ORDENACIÓN DE DIÁCONOS: ‘SU MINISTERIO VA A CAMBIAR LA VIDA DE LA GENTE’
En los días previos a su ordenación al diaconado permanente, Ryan Adams estaba reflexionando sobre su relación con el Espíritu Santo. Pensaba de qué manera en su ministerio de diácono, él “debería ser un receptáculo viviente del Espíritu, no sólo para que lo habite, sino también para que obre a través de él en el servicio a los necesitados”.
Entrevistado después de la ceremonia del pasado 7 de junio, en la que fue uno de los 15 hombres ordenados diáconos permanentes en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, Adams señaló con alegría que el Arzobispo José Gomez “era tan bueno” conduciendo ese punto sobre la presencia del Espíritu Santo.
“Cuando él puso sus manos sobre mí”, dijo Adams, “ese poder del que habla es una experiencia que cambia la vida. Esa conexión y el amor y la relación con el Espíritu Santo que yo tengo, no sabía que pudiera ser ampliada, y así fue”.
“Su ministerio va a cambiar la vida de las personas”, dijo el Arzobispo en su Homilía. “Tenemos que ser una Iglesia que cambie vidas, que renueve todas las cosas. Necesitamos ser una Iglesia de misericordia y amor, sobre todo para los pobres y heridos”.
Teniendo en cuenta que la ceremonia de ordenación se llevaba a cabo durante la Vigilia de Pentecostés, el Arzobispo invocó al Espíritu Santo “de una manera especial hoy” para dar vida, fortaleza y sabiduría a aquellos que iban a ser ordenados”.
El ritual de la ordenación incluye la promesa individual de obediencia de los diáconos al Arzobispo, la “imposición de manos” y la sagrada oración de ordenación, seguida de la “investidura con la estola y dalmática”, y la presentación del Libro de los Evangelios con la recitación del Arzobispo de las palabras: “Recibe el Evangelio de Cristo, en cuyo heraldo te has convertido. Cree en lo que lees, enseña lo que crees y practica lo que enseñas”.
En la Plaza de la Catedral después del servicio, filas de personas – algunas habiendo viajado largas distancias- estaban formadas para recibir la primera de las bendiciones de los nuevos diáconos. VN
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