LAS EXPRESIONES DE VIOLENCIA NO TIENEN LUGAR EN UNA DEMOCRACIA
Washington.- El tiroteo en Tucson, el sábado, metódicamente planificado, hace temer que ese estado sea la “meca” del odio contra los inmigrantes, pese al llamado a la concordia y la cordura en el diálogo nacional.
Aunque por ahora se desconoce el verdadero motivo del incidente, atribuido a Jared Lee Loughner, éste se produjo en unos momentos en que, a juicio de activistas pro-inmigrantes, han aumentado la xenofobia y el extremismo en Estados Unidos.
El ataque ocurrió mientras Estados Unidos afronta un clima político polarizado, en el que algunos políticos pintan a sus rivales como enemigos que hay que eliminar, lo que, en vez de fomentar la unidad, agrava las divisiones, según observadores.
Desde grupos defensores de los inmigrantes, como el Consejo Nacional de La Raza (NCLR), hasta el propio Gobierno de México, país emisor de emigrantes ilegales en EEUU, surge el llamado a la tolerancia.
Las expresiones extremistas “lo único que hacen es exactamente lo que estamos viendo ahorita, exacerbando el odio… y eso da pie a expresiones radicales, equivocadas” en el tema migratorio, dijo hoy a Efe Javier Díaz de León, director ejecutivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior.
“No tenemos elementos para determinar si (ese extremismo) tiene algo que ver con lo ocurrido en Tucson, pero el Gobierno de México sigue de cerca el asunto y creemos que es un tema que las autoridades de este país tienen que dilucidar”, señaló el funcionario.
Otros líderes buscan alguna señal divina para entender tragedias como la de Tucson y, sobre todo, cómo prevenir más en el futuro.
“Mientras el mundo continúa buscando respuestas a esa pregunta, podemos, por nuestra cuenta, tratar de respetar a otros, hablar con cortesía, tratar de entendernos y encontrar formas saludables para resolver nuestros conflictos”, recetó el obispo de Tucson, Gerald Kicanas.
Pero, desde la promulgación de la ley SB1070 en Arizona contra la inmigración ilegal, parte de la cual ha sido bloqueada por un tribunal federal, el clima contra los extranjeros ha empeorado.
El alguacil del condado Pima en Arizona, Clarence Dupnik, dijo a la prensa el domingo pasado que su estado se ha convertido en una especie de “capital del odio”.
“Nos hemos convertido en la Meca del prejuicio y el odio”, se quejó Dupnik, haciéndose eco del temor que muchos hasta ahora se habían callado a raíz de la tragedia en Tucson.
El columnista Rubén Navarrette, que vivió en Phoenix y trabajó para el diario “The Arizona Republic” a finales de la década de 1990, dijo a Efe que Dupnik “no se equivoca”.
Para Navarrette, y muchos que opinan como él, el tiroteo afuera de un supermercado en Tucson, cuando Giffords se reunía con sus votantes en pleno ejercicio democrático, vino a suceder precisamente en un estado que no funciona bien desde hace años.
Y si no lo creen, pregúntenselo a los inmigrantes hispanos, que asisten impotentes a la promulgación de iniciativas que los atacan a diario.
La SB1070, que criminaliza la presencia ilegal en Arizona, es tan sólo uno de esos ataques. No contentos con esa ley, los legisladores estatales prevén dar la batalla en las próximas semanas para negar los certificados de nacimiento a hijos nacidos en EEUU de padres indocumentados.
La intolerancia, al parecer, ha echado raíces. Pero no todo está perdido y, si bien la Constitución garantiza la libertad de expresión, las autoridades tienen la responsabilidad de castigar a quienes van más allá de meras palabras incendiarias. VN
Redes Sociales