PROMOCIÓN DE LAS VOCACIONES AL SACERDOCIO Y A LA VIDA CONSAGRADA

Sepa de qué se trata lo que constituye la segunda prioridad del Año de la Fe

Una de las prioridades que nuestro Arzobispo José Gomez nos ha propuesto para trabajar en parroquias y comunidades, es la promoción de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa y consagrada. Esta tarea es muy importante para todos porque en este momento supone cambiar la mentalidad de la mayoría de los católicos respecto a este tema.

Hace unos días me encontré a una pareja que estaba con sus hijos adolescentes en el jardín exterior de una parroquia. Al encontrarlos y saludarlos se me ocurrió preguntar: ¿Les gustaría que alguno de sus hijos llegue a ser sacerdote? Muy espontáneamente la señora me contestó: “Ni lo mande Dios”.

Yo creo que esta respuesta refleja una mentalidad muy extendida: no es atractivo ser sacerdote, pero esto no sólo está en la mente de los jóvenes, sino también en la de sus padres. Este cambio en el interés por la vocación sacerdotal, pues hasta hace algunos años casi todas las mamás deseaban un hijo sacerdote, tiene muchas causas, podemos mencionar entre otras: la mentalidad materialista e individualista de la sociedad contemporánea, que no ve exitosa una vocación que no produce ganancias económicas o que está al servicio de los demás; la lejanía del sacerdote de su comunidad. Parroquias tan grandes que los sacerdotes no pueden establecer relaciones humanas cercanas con todos sus parroquianos. También, el desconocimiento de la vida de un sacerdote. Muchos piensan que su única responsabilidad es confesar y celebrar misas una vez por semana; el desprestigio de los sacerdotes por los escándalos recientes y por los ataques en los medios de comunicación. Los buenos sacerdotes son muchísimos más que los que han provocado escándalos; una causa no tan directa pero si influyente es la reducción en las tasa de natalidad. Menos hijos, menos posibilidades de vocaciones.

Frente a todas estas situaciones, la Iglesia entera, es decir, todos los bautizados somos invitados a asumir nuestra responsabilidad en la promoción de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada porque en ello está nuestro futuro. Pensemos en la cantidad de familias lastimadas porque no hubo un sacerdote que llevara el Sacramento de la Unción de los enfermos a un familiar moribundo, en la cantidad de parroquias sin sacerdote. En Estados Unidos hay actualmente 3,389 parroquias sin un sacerdote residente.

Las estadísticas con relación a la vida religiosa femenina son todavía más dramáticas. En 1965 había en este país casi 180 mil religiosas; actualmente en todo el país no hay ni 55 mil. Esto repercute en servicios de educación, hospitales, centros de caridad y en la acción misionera y en la vida de oración.

Hay un documento reciente que se llama “Guías pastorales para la promoción vocacional”, y allí se nos ofrece estrategias concretas para que todos trabajemos en este ministerio tan importante en la Iglesia. Yo voy a tomar de ese documento algunas pistas que puedan ayudarnos a nivel local.

En primer lugar es muy importante que apoyemos a nuestros sacerdotes para que ellos se sientan contentos con el ministerio que se les ha encomendado. Ellos sufren muchos ataques, especialmente a través de los medios de comunicación, además, muchos de ellos vienen de países donde la acción pastoral es muy diferente de la pastoral en Estados Unidos y eso los pone en tensión con sus propias comunidades. Estos obstáculos no deben afectar el amor del sacerdote a su vocación, y para que esto sea posible hace falta que los sacerdotes se sientan acompañados por su Obispo local, que realmente lo sientan como alguien en quien pueden confiar, que además se sientan parte de una fraternidad sacerdotal, y que no tengan miedo de buscar ayuda cuando las circunstancias lo requieran, pero sobretodo que se sientan miembros de una comunidad que les da sentido de familia con relaciones humanas cercanas.

Una segunda estrategia en la promoción de vocaciones es la Pastoral Juvenil. Todos estamos conscientes que los jóvenes hispanos de segunda y tercera generación son la porción más abandonada de la comunidad. No hay ningún servicio para ellos ni en las parroquias, ni en los medios de comunicación católicos, ni en las diócesis. Es como si no existieran. La mejor inversión de una parroquia es la Pastoral Juvenil y sólo unas cuantas parroquias realmente entienden su importancia. La pastoral juvenil no consiste en organizar una Misa que se le de algún titulo de juvenil, ni en pasar películas en un salón con pizza y sodas, sino, como lo ha dicho nuestro Papa Francisco, se trata de mostrar a Jesucristo como alguien relevante para su vida en esa edad. Quizás, parte de esta tarea sea renovar nuestros programas de Confirmación para que la preparación pre-sacramental sea un espacio de discernimiento y motivación.

Dentro de la Pastoral Juvenil es muy importante la creatividad y el apoyo a todos los esfuerzos para acercar a los jóvenes a Dios. Los retiros juveniles, el apoyo a los movimientos apostólicos, la formación de líderes juveniles, el testimonio de jóvenes evangelizados en los lugares donde se reúnen los jóvenes de manera natural, el uso de las nuevas tecnologías, etc. Estos son sólo algunos de los elementos que van a contribuir a que Jesús sea amado y seguido por jóvenes que se han encontrado con Él.

Los diferentes ministerios que involucran jóvenes no deben faltar en la vida parroquial como son los monaguillos (as), pero también otros en los que los podemos involucrar como son los ministros de bienvenida, ministros de Eucaristía y lectores. Nadie debe ser excluido, pero debemos ser proactivos en invitar a los jóvenes a que se involucren en ellos.

La tercera estrategia podría centrarse en recrear la Pastoral Familiar. Atender a las familias especialmente en los primeros años de matrimonio para ayudarlos a madurar en su fe. Que sea la fe la que presida sus hogares de manera que se conviertan en iglesias domésticas donde se catequiza, se vive la moral cristiana y se celebra la presencia de Dios en oración. La desintegración familiar es quizás la causa más grave de la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas. La ausencia del padre o de la madre, la vivencia de uno, dos o más divorcios/separaciones genera inestabilidad emocional y dudas acerca de Dios, pues los jóvenes se preguntan cómo ha permitido ese sufrimiento en personas que empiezan la vida.

No podemos olvidar la oración como centro y núcleo de la Pastoral Vocacional. Oremos por vocaciones, hagamos campañas de oración, ofrezcamos por escrito rituales familiares por las vocaciones, organicemos celebraciones especiales con este motivo. También es necesaria la creatividad para fomentar la oración por las vocaciones.

Finalmente, una buena estrategia será difundir la imagen de un buen sacerdote, de alguien que de una manera sencilla vivió su proceso vocacional y su vida sacerdotal, que incluso haya tenido la experiencia del noviazgo antes de ingresar al Seminario, y que se haya entusiasmado por la vida eucarística al mismo tiempo que lo hacía por las ciencias y el aprendizaje. Qué les parece si difundamos entre nuestros jóvenes, incluyendo a nuestros hijos, la vida del Papa Francisco. Él es un hombre sencillo que ama su vocación, que ha sido perseguido y calumniado, pero que siempre ha sido una persona del pueblo. Que no se avergüenza de usar transporte público aunque tenga un título tan alto como Arzobispo o Cardenal, que habla de Jesucristo con ejemplos tomados de la vida, que nunca se ha radicalizado ni a la derecha ni a la izquierda porque entiende que Dios nos ama a todos. Qué les parece si nos esforzamos en conocer la vida de este buen sacerdote que ha apoyado a todos los movimientos apostólicos incluyendo las pequeñas comunidades de base o el movimiento carismático, que la gente lo saluda de mano y lo recuerdan como alguien cercano, que no se acobarda cuando debe defender la fe aun en contra de los intereses políticos o económicos. Este es un buen sacerdote que llegó a Papa, pero que sigue siendo el buen sacerdote que pide a los Cardenales que estén cercanos a sus comunidades, que salgan de sus palacios y convivan, porque sólo así mostrarán el amor de Dios.

Estas son algunas estrategias para ayudar a nuestro Iglesia local a cumplir una de sus prioridades. Estamos delante de una oportunidad increíble. Tenemos a Dios de nuestra parte; Él está cumpliendo sus promesas, nos toca a nosotros hacer nuestra parte. VN

Dr. José Antonio Medina SThD
amedina@liguori.org

El Dr. José Antonio Medina dictará una conferencia sobre el Vaticano II en la futura Catedral de Cristo (Catedral de Cristal) ubicada en el 12141 S. Lewis St., en Garden Grove, CA., el día miércoles 17 de abril a las 7:00 p.m. en inglés, y 8:00 p.m. en español. Entrada gratuita; informes en el (714) 282-3060.

Share