MIRANDO A FRANCISCO EN ASÍS
Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles
¿Qué puede decirnos hoy un santo que vivió hace 800 años?
Nuestro Santo Padre le hizo esta pregunta al mundo hace algunas semanas, durante una peregrinación de un día a Asís, el pueblo natal de San Francisco.
Al tomar el nombre de este santo, el Papa Francisco enfatizó desde el principio de su pontificado que él cree que San Francisco tiene algo importante que decirle a la Iglesia y al mundo en nuestros días.
Y yo vengo rezando y reflexionando acerca de San Francisco desde mi tiempo en San Antonio. Como bien sabemos, los misioneros franciscanos fueron los primeros en evangelizar gran parte del suroeste de Estados Unidos, incluyendo a California. Nuestra ciudad y nuestra Arquidiócesis llevan el nombre de la capilla donde San Francisco recibió las revelaciones de Jesucristo: la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.
Mucha gente conoce los puntos sobresalientes de la vida de Francisco. Conocen su amor por los pobres y por la naturaleza. Saben que fue él quien inició la costumbre de representar el nacimiento de Jesús con los pesebres en Navidad.
Para el Papa, San Francisco es un testimonio de lo que significa el seguimiento radical como discípulo. Y él sabe que este santo fue en realidad mucho más desafiante de lo que las ideas populares sobre él nos presentan.
El mes pasado, en Asís, el Papa dijo que San Francisco escogió “una forma radical de imitar a Cristo: se vistió de nuevo, revistiéndose de Cristo que, siendo rico, se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza”.
San Francisco nos recuerda que nuestro camino de fe comienza con el don de Jesucristo, que nos mira a cada uno de nosotros con amor, y que nos llama a aceptar su amor. No somos nosotros los que elegimos a Jesús, sino que es él quien nos elige.
“¿Dónde empezó el camino de Francisco hacia Cristo?”, preguntó el Papa. “Empezó con la mirada de Jesús crucificado”.
La lección para cada uno de nosotros es que siempre hemos de seguir mirando a Jesucristo, permaneciendo siempre ante él, en su presencia. Reflexionando siempre acerca de él en la cruz. En Asís, el Papa exhortó a toda la Iglesia a “¡la contemplación de las heridas de Jesucristo!”
El Papa dijo: “Cuando dejamos que la mirada de Jesús crucificado descanse sobre nosotros, somos re-creados, llegamos a ser ‘una nueva creación’. Todo lo demás empieza a partir de esto: la experiencia de la gracia transformadora, la experiencia de ser amado sin ningún mérito de nuestra parte, a pesar de nuestra condición de pecadores”.
En Asís, el Papa dijo que la fe en Jesús debe hacernos “servidores del Evangelio”.
Si creemos que Jesús nos ha salvado de la muerte, tenemos que vivir nuestras vidas totalmente para él y seguirlo a dondequiera que nos lleve. Su Evangelio debe llegar a ser nuestro estilo de vida.
Y el Papa Francisco deja muy claro que el camino para el cristiano es el camino de la cruz: “Desde el primer bautizado, todos somos la Iglesia, y todos hemos de ir por el camino de Jesús, que… se convirtió en un esclavo, en un siervo; que quiso ser humillado hasta la cruz. Y si queremos ser cristianos, no hay otro camino”.
Se viene hablando mucho que nuestro nuevo Papa va a hacer grandes cambios en toda la Iglesia. Creo que esto es meramente “el deseo” de aquellos que quisieran que la Iglesia renunciara a las enseñanzas católicas que están en conflicto con la sociedad y la cultura modernas.
El Papa no está cambiando ninguna de las enseñanzas de la Iglesia. Él es la roca de San Pedro. Él está tratando de proporcionarnos un fundamento más profundo para nuestra fe, está tratando de invitarnos a un amor más profundo por Cristo, de crear en nosotros un deseo más profundo de hacer la voluntad de Dios.
Y nos está señalando a San Francisco. En Asís, el Papa dijo: “¿Saben lo que Francisco le dijo una vez a sus hermanos? ‘Prediquen siempre el Evangelio, y si es necesario, ¡usen palabras!’ Pero, ¿cómo hacer esto? ¿Puede el Evangelio ser predicado sin palabras? ¡Sí! ¡Con el testimonio! ¡Primero, den testimonio, después, usen las palabras!”
Estamos llamados a dar testimonio del Evangelio con nuestras vidas. A través de nuestro testimonio, estamos llamados a traer a los demás a la fe y a trabajar por lo que el Papa llama “la animación cristiana de la sociedad”, es decir, la transformación del mundo según la imagen del plan amoroso de salvación de Dios.
Entonces, oremos para crecer en la sencillez de San Francisco, para poder desprendernos de los bienes materiales y no enredarnos demasiado en “las cosas”.
Oremos para alcanzar la gracia de confiar más en Dios, de ser más amorosos, de estar más dispuestos a compartir lo que tenemos con los necesitados. Oremos para que seamos misioneros de la misericordia de Dios y constructores de paz.
Y pidámosle a Nuestra Señora de los Ángeles que nos ayude a crecer en la alegría de seguir a Jesucristo.
El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, “La inmigración y la América por venir”, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).
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