciudades del Imperio Romano, desde que llegó al continente americano.

Ojalá que este artículo nos ayude a todos a confirmar lo que ya sabemos: Que somos cristianos católicos y que pertenecemos a una Iglesia universal. VN

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