
UN SIGLO, DOS PAÍSES, ONCE HIJOS
(fOTO: Fe y optimismo han conducido a Consuelo Escajeda Soto por una vida plena).
Por MÓNICA LIMÓN
La vocación de servicio se refiere a ese deseo innato de estar a disposición de los demás, de ayudar al prójimo, de ser de utilidad para el bien común. Todos nosotros hemos conocido a alguien que se caracteriza por su disposición a ayudar, sin buscar ningún beneficio personal. Una de esas personas es Consuelo Escajeda Soto, quien en su larga vida- ella cumplirá 100 años el 13 de mayo- ha sido madre, asistente administrativo y enfermera. Esto ha sido posible gracias a una perspectiva optimista de la vida y una gran fe y devoción en Dios.
Para celebrar esa vida ejemplar, el 6 de mayo se realizará una fiesta en su honor. Ese día tan especial, ella estará rodeada de sus hijos, hijas, nietos, bisnietos y tataranietos. Para cerrar con broche de oro, dos de sus hijos que actualmente viven en Chihuahua, México, y a los que tiene mucho tiempo que no ve, también estarán presentes.
Para conocer sus secretos de “longevidad y buena salud”, VIDA NUEVA entrevistó a su hija Yolanda Soto, una de las responsables de su cuidado, quien refirió que su mamá se caracteriza por “su amor a la vida y por su optimismo. A pesar que ha tenido una vida muy difícil, ella siempre, desde que se levanta, tiene una sonrisa en los labios” comentó.
No obstante, su salud se ha ido deteriorando y desde hace un año ella está en cama bajo cuidado las 24 horas del día. Su pronóstico es reservado, explicó Soto, pero ella está consciente que su tiempo en esta tierra ya está por terminar. “Está muy tranquila porque sabe que si se va mientras duerme, Nuestro Señor Jesucristo está dentro de ella”, dijo refiriéndose a que diariamente toma la Eucaristía a manos de un voluntario de la parroquia Santa María Auxiliadora.
Con Dios en el corazón
Consuelo Escajeda Soto nació en el Valle de San Buena Ventura, Chihuahua el 13 de mayo de 1918. Muy pequeña quedó huérfana de madre, por lo que su papá José Ventura Escajeda se convirtió en padre y madre. Ella estudió la escuela primaria y posteriormente se dedicó al cuidado de los quehaceres del hogar. A los 17 años conoció a Florencio Soto, y se casaron cuando ella tenía 18. Tuvieron 11 hijos, de los cuales viven nueve, cinco mujeres y cuatro hombres.
Soto explicó que cuando poco después de su nacimiento, la señora Escajeda cuidó de su padre enfermo hasta que falleció. Unos años después, en el año 1965 para ser exactos, emigró a Estados Unidos con sus hijos -la más pequeña de apenas 5 años. Pero el ambiente no le gustó y con su familia se fue a vivir a Tijuana, México. Fue esa vocación de servicio lo que la motivó a regresar a Estados Unidos en 1979 tras enterarse que su hermano José estaba enfermo de cáncer. Ella decidió cuidar de él. Su hermano falleció 10 años después pero la familia ya se había ubicado permanentemente en este país.
A pesar de ser madre soltera y de enfrentar sola los retos de la vida en un país ajeno, todos sus hijos son hombres y mujeres de bien. A la fecha tiene 18 nietos, 26 bisnietos, y 3 ó 4 tataranietos (no están seguros del número exacto).
Su mamá, explica Soto, es muy devota de San Judas Tadeo y la Virgencita de Guadalupe, y ora diariamente por la mañana y por la tarde. Desde su llegada a Los Ángeles se integró a la Parroquia María Auxiliadora y, junto con su familia, participó en el Cuerpo de Siervos de Dios realizando labores caritativas.
“Hasta la fecha, cuando mi mamá recibe la Eucaristía, hace un donativo a la Iglesia”, comentó. Y como ya no puede ir personalmente a la Iglesia, diariamente ve la misa pregrabada por Youtube.
Además de ser una persona de fe y compasiva hacia los demás, Soto describe a su mamá como una “mujer muy trabajadora que se levantaba a las 5-6 de la mañana para cuidar de su jardín, barrer y limpiar. Siempre le gustó el baile y la música y uno de sus paseos favoritos era ir a Las Vegas, que visitaba anualmente para celebrar su cumpleaños”.
Y a pesar de que ha vivido casi 100 años y haber sido testigo de hechos históricosy de cambios en la tecnología que jamás nadie pudo imaginar, Soto refiere que su mamá es una mujer “que se ha ido adaptando a cada época y a los cambios”.
Refiere también que a pesar que su mamá está conectada al oxígeno las 24 horas y su condición es delicada, aún tiene el ánimo para decir “sus chascarrillos”, por lo que sus nietos y familiares disfrutan mucho de estar en su compañía.
Consuelo Escajeda Soto es la última de su generación que aún está con vida. Todos sus hermanos y primos han fallecido. Sus hijos e hijas están conscientes de que Dios pudiera llamarla en cualquier momento, pero mientras eso sucede, quieren celebrar la vida de una madre excepcional que sacrificó mucho para brindarles un mejor entorno y una vida de oportunidades. VN
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