
LOS FLORECIENTES 60 AÑOS DE SACERDOCIO DEL PADRE ALBERTO VÁZQUEZ
‘Cuiden su alma como su mayor tesoro y sean felices por la gracia de Dios’
Por PAULINA HERRERA
El padre Alberto Vázquez cumplió 87 años el 4 de septiembre y en un reciente y esplendoroso sábado de agosto, celebró 60 años como sacerdote rodeado de cientos de feligreses que desde Washington, Texas, Arizona, y varios lugares de California, viajaron para acompañarlo en una misa especial en la Iglesia de San Pancracio en Lakewood. Junto con él festejaron toda una vida dedicada a predicar el amor a Dios, al prójimo y así mismo.
“Nací en la Ruidosa, Texas, y yo creo que por eso nunca estoy callado”, afirma el Padre Alberto entre abrazos y bendiciones que le regalan cientos de caras familiares. Durante años, el religioso estuvo al frente de la famosa Iglesia de la Placita Olvera.
“¿Cómo estás Fernando? ¿Viniste con Esteban?” Pregunta con los ojos llenos de alegría al descubrir entre los invitados a los hermanos Ibarra que desde la Parroquia de San Antonio Claret, de Fresno, California, llegaron junto con un grupo de fieles especialmente a saludarlo en esta fecha tan especial.
“No podíamos fallar… A todos nos dio mucho en el campo. Además de comida, ropa, medicina, muchos consejos y su alegría”, recuerda Fernando.
“¡Padre! Venga para la foto”, reclama José Linares, que organiza de inmediato la pose del grupo de fieles amigos de la Placita Olvera. “No podíamos faltar…Es un momento muy especial para el que tanto nos dio durante mucho tiempo”, afirma.
“Ahora para acá”, es el turno de Carmen Martínez Sandoval que a sus 95 años se le ve alegre y aunque en sillas de ruedas, luce fresca y saludable vestida con elegancia, pero sobre todo con una sonrisa que contagia. “Con el Padre Alberto organizamos el evento de Madre Mexicana del Año durante 28 años; él nos ayudó en todo lo que pudo”, dice Carmen, quien fue presidenta de este comité pro mujer de 1993 a 2003.
“Bendiciones padre”, se acercan entre los invitados, dos monjitas que lo felicitan y piden su bendición con mucha humildad. El Padre Alberto corresponde posando sus manos sobre la cabeza de las misioneras que se alejan de inmediato del grupo pero se les ve contentas con el feliz encuentro con el líder espiritual.
Pero, ¿cómo recuerda los nombres, los rostros de tantas personas? El propio Padre Alberto responde con una bondad propia de un ser entregado a una vida espiritual: “Ni yo me lo explico. Es algo fantástico. Es una sensación de paz y alegría porque Dios me ha dado el 100% de toda mi dedicación y amor al prójimo, y eso es la mayor de las bendiciones”, afirma.
Para concluir, el Padre Alberto aconseja a los jóvenes sacerdotes: “Piensen en su vida espiritual antes de lo material. Cuiden su alma como su mayor tesoro y sean felices por la gracia de Dios”, puntualizó.
El Padre Alberto Vázquez, aun cuando ya está retirado, aseguró que con gusto aceptaría invitaciones para oficiar misa, siempre y cuando se programe con anticipación. Actualmente él vive en la Casa Claret de Rancho Domínguez. VN
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