MADRE DE INFANTE HISPANO MUERTO EN IRAK LUCHA POR LA MEDALLA DE HONOR
La madre de un infante de marina muerto en combate en 2004 en Irak busca todavía una respuesta a la negativa de las autoridades castrenses a otorgarle a su hijo la Medalla de Honor, el mayor reconocimiento militar en EEUU.
La mexicana Rosa Peralta, habló con Efe en su casa de Bonita (San Diego) donde la memoria de Rafael está presente en una colección de fotos, collages y un gran retrato en uniforme de sargento de infantería preside lo que parece un santuario dedicado a su recuerdo.
La semana pasada se anunció que su hijo había recibido a título póstumo la Cruz de la Marina en lugar de la Medalla del Honor, la condecoración militar estadounidense de más prestigio.
El 15 de noviembre de 2004 Peralta participó en una operación para arrebatar la ciudad de Fallujah del control de los insurgentes, en la que Peralta resultó gravemente herido y quedó tendido boca abajo a los pies de sus compañeros que continuaban repeliendo la agresión.
Los insurgentes lanzaron una granada que Peralta, herido en el piso, recogió y colocó bajo su cuerpo. Esta acción impidió que la explosión hiriera a sus compañeros, pero le quitó la vida.
Aunque no recuerda cuándo exactamente, ya que dice estaba sumida en el dolor, Rosa afirmó que poco después de su muerte todo parecía indicar que le concederían la Medalla del Honor.
Según Peralta, un mes y medio después le comunicaron que habían nominado a Rafael para ese honor. En las noticias también hablaban de sus acciones y de la medalla.
Un edificio de una base de los Infantes de Marina en Japón lleva su nombre, le hicieron un documental, le dieron la Medalla de Honor de Hawaii e, incluso, el presidente George W. Bush puso de ejemplo la acción de Rafael en su discurso anual del Día de los Caídos en 2005.
Sin embargo, el pasado 15 de septiembre le “hablaron” por teléfono. Tenían noticias sobre la medalla.
Cuando llegó a la base de Miramar, un oficial que había venido desde Washington le contó que tras una revisión del caso realizada por cinco personas se acordó concederle la Cruz de la Marina, ya que había dudas sobre sus acciones.
El Departamento de Defensa reconoce la valentía de la acción y la recomendación que hizo la Marina, pero según un portavoz de este organismo, tras una posterior revisión, el Secretario de Defensa Robert Gates no la aprobó.
Para las autoridades, la acción “no alcanzaba los requisitos exactos necesarios para apoyar la concesión de la Medalla de Honor”.
Durante la investigación se determinó que las heridas que sufrió el sargento fueron causadas por fuego amigo y aunque, según las autoridades militares, esto no afecta la concesión de la medalla, sus heridas y su grave estado ponía en duda la acción.
A pesar de que la Cruz de la Marina es un honor equiparable con el reconocimiento que supone la Medalla del Honor, la segunda condecoración más importante de las fuerzas armadas no es entregada por el presidente de EEUU en nombre del Congreso ni supone recibir una pensión mensual de más de 1.000 dólares.
La madre de tres hijos y viuda – Rafael era el mayor- nacida en Tijuana dijo que sufrió al enterarse de la decisión, y no recuerda si les dijo que la aceptaba o no. Sólo sabe que fue como recibir una puñalada, como volver a recibir la noticia de la muerte de su hijo.
Tras la noticia, su salud se ha deteriorado por las dudas: ¿por qué tardaron en anunciarlo cuatro años cuando en otros casos fue año y medio, dos años? Si él no fuera merecedor de esa medalla ¿por qué tantos honores?.
“No quiero pensar que es porque es hispano. Pero se les tiene que hacer honor a los hispanos. ¿Cuántos hispanos tienen esa medalla? Es lo único que quiero preguntar”, cuestionó.
Según la sección 578.4 de las regulaciones federales del Departamento del Ejército de EEUU, la Medalla del Honor se concede por “gallardía e intrepidez con riesgo de la propia vida más allá de la llamada del deber durante acciones de combate contra un enemigo de los Estados Unidos”.
La condecoración se ha otorgado cinco veces durante el transcurso de las operaciones de la guerra contra el terrorismo iniciadas tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Tres de estas Medallas de Honor fueron aprobadas por acciones similares a las que causaron la muerte del sargento Peralta. Ninguno de los cinco soldados que la recibió era hispano.
La acción de su hijo, dice Rosa, fue incluso más meritoria porque salvó a más de cuatro soldados. Incluso, afirmó, esos supervivientes dicen que vieron al sargento coger la granada y ocultarla con su cuerpo.
“Yo creo que él estaba muy herido que pensó que los demás tenían hijos, tenían familia. Él nos tenía a nosotros, a sus hermanos y a mi, pero no tenía hijos, no estaba casado. No sé que pensamientos tuvo en ese momento, pero creo que en ese momento pensó, “me voy a morir ya estoy herido. Pues ¿ya qué?” ¿Qué más que agarrar la granada en su pecho, porque fue en el pecho que tengo ahí las pruebas”, dijo.
“Inclusive en el papel en el que le están otorgando la otra medalla, lo están diciendo: que él agarró la granada”, agregó mientras muestra una carpeta donde reúne detalles de la exhaustiva investigación realizada por el ejército.
Rosa no duda que la Marina ha luchado por conseguir la Medalla del Honor para su hijo. Según ella, el militar que vino a comunicarle la entrega de la otra condecoración se sentía muy mal por darle esta noticia.
Además de los compañeros de Peralta, congresistas californianos y otros representantes políticos han pedido al presidente Bush que revoque la decisión de otorgarle la Cruz de la Marina en vez de la Medalla del Honor.
Pero para Rosa, una trabajadora de limpieza del Hospital Frindship Home, ningún reconocimiento le va a devolver a su hijo. “Que se la queden en el Congreso” dice, “pero que le reconozcan que se la ganó. Una medalla no me lo va a devolver ni nada. Yo lo sigo diciendo, yo nada más quiero”. VN
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