PARALIZACIÓN DE DISCUSIÓN SOBRE REFORMA MIGRATORIA ES UN DURO REVÉS PARA BUSH

La paralización en el Senado de la discusión sobre la reforma migratoria que podría suponer un alivio par 12 millones de indocumentados representa un importante revés para el presidente George W. Bush.

Los senadores se pronunciaron anoche en contra de una moción para finalizar el debate sobre el proyecto de ley y proceder a votarlo, lo que en la práctica permite que el proceso de presentación de enmiendas se prolongue hasta el infinito y la medida no se llegue a someter a votación.

El rechazo, encabezado en su mayoría por republicanos, pone de relieve las profundas divisiones que la reforma migratoria suscita en el Legislativo y representa una bofetada para el propio Bush, que en la última semana multiplicó sus exhortos e intervenciones personales para que los senadores aprobaran la iniciativa.

El mandatario, quien hoy concluyó su participación en la cumbre del Grupo de los Ocho celebrada en Heiligendamm (Alemania), llamó al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, a no dar por muerto el proyecto y a volver a plantearlo pronto al pleno.

“Insto al senador Reid a actuar rápidamente a devolver de nuevo este proyecto de ley al pleno para una votación, e insto a los senadores de ambos partidos a apoyarlo”, dijo Bush en un discurso que grabó en Heiligendam para su programa radial del sábado y cuyo contenido adelantó hoy la Casa Blanca.

El debate migratorio “ha dividido a demasiados estadounidenses”, dijo el gobernante, quien ha hecho de la reforma migratoria un asunto casi personal.

“Como cualquier medida legislativa, este proyecto de ley no es perfecto y, como muchos senadores, creo que habrá que mejorarlo a lo largo del camino, una vez que se haya convertido en ley”, admitió.

Pero “si nos unimos podemos erigir un sistema de inmigración digno de este gran país”, subrayó Bush.

Los partidarios la iniciativa de ley necesitaban anoche al menos 60 votos, de los 100 en el Senado, para limitar el debate, pero se quedaron muy cortos, al obtener solo 45.

El resultado de esa votación deshizo meses de intrincadas negociaciones tras bambalinas, encabezadas en la cámara alta por los líderes demócratas y en la Casa Blanca por los secretarios de Comercio, Carlos Gutiérrez, y de Seguridad Nacional, Michael Chertoff.

El proyecto de ley representaba un delicado compromiso entre demócratas y republicanos y abría el camino para legalizar la situación de los cerca de doce millones de indocumentados en Estados Unidos.

Además, establecía un programa de trabajadores temporales como medio para encauzar la inmigración futura y conciliarla con las necesidades de las empresas estadounidenses.

Al final, la medida satisfacía a pocos. Los sectores más conservadores consideraban que los pasos para la legalización equivalían a una amnistía, algo rechazado con vehemencia por Bush, que insistía en que para esa legalización sería necesario pagar fuertes multas.

En tanto, los más liberales opinaban que la iniciativa era demasiado gravosa y perjudicaba los lazos familiares de los inmigrantes.

Los conservadores pudieron apuntarse varias victorias esta semana, especialmente al lograr este jueves la aprobación de una enmienda que eliminaba el programa de trabajadores temporales tras sólo cinco años.

Otra enmienda autorizaba el uso del inglés como idioma oficial, lo que en la práctica eliminaba el derecho a recibir comunicaciones del Estado en cualquier otra lengua.

Tras el fiasco de la pasada noche, Reid afirmó que intentará volver a presentar en el futuro el proyecto legislativo, pero la Cámara de Representantes ha indicado que no examinará la iniciativa hasta que el Senado la haya aprobado.

En su rueda de prensa tras la votación, el propio Reid dedicó más tiempo a criticar a la Casa Blanca que a dar esperanza sobre la resurrección de la iniciativa.

“Es un proyecto del presidente”, afirmó el líder demócrata. Pero “¿dónde está la gente del presidente ayudándonos a conseguir los votos?”, se preguntó.

De momento, el tiempo no corre a favor de la iniciativa, ya que en agosto el Congreso comenzará sus vacaciones de verano y a la vuelta espera la evaluación sobre la guerra en Irak.

Y después, como ha advertido ya el propio Bush, las mentes de todos estarán ya en la larga carrera hacia las elecciones presidenciales de 2008. VN

Share