PROTEJAMOS A LOS INMIGRANTES JÓVENES

PROTEJAMOS A LOS INMIGRANTES JÓVENES

Por CARDENAL ROGELIO MAHONY

(‘Ellos aportan al país su energía y han luchado por sus derechos…’- Cardenal Rogelio Mahony. Foto VICTOR ALEMAN).

Hablar de deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados era muy común en la campaña presidencial. Así también fueron las alusiones del Presidente electo Donald Trump señalando su intención de poner en práctica algunas políticas de inmigración severas, incluyendo la deportación de 11 millones de indocumentados y la construcción de un muro fronterizo.

Como medida más inmediata tiene planes de acabar con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que protege de la deportación a cerca de 770 mil jóvenes y les concede la autorización de trabajo.

Los estudiantes, protegidos actualmente por el programa DREAM y conocidos como “Dreamers” o soñadores, fueron traídos a nuestro país por sus padres cuando eran niños y no quebrantaron la ley por voluntad propia. Se trata de personas brillantes y talentosas que hacen grandes aportaciones a la nación y son sus futuros líderes. Son americanos en todo, menos en la condición de ciudadanos.

Según un estudio del Centro para Estudios de la Migración, con sede en Nueva York, estos jóvenes tienen raíces profundas en la sociedad americana. El 85% ha vivido en Estados Unidos por 10 años o más. El 93% se ha graduado cuando menos de la secundaria, mientras el 43% tiene estudios o títulos universitarios. El 89% tiene empleo y paga impuestos, mientras que el 91% habla inglés muy bien o de manera exclusiva.

Retirar la protección a este grupo no sólo es insensato, sino también temerario e iría contra los propios intereses de la nación. Si apoyar a los jóvenes trabajadores, además de permitirles florecer, redunda en el bien del interés nacional, entonces continuar con el programa DACA es la mejor manera de seguir adelante.

El Papa Francisco capta bien este sentimiento. “Los inmigrantes y refugiados no son peones en el tablero de la humanidad”, escribió en 2014. “Son niños, mujeres y hombres que han dejado sus hogares por varias razones, que comparten el deseo legítimo de saber y ser pero, por encima de todo, de ser más”.

Estos jóvenes inmigrantes ahora forman parte de nuestra tela social -están en nuestros vecindarios, centros de trabajo y escuelas. Han forjado lazos con los ciudadanos americanos que los conocen como personas, no como números. Ellos aportan al país su energía y han luchado por sus derechos y por su derecho a formar parte de nuestra nación. Algunos prestan sus servicios en los ejércitos de Estados Unidos.

En caso de que DACA fuera eliminado, algunos han hecho llamados para que las Iglesias y comunidades los protejan no cooperando con el cumplimiento de esas medidas migratorias y brindándoles santuario. Sumo mi voz a ese llamado.

Martin Luther King dijo lo siguiente: “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar”. Deportar a estos jóvenes a un país que no conocen es una injusticia que nos amenaza a todos, y es contrario a la justicia y a la decencia humana. Debilitaría a nuestras comunidades y nos disminuiría como nación.

El Presidente electo Trump ha dicho que su administración comenzará a deportar a inmigrantes que hayan cometido delitos, en una definición amplia. Sin embargo, también ha dicho que consideraría si se debe permitir quedarse al resto de la población indocumentada, y ha calificado a muchos de ellos de “gente estupenda”.

La evidencia deja claro que los beneficiados por DACA caen en esta categoría. En lugar de crear temor y sembrar confusión en sus vidas, el Presidente electo Trump debería continuar el programa DACA y proteger a estos impresionantes jóvenes. Una decisión de este tipo sería un magnífico paso para mantener la grandeza de América. VN

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