SALIDA DE RICHARDSON DEJA CONTIENDA PRESIDENCIAL SIN REPRESENTACIÓN HISPANA
La salida de la contienda presidencial del gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, esfumó hoy las aspiraciones de la pujante comunidad hispana de tener al primer presidente latino en Estados Unidos.
Richardson anunció oficialmente hoy, durante una emotiva rueda de prensa en Santa Fe (Nuevo México), que se retira de la contienda por la candidatura presidencial de su partido, tras lograr apenas el cinco por ciento en las primarias de Nuevo Hampshire el martes, y el dos por ciento del voto en Iowa la semana pasada.
“Es con un enorme orgullo, entendimiento y aceptación que concluyo mi campaña para presidente de EE.UU.”, dijo Richardson quien, no obstante, no se decantó por ninguno de los aspirantes presidenciales demócratas que continúan en liza.
Nacido en California de padre estadounidense y madre mexicana, Richardson le dio a la contienda presidencial demócrata un toque adicional de diversidad étnica y cultural, ya que era el único hispano en la contienda.
Con su partida, ahora sólo quedan como representantes de minorías en esta campaña la senadora demócrata Hillary Clinton (Nueva York), y el senador afroamericano Barack Obama (Illinois).
Pese a su vasta experiencia política dentro y fuera de EE.UU., Richardson nunca logró recabar las cuantiosas sumas de dinero que consiguieron sus rivales, algo clave para, por ejemplo, montar una impresionante maquinaria publicitaria.
Según sus asesores, la campaña recaudó más de 22 millones de dólares de unos 68.000 donantes, contó con una legión de voluntarios y el nombre de Richardson se colocó en las papeletas de votación de 42 estados.
“Caramba, trabajamos muchísimo más que cualquiera, e hicimos lo mejor que pudimos”, insistió el gobernador, quien reiteró sentirse “orgulloso” de permanecer en la contienda “pese a los abrumadores retos financieros y políticos”.
Al final, Richardson tampoco pudo persuadir a la opinión pública de que él era un candidato distinto a los demás, mientras Clinton y Obama acaparaban la atención mediática.
Aún después de sus magros resultados en las primeras elecciones del país, Richardson había asegurado que continuará dando la batalla por la candidatura del Partido Demócrata.
Sin embargo, Richardson no se siente un hombre derrotado pues, aseguró, muchos de sus principales rivales han adoptado posiciones políticas similares a las suyas, especialmente en asuntos como la guerra en Irak, la economía y reforma educativa.
“Presentamos argumentos a favor de un cambio, pero guiado de una mano con experiencia. Presentamos argumentos para una política exterior con principios y realismo…en la que reconstruimos alianzas a través de la diplomacia y un apoyo inquebrantable a la democracia”, señaló el gobernador, arrancando aplausos en el Capitolio estatal.
Con el buen sentido del humor que le caracteriza, Richardson hizo alusión a las presiones de hacer campaña e indicó que ésta ha sido “una experiencia que atesoraré y nunca olvidaré”.
Además, los votantes del país, en particular en los estados con primarias tempranas -donde centró su campaña-, “me pusieron a prueba de una forma que jamás me había pasado”, observó Richardson.
“Tuvimos 200 debates. Bueno, en realidad fueron 24, pero lo sentí como que fueron 200”, dijo el gobernador, suscitando las risas del público.
La legislatura estatal reanudará su sesión anual el martes próximo y Richardson se mostró entusiasta de regresar “al mejor trabajo del mundo” como máxima autoridad del estado de Nuevo México, donde el 43,4 por ciento de la población es hispana.
“Estoy de regreso”, dijo con una sonrisa picarona, pese a que su mandato como gobernador vence en 2010 y no podrá presentarse a la reelección debido a los límites de ejercicio en el cargo.
Según los observadores, Richardson, de 60 años, no tiene nada que envidiar a otros líderes demócratas ya que cuenta con una larga trayectoria política, desde la legislatura de Nuevo México, hasta su ascenso a los pasillos del poder en el Congreso, su paso por Naciones Unidas y en la arena internacional.
Richardson fue secretario de Energía bajo la presidencia de Bill Clinton, para luego representar a EE.UU. ante Naciones Unidas.
Pero, quizá, se le recordará más como un hábil negociador para la resolución pacífica de conflictos en las zonas más convulsionadas del mundo.
Fueron precisamente su experiencia en política exterior así como en política energética los principales argumentos que utilizó en la promoción de su candidatura.
Sobre la inmigración, otro de los temas principales de la campaña, Richardson se había mostrado partidario de establecer un mecanismo para regularizar a los doce millones de trabajadores indocumentados que residen en este país.
La mayoría de los aspirantes demócratas apoya un programa de legalización, por lo que la tarea de continuar esa lucha recaerá en el que logre la candidatura del partido. VN
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