LA VIDA PLENA EN EL MINISTERIO SACERDOTAL DEL PADRE LORENZO MIRANDA

Todas las carreras profesionales llevan a Dios si se le abre la puerta del alma. El padre Lorenzo Miranda pasó la juventud preparándose, sin saberlo, para ser médico de almas de fieles y de sacerdotes por igual.

Lorenzo Miranda nació en el seno de una familia numerosa. Fue el quinto de 10 hermanos y 3 hermanas. Su familia era una de las que vive el catolicismo -según él mismo lo define- de una manera muy sobria, con una fe profunda, pero desde adentro, sin demostraciones externas o exageradas.

“Mis padres tenían su manera de rezar, pero no era algo así como estar rezando el Rosario siempre. Sin embargo, sí les gustaba que fuéramos a misa los domingos, que fuéramos a pláticas para jóvenes. Yo siempre los vi como personas que oraban mucho en silencio”, cuenta a Vida Nueva el padre Miranda, nacido en Detroit, Michigan, lugar que tuvo que dejar con su familia antes de cumplir los 2 años porque su padre buscaba la forma de ganar el sustento.

“Mi papá no encontraba trabajo, él nunca fue a la escuela, era campesino, trabajaba en el campo, venía siguiendo el trabajo”, primero a El Paso, Texas, y luego a California, donde se asentaron en Camarillo. El niño Lorenzo completó los estudios de primaria en una escuela pública de Camarillo. “Soy producto de las escuelas públicas. Me tocaron escuelas buenísimas, guardo buenos recuerdos de ellas”, y los de secundaria en Oxnard.

ENTRENAMIENTO

Cuando tuvo que decidirse por una profesión, se inclinó por la Ingeniería. Fue a Stanford y después de graduarse trabajó en su profesión un año para el gobierno y otro para la industria privada, pero ya había empezado a sentir con más fuerza lo que él llama “su redescubrimiento de Dios”.

“Cuando terminé, a los 21 años, empecé a participar, ya de vuelta en Oxnard, en grupos juveniles en Nuestra Señora de Guadalupe, donde conocí a muchos otros jóvenes; la experiencia me llenó mucho”. Esa experiencia de trabajo en la pastoral juvenil, instrucción, retiro, formación en espiritualidad, la hizo de manera paralela a su trabajo como ingeniero. Sin embargo, la búsqueda continuaba, igual que su padre fue de un lugar a otro en busca de trabajo, el ingeniero Lorenzo iba ahora en busca de algo más, algo que lo llenara, que estuviese más conectado con lo que había empezado a vivir espiritualmente. Fue entonces cuando dio un giro y se decidió a estudiar Medicina.

Durante el primer año de estar en la Escuela de Medicina surgió el llamado, fue fuerte. Si bien le gustaba -más bien le fascinaba este campo-, también vivía en su interior un proceso espiritual y empezó a sentir el llamado de Dios hacia el sacerdocio.

“Yo trabajaba con muchos estudiantes de Medicina y veía a mucha gente enferma, y en el trato con los enfermos fui descubriendo que había una necesidad más profunda del ser humano que la salud física. Para mí fue un momento tremendo, vi que había algo más profundo que el cuerpo, que es lo espiritual, que necesita sanación, orientación, descubrir su fe. Era como todo un mundo en la persona que estaba como abandonado, y uno está trabajando con el cuerpo, que es muy bonito, pero hay otro mundo mucho más profundo, que es donde está la identidad y ese mundo solamente Dios lo puede tocar”.

MEDICINA PARA EL CUERPO Y EL ALMA

Fue entonces cuando empezó a sentir el llamado de Dios que le invitaba diciendo: “¿Quieres dedicar toda tu vida a trabajar con otras personas para que me descubran a mí, para que descubran su verdad más profunda?”. Lorenzo, el ingeniero y estudiante de Medicina, iba a pasar de ser un futuro doctor del cuerpo, a ser doctor del alma.
Cuando sintió claro este llamado tomó la difícil decisión de dejar los estudios de Medicina después de completar un año y renunció a la beca que le habían otorgado. Regresó a Oxnard y trabajó su inquietud con los Misioneros del Espíritu Santo, a quienes ya conocía. Decidió presentarse al postulantado, por lo que tuvo que viajar a México ante la falta de casa de formación de los misioneros en Estados Unidos. Después de los tres meses de esta primera etapa con trabajo de misiones, pláticas y formación, fue aceptado al noviciado en Querétaro, donde dedicó tres años a la experiencia de formación espiritual, trabajo pastoral y en colonias muy pobres.

PASTOR DE PASTORES

“Trabajé en formación de comunidades eclesiales de base, formamos muchas comunidades en esa zona, y después de dos años hice mis primeros votos. Después pasé a Guadalajara, donde empecé a estudiar Filosofía. Pasé allí dos años, y todo este tiempo teníamos una vida pastoral muy intensa además de ser estudiantes de Filosofía”, dice.

Después de los dos años, el ya hermano Miranda fue enviado a Los Angeles a hacer una experiencia pastoral en la parroquia de Santa Marta, en Huntington Park, y después empezó a estudiar Teología en el seminario diocesano de St. John, en Camarillo.

“Después decidí dejar la congregación y pasé a la Arquidiócesis de Los Angeles. El Arzobispo Rogelio Mahony me invitó a que me integrara como seminarista diocesano. En ese momento yo me iba a salir de la congregación, pues estaba atravesando por una crisis vocacional difícil. Entre el segundo y tercer año decidí salirme de los misioneros y fue entonces cuando me llamó el Arzobispo; ésa es la única razón por la que estoy aquí, por una llamada de él. Fue un momento muy clave, me ayudó a decidirme”, relata el padre.

Después de fungir como pastor en San Gabriel, Lynwood, Compton y La Puente, el padre Lorenzo Miranda -que se ordenó como sacerdote en 1991- trabaja ahora en la oficina del Vicario del clero en la Arquidiócesis de Los Angeles, una labor que también lo ha convertido en pastor de los sacerdotes de la Arquidiócesis.

“Este trabajo me encanta. Yo soy pastor, fui párroco, me gusta estar cerca de la gente. Ahora mi trabajo es con sacerdotes. Si los puedo ayudar de cualquier manera para que puedan desenvolver su ministerio, mejor, pues le estoy haciendo un bien a la gente. Si trabajo con un padre, eso le ayuda a él, y él va a regresar a su parroquia y va a hacer mucho bien a su gente. Es como si a través de él estoy tocando a toda la parroquia”, concluye. VN

MENSAJE A LOS JÓVENES

“Si sienten esa inquietud (por el sacerdocio), deben hablar con alguien, buscar a alguien. No tiene que ser un sacerdote, buscar a una persona que esté madura en la fe para entablar un diálogo, una relación larga, para realmente profundizar la inquietud que pueda traer. No es algo inmediato, se tiene que trabajar y los diálogos y pláticas con la gente que me estuvo orientando fueron las mejores pláticas que tuve yo”.

MENSAJE A LA FAMILIA

“Toda la gente siempre está pidiendo sacerdotes, queremos un padre hispano, ¿de dónde van a salir? No van a salir de las nubes… tienen que salir de estas familias aquí, ¿por qué tenemos que andar por todo el mundo si hay tanta familia aquí?… Los padres deben valorizar eso y facilitar que haya posibilidades de que Dios pueda llamar a alguien… Mi mamá tuvo un papel muy grande en mi vocación. Cuando yo tenía como 11 años, sentí por primera vez el llamado al sacerdocio. Una vez estaba sentado con mis hermanos y mi madre nos dijo: A mí me gustaría que uno de ustedes fuera sacerdote para agradecerle a Dios todo lo que ha hecho por nosotros. Todos reaccionamos de maneras diferentes, pero algo pasó dentro de mí. Sentí una alegría interior tan profunda y recuerdo que yo me dije a mí mismo: Yo lo voy a hacer. Me fui a jugar, como cualquier niño de 11 años, pero ya estaba la semilla sembrada”.

COMIDA

“Me gusta comer de todo. No sé cocinar, pero no soy muy picoso para la comida. Puedo probar de todo. Por ser mexicano me gusta la comida mexicana, pero también todo tipo de comida étnica. Encuentro una riqueza en las culturas”.

DEPORTE

“Me gusta mucho andar en bicicleta. Uso mucho la Mountain Bike, me ayuda a relajar y a aliviar las tensiones. Si no estoy bien físicamente, entonces ¡cómo voy a ayudar a las personas! Trato de cuidarme, pero no de una manera exagerada”.

DÍAS LIBRES

“Me gusta estar solo, leer. Leo de todo, de una manera especial me gusta mucho la Historia. También visito amistades, a gente a la que he conocido en mi ministerio, a sacerdotes o a mi familia”.

PAÍSES QUE CONOCE

“México, varios de Sudamérica, Estados Unidos, Canadá, algo de Asia. No he viajado mucho, pero me ha tocado conocer muchas cosas, en muchos lugares del mundo. Y me he dado cuenta que toda la gente es igual en el fondo, tiene las mismas inquietudes, aunque todo lo externo sea tan diferente”.

CÓMO LE GUSTARÍA QUE LO RECUERDEN

“Como una persona alegre y que le gusta relacionarse con los demás”.

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