LAS DIVERSAS MANERAS DE VIVIR EL SACERDOCIO

A sus 91 años, el padre Alberto Carreón sigue firme en su misión religiosa, sobre todo en servir a pobres y moribundos

Noventaiún años dan para mucho, como revela la biografía del padre Alberto Santo Domingo Carreón, filipino nacido el 9 de agosto de 1923: estudiante, profesor, diplomático oficial y oficioso, examinador de obispos, director espiritual y, por encima de todo, sacerdote siempre entregado al servicio de los pobres, especialmente de los enfermos terminales.

Nació en Meacuayán (caña en tagalo), Bulacán (lugar del algodón en lengua nativa), bajo la dominación americana de las islas Filipinas, por lo que tuvo desde su nacimiento la nacionalidad de este país. Sus padres fueron Hermenegildo Santo Domingo y Paulina Carreón, apellido materno que lleva en su nombre. Explica que un antepasado de la madre era un judío español sefardita que, al convertirse para escapar de la Inquisición, adoptó el nombre de Carreón, por Carreón de los Condes, villa de la provincia española de Palencia. Son pequeños detalles reveladores de que hablar con el padre Alberto, y con él se aprende historia, geografía, lenguas y un largo etcétera, pues es maestro por naturaleza y goza de una energía incansable, como demostró en la larga conversación de más de dos horas que concedió a VIDA NUEVA por teléfono.

El padre Alberto tuvo dos hermanos y tres hermanas de los que sobreviven sólo él y la hermana más pequeña, Mercedes, que ya pasa de los ochenta años. Entre los miembros de su familia extendida se cuentan un tío arzobispo -el primer rector nativo de la renombrada Universidad de Santo Tomás de Aquino de Manila- y varios sacerdotes, religiosos y religiosas pertenecientes a diversas órdenes o congregaciones.

Estudió la primaria y secundaria en su pueblo y en 1938, durante la escuela intermedia, cantó en la zarzuela de tres actos Fuente de Salvación como el hijo de la pareja protagonista. Con el tiempo, esta intervención lo llevó al Seminario.

SEMILLAS DE LA VOCACIÓN

Mientras tanto, su madre lo llevaba al catecismo todas las tardes y los misioneros salesianos lo llevaban delante del Santísimo y de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de Filipinas, porque por siglos el Virrey de México regía las islas en nombre del Rey de España, y delante del Niño de Praga. Recuerda que su catecismo era el del Padre Astete, el mismo que muchos católicos latinoamericanos han memorizado durante siglos.

Alberto notaba que estas devociones lo “encaminaban” hacia algo o Alguien, especialmente la devoción al Santísimo y a la Virgen Madre. Por entonces tenía “dos tíos sacerdotes con los que se comunicaba y a quienes emulaba”. “Mamá -dice- era la que nos cuidaba”, ya que su padre estaba dedicado a menesteres gubernamentales. A esto atribuye su vocación al sacerdocio, pues “de niño se aprenden muchas cosas y se graban en la mente”. Hizo la primera comunión a los 9 años de edad y siguió de acólito en la Iglesia.

AYUDA FINANCIERA

Como en un cuento de hadas, apareció en su vida Don Perfecto Gabriel, abogado de los Padres Franciscanos y de las Hermanas Clarisas de Clausura. Lo había visto en la zarzuela, le gustó la voz y cómo cantaba y preguntó al párroco quién era y dónde vivía el chico. Poco después, el abogado se presentó a la mamá ofreciéndose a costear los estudios para ser sacerdote franciscano si el niño quería ser sacerdote. La madre se le preguntó y el muchacho aceptó. El 15 de mayo de 1930 el benefactor lo llevó “en un carromato de aquellos tirados por caballos” al Colegio Seráfico San Gregorio Magno de la provincia española de las Filipinas.

Habría sido franciscano si no se hubiera atravesado la Segunda Guerra Mundial, pues los franciscanos eran pobres y no podían proveer el sustento de los estudiantes y enviaron a los estudiantes a sus casas, pero dieron a los voluntarios la oportunidad de ingresar en la Orden de los Padres Dominicos de Langayén, Pangasinán. Alberto aceptó el ofrecimiento y durante la guerra hizo el noviciado dominico y estudió parte de la Filosofía, que terminó al final de la guerra en el Estudio Internacional Dominico en Hong Kong.

Allí se ordenó de sacerdote el 22 de septiembre de 1951. El mismo año en que falleció su mamá.

PRIMERA MISIÓN

Tras la ordenación fue enviado a la Parroquia de Santo Tomás de Aquino de Manila, anexa a la universidad del mismo nombre. Allí también fungió de capellán en North General Hospital, donde florecería su segunda vocación sacerdotal: el cuidado de los enfermos terminales. Enseñó Medicina Forense y fue director nacional de la Cofradía del Rosario Perpetuo de Filipinas, y luego capellán de la Primera Dama de la nación, esposa del presidente Ramón Magsaysay, fallecido posteriormente en un accidente aéreo.

CONSPIRACIÓN

Inspirado por los escritos de los Papas de su tiempo, para quienes era obligación que los nativos evangelizaran a sus respectivos pueblos en connivencia con religiosos de otras órdenes, hizo lo posible para separar a los dominicos de las Filipinas de la Provincia Española. Una vez logrado el propósito de separarse de España, como premio fue enviado a Roma a estudiar en el Angelicum, universidad dominica, ciencias sociales, políticas y derecho canónico. Se dio la casualidad de que un condiscípulo suyo fue Karol Wojtyla, el futuro Papa y Santo, San Juan Pablo II, en cuya canonización estuvo presente en Roma hace pocos meses.

DIPLOMACIA

En Roma fue nombrado asesor para asuntos eclesiásticos del embajador filipino ante el Vaticano, don José Delgado. Acudía como intérprete a las reuniones con cardenales y así conoció a altos personajes. Luego tuvo la misma función bajo la presidencia de Ferdinand e Imelda Marcos con la misión de lograr un cardenal para las Filipinas. El embajador no lo logró en el primer consistorio del Papa Juan XXII porque el arzobispo de Manila era “demasiado joven”, dijeron en el Vaticano. Por su cuenta se alió entonces con el cardenal Sebastián Baccio y, en el segundo consistorio de Juan XXIII, consiguieron el primer cardenalato para Manila en la persona de don Rufino Santos.

A él le propusieron ser obispo, pero no lo aceptó y les dio un motivo: “Porque yo tengo muchos pecados y no quiero ser responsable de los pecados de los sacerdotes”. A cambio, dice, “me nombraron examinador de las credenciales de candidatos a obispos”, las ternas de candidatos que se proponían al Papa para que escogiera al nuevo obispo. Todo eso bajo juramento de guardar el secreto.

VUELTA A CASA

Ya en Manila de nuevo, fue director de una escuela secundaria de 800 estudiantes, además de ser capellán del ROTC. Aprovechó la estancia en la capital para terminar su disertación de doctorado en Filosofía.

En 1961 fue destinado a México, donde enseñó en Guanajuato y luego en la UNAM y Motolinía del Distrito Federal.

Al acercarse los disturbio de 1968, dice que la embajada americana le aconsejó salir del país “por lo que se avecinaba”. Sin embargo, no salió hasta 1971 y trabajó en la diócesis de Galveston, Texas, como director de Cursillos de Cristiandad, de la CYO y del Movimiento Familiar Cristiano.

Poco después, el médico le aconsejó que se jubilara porque el corazón ya andaba cansado y vino a la zona angelina para estar con su familia. Desde el primer momento, sin embargo, trabajó como sacerdote residente en las parroquias de la Asunción y de San Antonio de Padua de Boyle Heights donde reside actualmente.

Además, también trabajó como juez en el Tribunal de Matrimonios de la Arquidiócesis, donde declaró “nulos” más de 400 matrimonios.

En San Antonio, “una parroquia pequeña y pobre, muy pobre” donde sólo se dice una misa en inglés, que corre a su cargo, se celebran varias misas en español los fines de semana.

Visita hospitales, celebra misas domésticas, preside ceremonias de quinceañeras, e incluso a veces predica en la televisión El Sembrador.

Además, cuenta en su haber la dirección espiritual prestada a cinco sacerdotes, un obispo, un arzobispo y 45 monjas. De ellos algunos ya son bastante mayores, dice.

¿No piensa jubilarse? “De ninguna manera -contesta con rapidez-. “Para mí, es lo más importante. No quiero retirarme; detrás del cañón hasta que me muera”.VN

PREGUNTITAS

¿QUÉ LE GUSTA COMER? -“Como de todo. He estado en muchas partes y estoy acostumbrado a comer de todo”.

¿COCINA?- “No. Sólo huevos fritos”.

¿IDIOMAS QUE HABLA?- “Inglés, español, italiano y tagalo. En otros tiempos también sabía chino, alemán, francés, pero las lenguas se olvidan si no se practican”.

¿DÍAS LIBRES?- “Los lunes y parte del martes y los paso con mi familia en Orange County”. Además, “escribo libros para los feligreses, no para publicación”.

¿QUÉ CAMBIARÍA SE SU VIDA?- “Nada. Agradezco la llamada a esta vocación”.

¿CÓMO LE GUSTARÍA SER RECORDADO?- “Como uno que sirvió al pobre, sobre todo a los moribundos, a los que ayudó a enfilar el camino hacia el Padre”. “Sirvió a Dios y a los pobres, sobre todo a los enfermos”.

¿PAÍSES QUE QUISIERA VISITAR?- “Algunos de África, pero sobre todo regresar a España, porque ahí vivieron mis abuelitos”.

¿QUÉ MENSAJE LE DARÍA A LOS JÓVENES?- “Tienen que estudiar el catecismo y frecuentar los Sacramentos. De ellos van a depender luego sus hijos para seguir el buen camino y llegar a Dios, pues los hijos aprenden de los padres”.

PADRE ALBERTO SANTO DOMINGO CARREÓN
Parroquia de San Antonio de Padua
555 Fairview Avenue
Boyle Heights, CA 90033
(323) 225-1301

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