NUESTRA FE EN DIOS NO ESTÁ EN JUEGO

Por DR. J. ANTONIO MEDINA

Posiblemente muchos nos sentimos perplejos al oír todos los días en las noticias, incluso del mismo Papa Francisco, que la Iglesia no ha cumplido su deber de proteger a los niños que están bajo su cuidado. Esto es muy difícil de entender, pero yo creo que aunque nuestra condición de cristianos está siendo probada, la respuesta de todos nosotros debe ser una afirmación de nuestra fe en el Dios de Jesucristo.

La fe no es negociable, la caridad y el amor no están en discusión, las obras de servicio y caridad en la Iglesia son reales, y nosotros necesitamos que este servicio de la Iglesia continúe. Jesús fundó su Iglesia sobre la autoridad de los apóstoles y esto no va a cambiar.

La Iglesia ha hecho el bien a lo largo de su historia, ha ofrecido el mensaje de Jesús a través de la predicación y las obras de caridad. Los miles de testimonios de santidad los conocemos todos y no puede ni debe dejar de realizar esa misión de promover la santidad entre los ministros y los fieles.

Sin embargo en medio de la crisis que estamos pasando, este es un momento oportuno de reflexión para todos nosotros sobre lo que debemos hacer como comunidad eclesial para recuperar la credibilidad que necesitamos para continuar nuestra misión eclesial.

Entre las cosas que podemos hacer es integrarnos realmente al esfuerzo de proteger a los niños. Primero, denunciando cualquier conducta que ponga en riesgo su seguridad dentro y fuera de la Iglesia. Debemos pedir que todos los líderes acudan a los entrenamientos sobre un ambiente seguro, pasen por el chequeo de record criminal si es que van a ejercer un ministerio en la parroquia. Además, que en todos los grupos y ministerio realmente sigamos las normas marcadas con este propósito.

Se han establecido protocolos para que incluso personas que no tienen documentos de estancia legal en US puedan pasar por el chequeo criminal cuando van a servir en las parroquias.

Nos toca a todos vigilar que las parroquias hagan los cambios necesarios para garantizar la seguridad para todos; ventanas que dan visibilidad al exterior en los lugares donde las personas se reúnen de manera individual con un ministro; respeto a los límites al acercarnos a otra persona y cuidar que todos lo hagan especialmente con los niños. Cuidar que los niños no vayan solos a ningún lugar en los espacios de la Iglesia o la escuela. Garantizar que en lugares donde hay actividades con niños las puertas estén aseguradas, etc.

Por otra parte es importante que nuestros sacerdotes tengan nuestra confianza pero también que sean conscientes de que su conducta es modelo,  y que en este momento están bajo la lupa de la sociedad, no sólo de la Iglesia. Nuestro apoyo y oración para ellos, pues la inmensa mayoría son personas honestas, sanas y entregadas, pero hablar con ellos si su conducta no está siendo modelo para la comunidad y denunciar por los canales establecidos en las Diócesis si hay información creíble de conducta abusiva.

Esa misma actitud debe ser hacia nuestros obispos. Ellos son la máxima autoridad para la comunidad y por lo tanto su ejemplaridad es esencial. Debemos expresar con claridad que queremos humildad de parte de nuestros obispos, transparencia, diálogo. Los obispos son vigilantes de la comunidad, pero también son pastores que deben imitar a Cristo. En este momento de crisis real en el episcopado de Estados Unidos, esperamos de ellos caridad mutua y servicio humilde al pueblo. Nuestros obispos no fueron informados de las acusaciones contra el Cardenal Mc Carrick y por eso no podemos juzgarlos como cómplices, ellos son también víctimas de esta situación. Pero ante la situación actual esperamos de ellos sabiduría y presencia. Les pedimos que actúen colegialmente con sus hermanos obispos, de manera que muestren al mundo que toman decisiones consultando a sus hermanos obispos y a la comunidad. Esto está en el corazón de su ministerio y al ponerlo en práctica pueden mostrar al mundo que hay una responsabilidad compartida y que podemos confiar no sólo en el juicio de un obispo sino en la búsqueda de la verdad de las conferencias episcopales y las provincias eclesiásticas.

Como lo dije al principio, nuestra fe en Dios y en su Iglesia no es negociable, pero como cristianos adultos nos comprometemos a ser responsables de la marcha de la Iglesia y a evaluar por el bien de todos a muestras líderes eclesiales, laicos y clérigos desde la óptica del Evangelio. VN

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