MUJERES VÍCTIMAS DEL CAMPO

Para los trabajadores agrícolas la vida no es nada fácil, y es aún peor para las campesinas que realizan la misma faena, porque a las malas condiciones laborales se le agrega la violencia sexual contra ellas.

Al igual que sus compañeros de trabajo, las mujeres empleadas en la agricultura también soportan largas jornadas de dura labor a la intemperie, bajo un sol ardiente, lluvias y vientos. Muchas son indocumentadas, lo que les impide salir de la pobreza, y además viven en constante amenaza a ser deportadas. Las limitaciones culturales y de idioma; la exposición a pesticidas y aguas contaminadas; la falta de atención médica y vivienda son también parte de la vida de ellas. Pero en su caso la situación empeora si a esto le se agrega la discriminación que sufren por ser mujeres, y la violencia sexual a la que la mayoría está expuesta en los campos de cultivo de toda la nación.

“El 90% de las mujeres que trabajan en los campos son víctimas de acoso y hasta de violación”, dice Lisel Holdenried, abogada de la organización no lucrativa, Asistencia Legal Rural de California (CRLA).

Alrededor de 560 mil mujeres trabajan en los cultivos de Estados Unidos, constituyendo el 21% de la fuerza laboral agrícola. En las cuadrillas de trabajo por lo general hay aproximadamente 16 varones por cada mujer. Los capataces o supervisores son casi siempre hombres, y muchos se aprovechan de su poder para abusar de las trabajadoras.

“En los campos de cultivo es común la práctica de tocarlas, pellizcarlas, restregarse contra ellas, el exhibicionismo sexual, burlarse para intimidarlas, exigirles favores sexuales y si se niegan despedirlas o bajarles el sueldo, y hasta la violación. Trabajan en áreas aisladas de mucha vegetación, donde no se puede ver lo que está pasando”, afirma Holdenried. “El abuso sexual contra las trabajadoras del campo es un problema que va en aumento, y desgraciadamente se reporta un bajísimo porcentaje de estos abusos”.

El gobierno federal estima que en el 65% de los casos de asalto sexual, las víctimas no reportan el crimen.

“Las indocumentadas que son asaltadas sexualmente sufren en silencio porque no sólo tienen miedo a perder su trabajo si presentan cargos contra su agresor, también temen ser deportadas de Estados Unidos. Muchas son cabeza del hogar. Tiene hijos que mantener aquí y fuera del país. Si el jefe las acosa una y otra vez, son mínimas las opciones que tienen de salirse y hallar un nuevo empleo, porque ahora más que nunca se están verificando los documentos que autorizan a trabajar. Sin papeles de inmigración, las opciones de empleo son escasas”, dice la abogada.

“Una de las razones fundamentales para conseguir una Reforma Migratoria integral es evitar que las mujeres sigan sufriendo a diario de violencia sexual en el lugar de trabajo”, ha expresado el congresista Luis V. Gutiérrez, un defensor de una Reforma Migratoria.

‘POCOS DE LOS AGRESORES SON PERSEGUIDOS…’

La organización Asistencia Legal Rural de California ha representado a docenas de trabajadoras agrícolas que dicen haber sido asaltadas sexualmente. Sin embargo, sólo un caso resultó en una condena. Su clienta notificó el ataque de inmediato al gerente de recursos humanos de la finca, quien la llevó hasta la oficina del alguacil donde la víctima presentó la denuncia a menos de cinco horas de ocurrido el incidente.

La abogada Holdenried dice que es no es común que hasta los casos más infames de violencia sexual, lleguen a procesarse judicialmente.

“Pocos de los agresores son perseguidos. Lo que usualmente pasa es que las víctimas sufren en silencio. No pueden perder el trabajo. El supervisor les dice que nadie les va a creer. Entonces por lo general no lo reportan inmediatamente, sino hasta que las despiden y ya no tienen nada que perder. Es ahí cuando buscan ayuda, pero cuánto más tiempo haya pasado, más difícil será probar el caso”, puntualiza.

Según la abogada, existen varias formas de presentar una denuncia de acoso sexual. Una es reportarla a la agencia de Empleo y Vivienda Justos de California (California State Fair Employment and Housing Agency), o ante la Comisión por la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos (Equal Employment Opportunity Commission, EEOC), que se encarga de hacer cumplir las leyes de derechos civiles en el lugar de trabajo.

“Lo que sucede es que no les asignan a un investigador hasta que pasa uno o dos años, y ya para esa época -como son trabajadores migrantes- la mayoría de los testigos se ha ido a otro lugar y es muy difícil encontrarlos. Para armar el caso se debe hablar con testigos y empleadores, y el tiempo transcurre y hay que esperar otros años más para que se resuelva. Se puede solicitar un ‘derecho inmediato a una litigación’, para que se agilice, pero aún así es un camino largo”, dice Holdenried.

“A veces tienen cierto temor de pedir ayuda a una organización, a pesar de que tenemos programas que las benefician. En ocasiones se sienten más cómodas hablando con un sacerdote, y en este caso él las puede referir a un lugar donde recibir asistencia”, indica la abogada de CRLA. “Lo mejor que pueden hacer es comunicarse con nosotros que representamos a todos los trabajadores de bajos ingresos en asuntos legales, de vivienda, beneficios, educación, etc. Si no podemos ayudarlos, los dirigimos a lugares o personas que pueden hacerlo”.

‘…SIENTEN QUE ESTÁN INDEFENSAS Y NO TIENEN SALIDA’

La agricultura es una industria que genera millones de dólares, y tristemente los trabajadores que la hacen tan próspera a menudo sufren enfermedades físicas y mentales, tales como ansiedad, depresión y estrés, como consecuencia de sus condiciones laborales. Y las mujeres- con el agravante de la violencia sexual contra ellas- podrían ser las más afectadas, sobre todo si tienen hijos.

“Toda esta situación laboral afecta tremendamente a sus niños. Cambiar de residencia todo el tiempo siguiendo la pizca puede causar mucha inestabilidad en la vida y educación de ellos. Muchas de estas madres sienten vergüenza de llevar a su hogar los problemas que viven en el trabajo; están estresadas y sienten que están indefensas y no tienen salida”, dice Holdenried.

La mayoría de los campesinos que habitan las viviendas más inseguras son las mujeres, según un estudio de la Escuela de Leyes de la Universidad de Maine.

Por lo general, el trabajo agrícola es por temporada y suelen establecer un hogar temporal cerca de los campos donde trabajan.

“Hay cosechas que duran muy poco tiempo, como la de cerezas por ejemplo. Por eso no encuentran vivienda estable y principalmente viven en campamentos a lo largo de la finca, o en furgonetas, autos, garajes sin ventilación, en zanjas al aire libre, o en cuartos atiborrados de gente que por lo general no tienen buena ventilación, ni aire acondicionado”, explica Holdenried.

“Hay una región a unos 45 minutos de Santa Cruz, donde residentes del área de la bahía tienen sus casas para vacacionar porque es un lugar hermoso, pero caro. También allí se encuentra una comunidad de trabajadores agrícolas con grandes dificultades para conseguir vivienda mientras dure la cosecha”, dice Holdenried.

En esa región algunos dueños de campo tienen pequeñas viviendas disponibles para los trabajadores, pero no son suficientes para todos. Y la calidad ambiental es peligrosa. “Por muchísimos años no le realizaron pruebas a las aguas, y últimamente se analizaron y se descubrió que tienen contaminación. El nivel permitido es alrededor de 45 y en estas aguas es más de 100. Esto es muy peligroso para los niños y las embarazadas, y cuando se han quejado de esta condición, los propietarios les dicen que se vayan. ‘Tenemos una fila de gente esperando por su lugar’, les responden sin resolverles nada”, cuenta la abogada.

Asimismo, en un estudio publicado en el Journal of Agro, se vio que no contar con un lugar apropiado para dormir afecta negativamente la calidad del sueño de los campesinos, y esto aumenta el nivel de depresión y ansiedad, según la investigadora Joanne C. Sandberg. Inclusive, al no descansar bien, pueden sufrir mayores lesiones en el trabajo.

Por otra parte, las pesticidas que están dispersas en las zonas de cultivo también perjudican a todos los trabajadores y en especial a las mujeres, indica un estudio de la Escuela de Leyes de la Universidad de Maine. Hay reportes de que las trabajadoras embarazadas son más vulnerables a las pesticidas, y pueden dar a luz a bebés con serios problemas en su desarrollo.
También, y aunque es requerido por la ley, los campos de cultivo a menudo carecen de baños y esto aumenta el riesgo de que las mujeres adquieran infecciones urinarias, especialmente peligrosas en las embarazas ya que pueden provocarles un aborto, o tener un parto prematuro.

En la última década se ha prestado más atención a la discriminación y acoso sexual contra las mujeres en su lugar de empleo, y las cortes de todo el país han castigado a los empleadores que hayan culpables. Desafortunadamente, las trabajadoras agrícolas no se han beneficiado de este avance social, y continúan en marcada desventaja, convertidas en las olvidadas de la fuerza laboral. VN

QUÉ HACER SI ES VÍCTIMA DE ACOSO SEXUAL EN EL LUGAR DE EMPLEO

1. RECHACE EL ACOSO. No responda en forma de juego, ni de broma. Hable claramente, diciendo que no le gustan estas acciones.

2. PRESENTE UNA QUEJA con su empleador lo más pronto posible. Puede hacerlo por escrito o verbalmente. Lo importante es que lo haga. Debe quejarse con su supervisor, otro supervisor más arriba de él, o con la oficina de recursos humanos. Si lo hace por escrito, mantenga una copia de la queja.

Los dos pasos mencionados arriba son los más importantes, pero para proteger todos sus derechos, haga lo siguiente:

3. APUNTE LOS DATOS. Lo más pronto posible, anote lo que ocurrió, quién lo hizo, cuándo, los que lo escucharon y vieron, y que pasó cuando usted se quejó.

4. REPÓRTELO A LAS AUTORIDADES. Llame al Departamento de Igualdad en el Empleo y Vivienda (DFEH) al 1(800) 884-1684 o al Comisionado de Igualdad de Oportunidad en el Empleo (EEOC) al 1(800) 669-4000.

5. LLAME A ASISTENCIA LEGAL RURAL DE CALIFORNIA (CRLA). Esta organización tiene abogados y trabajadores comunitarios que educan a los trabajadores sobre la importancia de reportar los casos de abuso, y hacen presentaciones sobre los derechos de los trabajadores. Comunicarse con CRLA al (415) 777-2752 (hablar con Dolores).

* Fuente: CRLA

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