LA OPCIÓN POR LA VIDA

LA OPCIÓN POR LA VIDA

(fOTO: ‘Sí, somos los guardianes de nuestros hermanos más débiles; sí somos guardianes del pobre, del enfermo terminal, del condenado a muerte, del niño no nacido y del joven inmigrante’ – Dr. J. Antonio Medina / victor Aleman).

Por DR. J. ANTONIO MEDINA 

La defensa de la vida humana desde su gestación hasta la muerte natural ha sido una constante en la tradición más auténtica de la Iglesia. En estos últimos días hemos visto en las diócesis, parroquias y escuelas diferentes manifestaciones de apoyo a la defensa de la vida y de rechazo al aborto.

Los católicos estamos de acuerdo que la intervención directa para terminar una nueva vida en el vientre materno es un atentando que infringe la ley de Dios. Nos oponemos a quienes apoyan el aborto argumentando que es un derecho de la mujer, quien puede hacer lo que ella quiera con su cuerpo. No es su cuerpo, pues es una vida diferente. No apoyamos que se termine la vida de un ser humano por cuestiones económicas o de prestigio personal. El aborto no puede ser una forma más de control de la natalidad. Afirmamos con la fuerza de nuestra fe que Dios es el dueño de la vida y el único que debe definir cuando una vida humana ha terminado.

Situaciones extremas merecen otra consideración como es el caso en el que la vida de la madre también está en peligro, en donde se da un conflicto de valores. Sin que se interprete que se justifica el aborto, hay situaciones en las que se opta por un mal menor cuando los médicos tienen que decidir salvar la vida de la madre con el riesgo de perder la vida del feto o viceversa. Estos casos son muy extremos y requieren la valoración moral de la situación específica. Siempre se ha sugerido que en los hospitales haya equipos de valoración ética que junto a los médicos y las familias puedan discernir en esas situaciones extremas. La vida es compleja y hay situaciones en que las decisiones en conciencia son realmente difíciles. Pero sin lugar a dudas nos oponemos al aborto porque está en contra la voluntad de Dios que nos ofrece la vida. Por supuesto, rechazamos el mal, pero somos conscientes que debe prevalecer la misericordia con aquellas mujeres que han pasado por el trauma del aborto. Sin duda ellas cargan las consecuencias de una decisión difícil. 

Falta de protección a menores 

Dicho lo anterior tenemos que afirmar que la defensa de la vida humana abarca un abanico de realidades que no se reducen al tema del aborto. Aquí sugiero una lista de temas provida relacionados con la protección de los niños: pensemos en las separaciones de las familias inmigrantes en las que los niños fueron separados de sus padres. Pensemos en el trauma psicológico y emocional que este drama dejó en esos niños y niñas. Muchos de estos aún están separados de sus progenitores, aunque el sistema judicial consideró ilegal la medida.

Pensemos también en las familias sin casa donde los menores tienen que vivir en vehículos, sin las mínimas condiciones para una vida digna, pensemos en los niños y niñas que en este país viven en extrema pobreza sin una adecuada nutrición, sin posibilidades de educación, sin un futuro. Pensemos en los niños y niñas que son vendidos en el mercado de tráfico de personas y en el tráfico de órganos. Todos tenemos que informarnos más sobre estos males sociales que se dan en este país a pesar de todas las leyes que los condenan.

Pero además, desde una auténtica ética cristiana nos tenemos que preguntar: ¿cómo podemos abrir nuestro horizonte para luchar contra los atentados a la vida humana en los países de donde venimos y en otros países?

La violencia institucionalizada que convierte a los menores en criminales, o los miles de niños que viven en condiciones inhumanas en tantos países pobres. Las imágenes de niños sicarios que han estado en los medios estos días. Todas estas situaciones claman al Cielo y deben ser parte de las prioridades provida.

Pena de muerte

Además, los obispos de Estados Unidos han introducido desde hace muchos años otros temas en la defensa de la vida humana como es la lucha contra la pena de muerte, y más recientemente la oposición a lo que se conoce como “suicidio asistido por un médico”.

Los obispos de Estados Unidos consideran que la pena de muerte no resuelve los problemas de criminalidad en la sociedad, antes bien los agudizan, pues seguimos mostrando como sociedad que no tenemos respeto por la vida, lo que genera mayor criminalidad. La sociedad tiene derecho a defenderse de los criminales, pero existen otras opciones, como es la cadena perpetua sin posibilidades de liberación que, aunque parezca cruel puede ser un modo más efectivo de proteger el bien común.

Suicidio asistido

Recientemente en California se ha introducido la ley de suicidio asistido por un médico en los casos de enfermos terminales. La ética de la vida nos pide que para enfrentar este nuevo atentado tomemos la iniciativa de cuidar de nuestros enfermos y ancianos para hacerles saber que son importantes para nosotros, para nuestras familias, para la sociedad y para Dios. Que no deben sentirse mal porque otras personas se ocupen de ellos y empleen tiempo y recursos en su atención. Quienes cuidan a sus familiares enfermos o ancianos deben saber que lo que hacen es una ofrenda agradable a Dios y una manera de poner en práctica el amor a la familia y el deber de cuidar de los débiles.

El suicidio asistido por un médico no es un avance, es un fracaso social, porque las familias, personas e instituciones sociales hemos marginado a los que no son productivos, a los que necesitan de nuestro tiempo y atención. Las estructuras de atención médica en este país son extremadamente caras y muchos enfermos no quieren arruinar a sus familias y toman la decisión de quitarse la vida en aras del amor a los suyos. Este es un tema provida que nos urge a dar una respuesta inmediata. Es urgente cambiar la cultura individualista que conlleva a abandonar a los ancianos y enfermos en centros de asistencia alejados de aquellos por los que ellos desgastaron su vida. Y es necesario que los sistemas de salud encuentren la manera de hacer accesible las medicinas y los tratamientos médicos para todos.

Indiferencia por jóvenes inmigrantes

En el contexto político-social actual podemos agregar a la lista de temas provida, la situación de los jóvenes inmigrantes, los llamados “soñadores”, que fueron traídos cuando eran niños a este país y que realmente no conocen sus propios países de origen. El único país que conocen es éste. Cómo podemos ser tan crueles como sociedad y expulsarlos y romper su futuro, sus esperanzas. Es terrible lo que está pasando con todos estos jóvenes. Hay testimonios de algunos de ellos que ya han sido deportados. Cuál es el respeto a la vida si nos desentendemos de estas vidas que están a nuestro lado.

Como podemos ver, la agenda provida es amplia si verdaderamente queremos ser congruentes con el Evangelio de la vida. Abrir nuestra mente y nuestro corazón al dolor de nuestros hermanos está en la más auténtica tradición judeo-cristiana. No podemos repetir la respuesta de Caín cuando Dios le pide cuentas por la vida de su hermano Abel: “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”. Sí, somos los guardianes de nuestros hermanos más débiles; sí somos guardianes del pobre, del enfermo terminal, del condenado a muerte, del niño no nacido y del joven inmigrante.

Que Dios nos dé la fuerza para denunciar proféticamente los atentados contra la vida humana y que nos llene de su Espíritu para que defendamos la vida con la fuerza y el entusiasmo de quienes se saben portadores de la verdad de Jesucristo, quien entregó su vida para que todos tengamos una vida abundante. VN

Share