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La misión del católico es ayudar al más necesitado sin importar en qué país se encuentre; Catholic Relief Services es muestra de ello

Desde febrero del año pasado, la mexicana Carmen Maty Cervantes vive en Haití, coordinando el programa “Safety Net” de Catholic Relief Services (CRS), una agencia oficial de la comunidad católica de Estados Unidos, con sede en Baltimore, que ofrece ayuda humanitaria internacional.

“Ayudar a personas con grandes necesidades es una forma de celebrar el verdadero sentido de ser católico”, dice la entrevistada a VIDA NUEVA. “Mi familia siempre ha estado muy involucrada dentro de la Iglesia, y me inculcó estos valores. He tenido todo su apoyo para hacer este trabajo misionero. Me interesó mucho el programa de ayuda a orfelinatos y ancianos que estoy coordinando, ya que en casi todas las sociedades son los más vulnerables”.

Con una maestría en organización y liderazgo de la Universidad de San Francisco, y una licenciatura en sociología de la Universidad de Santa Clara, Cervantes se une al objetivo de CRS de salvar vidas, combatir las causas y efectos de la pobreza, promover la dignidad humana y ayudar a la edificación de sociedades más justas y pacíficas, fuera de Estados Unidos.

Sin importar raza, religión o nacionalidad, CRS ofrece asistencia a personas necesitadas en alrededor de 100 países. Uno de estos es Haití, considerado el más pobre del continente americano. Y el terremoto del 12 de enero de 2010 complicó aún más su situación de pobreza. “Ya había problemas en la infraestructura que existía, y este terremoto, que fue el más devastador de los últimos 200 años en el país, la dañó aún más”, dice.

“Si después de siete años, un país poderoso como Estados Unidos todavía está tratando de reconstruir el daño producido por el huracán Katrina, en Nueva Orleans, imagínense entonces lo difícil que resulta en Haití”, comenta.

Según la coordinadora, es fundamental acompañar a las comunidades locales y escucharlas, para descubrir la manera de responder a sus propias necesidades y demandas.

“Como en cualquier sociedad, la gente trata de cubrir sus necesidades básicas como el derecho a comer, tener vivienda, educación, salud, que son derechos básicos. Y son en estas cuatro áreas donde CRS está tratando de ayudar, aunque son los mismos haitianos quienes están a cargo de sus propias organizaciones”, comenta.

ALIMENTACIÓN

Por segundo año consecutivo, Haití se enfrenta a malas cosechas causadas por la sequía de principios de temporada y al paso del huracán Sandy, en noviembre de 2012, que afectó a un millón y medio de personas.

“Tenemos programas de agricultura para enseñarles a producir más, con menos recursos. Trabajamos en base a los principios sociales católicos y uno es el llamado ‘subsidiaridad’. Significa que la gente que está más cerca al problema es la que tiene la solución, y puede construir su propio futuro. Por eso les enseñamos a sembrar. Y está dando buenos resultados. Por ejemplo, antes podían producir yuca una vez al año. Ahora tres veces al año. Antes, un acre daba cierta cantidad de kilos y ahora se producen más kilos”, afirma.

Cervantes trabaja con colegas haitianos profesionales, que ofrecen formación a sus compatriotas. “El mismo pueblo construye a su propio pueblo”, afirma Cervantes, quien agrega que para implementar los programas colaboran con diferentes organizaciones no lucrativas y reciben fondos del Gobierno Federal USA/ Haití.

VIVIENDA

Unas 400 mil personas desplazadas siguen viviendo en los campamentos de la capital Puerto Príncipe, y sus alrededores.

“Después del terremoto se levantaron campamentos, pero luego se construyeron 10,500 casas temporales, hechas de madera, y ahora se está buscando la manera de construir algo permanente, porque al principio cuando se está dando respuesta a una emergencia, el tiempo es vital”, dice. “Tuvimos que asegurarnos de que pudieran ir al baño, y organizar a la gente para que hubiera mayor seguridad. Ya se están cerrando esos campamentos, y hubo un programa para reubicarlos en las comunidades, y ahora se está tratando de ver cómo construir viviendas permanentes, y lo que nos dificulta esta meta es la obtención de terrenos”.

SALUD Y EDUCACIÓN

Desde el inicio de la epidemia de cólera en octubre de 2010 se han detectado más de 600 mil casos y alrededor de 7,600 personas han muerto como consecuencia de la enfermedad. “Hemos trabajado con problemas de cólera, y también de Sida, pero desgraciadamente los fondos se van terminando”.

“Actualmente, en el área de la salud estamos enfocados en dos cosas: una es reforzar la capacidad para mejorar los servicios de salud. Y dos, estamos construyendo un hospital destruido por el terremoto. Es un proyecto en colaboración con la Arquidiócesis de Puerto Príncipe, la Asociación Católica de la Salud de Estados Unidos, y la fundación Sur futura de República Dominicana CRS”, indica Cervantes.

Asimismo, desde antes del terremoto, han estado trabajando en combatir la malnutrición de los niños. Unos 73,500 menores de 5 años sufren malnutrición en Haití.

En cuanto al área educativa, Cervantes explica que están tratando de dar una mejor educación gracias a un esfuerzo conjunto entre la Universidad Notre Dame, escuelas en Haití y CRS.
“Antes del terremoto en Haití no se estaba trabajando en la educación de la manera en que lo estamos haciendo ahora. Y hemos visto que en Haití el 20 por ciento de los niños van a escuela católica”, puntualiza.

CÓMO AYUDARLES

De acuerdo a Cervantes, una manera de ayudar a CRS a continuar cumpliendo con esta misión es a través del llamado “Tazón de arroz” (Rice cup), que es una colecta que se realiza en las parroquias del país para juntar dinero y ayudar a países pobres. “Esto es también una manera de vivir Cuaresma, en solidaridad con todos los hermanos del mundo”, indica Cervantes, y agrega que el 75% de lo recaudado se invierte en el extranjero, y el 25 % a la diócesis de la parroquia.

“Otra manera de ayudar es rezando para tener en mente que somos uno, no varias personas, y que estamos trabajando juntos hacia la misma meta. Pensar global y actuar localmente”, enfatiza.

Asimismo, otra forma de colaborar es poner atención al momento de comprar. “Existen ciertos productos en el mercado que están hechos por trabajadores que laboran en condiciones de explotación, muchas veces son niños. Por lo tanto, nosotros promovemos un programa que se llama ‘comercio justo’, y a través de éste nos aseguramos que los trabajadores no sean niños explotados. También presionamos para que se venda café a un precio justo para que aquellos que lo producen puedan vivir con dignidad, y no con un salario miserable por ese trabajo. Por eso, en el sitio de CRS : www.crs.org, publicamos una lista de esos productos, para que la gente sepa cuáles debería comprar y cuáles no”, enfatizó la entrevistada.

“Nuestra responsabilidad como católicos es ayudar a combatir la pobreza global. Pero hay que estar primero informados de lo que hace el gobierno de Estados Unidos y actuar, mandar cartas a nuestras autoridades, llamarles, estar presente en las discusiones políticas. La información es vital porque sin ella es difícil actuar”, dice. “Por eso únase a la red legislativa de CRS a través del sitio web y puede inscribirse para que CRS le mande información”. VN

MÁS INFORMACIÓN DE CRS, y cómo usted podría ayudar a combatir la pobreza e injusticias en países no privilegiados, llamar al (619) 618-2363 o visitar el sitio: www.crs.org

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