SAN PABLO, “UN HOMBRE PROFUNDAMENTE ENAMORADO DE CRISTO”

Año Paulino en la Diócesis de Querétaro, México

La Diócesis de Querétaro, México, abrió el Año Jubilar Paulino con una celebración en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Caldereyta de Montes. El obispo, monseñor Mario De Gasperín, presentó la figura de San Pablo como “un hombre profundamente enamorado de Cristo”.

El obispo visitó la parroquia de San Pedro y San Pablo, en Cadereyta de Montes, que comprende treinta comunidades. La comunidad, que celebraba su fiesta patronal, acogió al obispo para celebrar solemnemente la apertura del Año Paulino.

Durante la Eucaristía ciento once fieles recibieron el Sacramento de la Confirmación.

En la homilía, monseñor de Gasperín exaltó las figuras de San Pedro y San Pablo, dos personalidades tan distintas, pero de tanta trascendencia para la Iglesia. Recordó que este es un año de gracia que el Santo Padre ha regalado a la Iglesia. E invitó a los fieles a leer y estudiar las dos cartas de San Pedro y las catorce de San Pablo y a lograr la indulgencia que con motivo del año Paulino se concede a toda la Iglesia.

Para la celebración Eucarística, los fieles llevaron en procesión de las diferentes capillas y barrios de la parroquia las imágenes de los santos patronos, que después de la celebración el obispo bendijo para que retornaran a las comunidades recordando la misericordia de Dios.

Monseñor De Gasperín ha dedicado dos de sus reflexiones semanales a presentar la figura de San Pablo.

En la primera, cita al cardenal Juan Bautista Re, Presidente de la Pontifica Comisión para América Latina en su prefacio a la obra “Aparecida 2007. Luces para América Latina” que acaba de publicar la Librería Editorial Vaticana: “San Pablo se nos muestra en sus Cartas y en el libro de Los Hechos como un hombre profundamente enamorado de Cristo, convencido de que El es el único Salvador que trae la vida nueva y definitiva al hombre”.

“Pablo -añade el obispo- es un modelo perfecto y guía autorizado para cumplir con la propuesta que nos hacen nuestros obispos de América Latina en su documento de Aparecida: Ser verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo”.

“Esperamos –concluye– que las catorce Cartas de San Pablo lleguen a su domicilio: a su familia y a su corazón y transformen y alienten su vida cristiana”.

En su segunda reflexión, el obispo de Querétaro se centra en la ciudad de origen de San Pablo: “Pablo adorna con su nombre, con su vida y con sus enseñanzas a su ciudad natal. Se sentía orgulloso de su ciudad”.

“Pablo, ciudadano romano -añade–, le da un nuevo esplendor a esta vieja ciudad, aunque ahora allí sea escaso su recuerdo. Vicisitudes o ingratitudes de la historia. Pero el honor que Pablo le confirió se conservará siempre en la memoria cristiana. Es ley del cristiano honrar a su ciudad y a su gente”.

“La toponimia cristiana es para honrar a la ciudad o al lugar -concluye monseñor De Gasperín–, donde el santo llega como peregrino, huésped, misionero o servidor. Santiago se hace de Chile, de Cuba, de Compostela o de Querétaro; San Cristóbal de la Habana, San Agustín de Hipona, Santa Teresa de Ávila, la Madre Teresa de Calcuta, como San Pedro lo es de la Cañada o de Tolimán. Jesús no se avergüenza de ser de Nazaret. El santo cristiano no se apropia, sino que se identifica con la ciudad y la gente a la que sirve. Llega como gracia, no como imposición. Se hace “conciudadano de los santos”, dirá Pablo, el de Tarso”. VN

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