PUENTE ENTRE CULTURAS DISTINTAS EN UNA SOLA IGLESIA

El Padre Gabriel Lui promueve la integración de sus dos comunidades -la china y la mexicana-, diferentes pero con muchas semejanzas

Los padres de Gabriel Lui abandonaron su tierra natal de China continental por las mismas razones que lo hacen muchas parejas jóvenes de otros lugares: buscar un mejor futuro para la familia que acababan de formar. Esta búsqueda los llevó a Taiwán. Gabriel es el mayor de los cuatro hijos de la pareja: tres varones y una mujer. Siendo el mayor, también fue quien recibió junto con sus padres el sacramento del bautismo a los dos años de edad; el resto de la familia se bautizó más tarde.

Realizó los estudios de primaria en una escuela pública en Taiwán y los de secundaria en el Seminario Menor de Taiwán, donde ingresó a los 15 años de edad. Su ida al seminario se vio influenciada por un sacerdote misionero alemán que pasó a formar parte de su vida a raíz de un accidente de su padre.

“Mi padre estuvo a punto de morir, le mordió una serpiente y el misionero le ayudó a encontrar una cura. Luego mi padre tuvo una relación muy cercana de respeto mutuo. Mi padre había salido de su tierra natal y nunca pudo volver a ver a su padre, así que dirigió el respeto que sentía por él hacia este misionero. Éste fue una gran inspiración para mí”, dice a Vida Nueva el Padre Gabriel Lui.

SEMINARISTA
El joven Lui se consideraba un buen seminarista, amaba la vida en el seminario y la “protección” que éste le brindaba.

“En la época en la que yo estaba en la secundaria, Taiwán era un país muy pobre y, por supuesto, la vida en el seminario era más estable y me daba la impresión de que yo llevaba una vida buena. Era una vida un tanto protegida”, dice del seminario donde completó cuatro años de estudios secundarios.

Del seminario menor pasó al regional, a la universidad y al colegio, para completar en total siete años y medio. Luego llegó el momento de su ordenación, la que se llevó a cabo en la capital de Taiwán, Taipei, cuando el joven Gabriel tenía 25 años y medio de edad.
Su inteligencia y viveza llevaron al Obispo de Taiwán a ofrecerle que viajara a Italia a seguir estudios avanzados y así salió de su país para estudiar en Roma.

“Fui a Roma por cinco años, traté de estudiar el idioma y en esos cinco años mi italiano llegó a ser bastante bueno. Amaba mucho a Roma, ciudad a la que considero como mi segunda casa porque hice amigos allí. Me sentía muy cómodo, pero después de completar mis estudios en Italia debía volver a Taiwán, en cambio vine a Estados Unidos”, dice el Padre Gabriel.

Estando en Roma como estudiante, en uno de los veranos vino a este país para practicar un poco el inglés. Visitó Nueva York, donde tuvo la oportunidad de conocer a algunas comunidades chinas asentadas en el lugar. Al concluir sus estudios, empezó a debatir dónde debía ir, dónde podía ser más necesaria su presencia. Entonces, si bien el Obispo de Taiwán no estuvo muy feliz cuando le comunicó su decisión, el Padre Gabriel se inclinó finalmente por venir a Estados Unidos a servir a la comunidad china, a la que conocía bastante bien, por lo que al Obispo de su país no le quedó más que aceptar su traslado.

Estando ya aquí, alguien le mencionó las iglesias en Los Angeles y posteriormente conoció al Padre Jim OCanaghan, en Hacienda Heights, quien le invitó a venir a su parroquia, St John Vianney, tal vez un tanto para contrarrestar la gran atracción que ejercía entre sus compatriotas un templo budista que existía en el lugar. Esto ocurrió hace 21 años.

NUEVO CAMBIO
Tras pasar seis años en Hacienda Heights, el Arzobispo de Los Angeles, Cardenal Rogelio Mahony, y el Obispo Auxiliar de la Región de San Gabriel, Monseñor Gabino Zavala, le hablaron de la necesidad que existía en Monterey Park y lo trasladaron a esa ciudad, a la parroquia de Santo Tomás de Aquino, donde ya cumple su decimosexto año.

“En un principio, fui pastor asociado para el ministerio chino, pero posteriormente fui nombrado pastor hace cinco años y medio. En este momento soy el único sacerdote. En los últimos cinco años pude conseguir que algunos sacerdotes de China vinieran a este país a trabajar conmigo y casi siempre he tenido a alguien que me ayuda, pero estos últimos seis meses he estado solo”, dice refiriéndose a la falta de sacerdotes el ahora párroco de Santo Tomás de Aquino, una congregación de unas mil familias angloamericanas, 500 chinas y alrededor de 150 hispanas -grupo conformado por recién llegados que sólo hablan español-, pero entre los angloamericanos hay muchos mexicoamericanos que son bilingües porque hablan español que aprendieron en sus familias.

PUENTE ECLESIAL Y CULTURAL
Si bien el Padre Gabriel no habla español con la misma fluidez que tiene en inglés o en italiano, su interés por ser un comunicador de la Palabra de Dios lo llevó incluso a pasar unos meses en Guadalajara, México, estudiando el español.

“Fui a Guadalajara en 2006, durante un sabático. Me encantó Guadalajara, la gente es muy amable, la ciudad es hermosa y la escuela es muy buena. Aprendí el idioma y la cultura. Pero también he ido a México en otras ocasiones llevando a grupos de personas a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ciudad de México. Por lo menos he realizado siete peregrinaciones porque realmente me considero como un puente entre la cultura china y la mexicana”, dice.

El Padre Gabriel explica a Vida Nueva que cuando los inmigrantes chinos llegan a este país, en un principio desconocen que en este lugar existe una gran comunidad que habla español y que California fue hace mucho parte de México. “Nadie los ha educado al respecto. Nadie les presenta a este país de esa forma, así que yo estoy en condiciones de hacerlo. En esta parte del país, la comunidad mexicana y mexicoamericana es muy importante, es una gran comunidad y me siento feliz de presentárselas a ellos (a los integrantes de la comunidad china). Logré que pintaran un mural de Nuestra Señora de Guadalupe en nuestra parroquia y también tenemos ahí a Nuestra Señora de China, una hermosa estatua. Ésta es una comunidad diversa, pero es la misma (Iglesia).

“Algunas veces tengo que decir todas las Misas los fines de semana; tres en inglés, una en chino y una en español. Trato de conseguir la ayuda de otros sacerdotes, pero no siempre lo consigo. Con la Misa en español, puedo leer, no tengo problema, pero algunas veces no tengo tiempo de prepararme para el sermón en español y no lo hago tan bien, pero la gente siempre me alienta. Me dicen: Padre, lo hizo muy bien. Yo les digo: Gracias, debí haber practicado más y, a modo de broma, agrego: Si quieren que hable un mejor español, envíenme a México, pero si eso ocurre, ¿quién se va a encargar de esta parroquia?”.

VIDA PLENA Y SATISFACTORIA
Sobre las ideas de que la vida del sacerdote es aburrida por cuanto se limita a administrar sacramentos y rezar, el Padre Lui aclara: “La vida del sacerdote es de todo, menos aburrida. Tiene muchas exigencias, pero no es aburrida. Se recibe mucho amor de la gente, también hay muchas satisfacciones. Varias veces he estado al lado de las familias para rezar con ellas cuando uno de sus miembros agonizaba y luego la familia se mostraba muy agradecida de que el sacerdote estuviera orando cuando la familia lo necesitaba allí. Nosotros (los sacerdotes) recibimos amor y respeto. Hay muchas exigencias, todos quieren que el sacerdote forme parte de sus vidas. Me gustaría que hubiera más sacerdotes. Por ejemplo, si hubiera otro sacerdote que me ayudara, yo podría ayudar a otras personas”. VN

DATITOS

COMIDA: “Cuando estuve en Italia disfruté mucho de la comida italiana. Cuando estuve en China, disfruté de la comida china, pero ahora he llegado a conocer otras comidas y a gustar de ellas. También me gusta el tequila. La gente sabe que me gusta el tequila; aquí los feligreses saben que me gusta así que me lo regalan, pero no lo bebo todos los días”.

COCINA: “No cocino demasiado. Trato de hacer cosas sencillas. Los feligreses creían que yo sabía cocinar, pero en realidad no sé. Me gusta invitar a algunos líderes de la parroquia a que vengan a la Rectoría, así que cuando vienen preparo algo para ellos, entonces creen que sé cocinar, pero en realidad sólo hago cosas muy simples”.

DEPORTE: “No me gusta demasiado. Hago algo de ejercicio. No tengo mucho tiempo para sentarme delante de la televisión para ver los deportes; hago un poco de ejercicio. Nado”.

IDIOMAS: “Chino, inglés, español. Mi italiano es muy bueno, cada vez que voy a Italia lo recupero con mucha rapidez. Cuando voy ahí empiezo a hablar el italiano con fluidez, pero ahora, si me pregunta cómo se dice algo en italiano, le diría: Se me olvidó, se me olvidó”.

PAÍSES: “Probablemente me gustaría visitar Argentina, porque tengo un amigo ahí. También me gustaría ir a África. Cuando estudiaba en Roma tenía algunos amigos que eran de África”.

¿CÓMO LE GUSTARÍA QUE LO RECUERDEN?
“Yo diría que soy una persona de amor y fortaleza. Creo que he recibido el regalo de la fortaleza que da el Espíritu Santo. No me importa si la gente me critica. Yo sigo haciendo las cosas que creo que Dios quiere que yo haga. También sé perdonar. Tan pronto como alguien me acepta, sin importar lo que haya sucedido, me siento feliz de caminar al lado de esa persona nuevamente”.

SI QUIEREN EXPLORAR LA VIDA SACERDOTAL). “Intégrense a la parroquia, a los equipos de ministerio y traten de servir a la gente. Vean si los jóvenes sienten satisfacción, ese deseo de servir a la gente”. -FR. LUI

Padre Gabriel Lui
St Thomas Aquinas Church
1501 S. Atlantic Blvd.
Monterey Park, CA
Tel.: 323/264-4447

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