LA HERMANA DAISY CASTRUITA VEGA, SERVIDORA DE LOS ENFERMOS

Esta generosa religiosa encontró sin querer su vocación de sierva de María, y con ésta su propósito en la vida

Parafraseando al personaje del Chapulín Colorado, Daisy Castruita Vega no contaba con la astucia de Cristo para salir al encuentro a fin de hacerla “sierva de María, su Madre, ministra de los enfermos”.

La hermana Daisy Castruita Vega nació en Lakeview Terrace del Este de Los Ángeles, pasó los primeros cuatro años de vida en El Monte y creció en Rialto. Sus padres, Benjamín Castruita y Silvia Vega nacieron en México, en Ciudad Juan Aldama, Zacatecas, el padre, y en Felicia, Chihuahua, la mamá. Ambos llegaron a Estados Unidos cuando tenían 17 años de edad y de su matrimonio nacieron Daisy y un varón seis años menor que ella.

Hizo sus estudios de primaria y secundaria en las escuelas públicas de Rialto. En su adolescencia no tenía más contacto con la Iglesia que la asistencia familiar a misa la mayoría de los domingos. No participaba en los grupos juveniles de la parroquia. “Ni se le pasaba por la cabeza la vida religiosa”, dice a VIDA NUEVA.

ASTUCIA DE CRISTO

Tras el divorcio de sus padres, la mamá asistió a un retiro espiritual “y regresó feliz, radiante”, recuerda la hija, cuya única reacción a las explicaciones de mamá fue un “¡qué bueno, mamá!“. Y ahí quedó el asunto.

Sin embargo, el domingo siguiente entró en acción la astucia del Señor, con la ayuda de la mamá. Así lo cuenta la hermana.

“Cuando fuimos a misa el domingo siguiente, vi una cruz en el salón parroquial y de algún modo, no sé cómo, sentí la voz de Cristo diciéndome: ‘Lo hice por ti, lo hice porque te amo’”.

Sintió un choque profundo y su reacción fue la de “escaparme [de la parroquia] apenas pude con la excusa de que tenía que trabajar. Llegué a casa temblando, ¡tan fuerte había sido esa experiencia inesperada e incomprensible!”.

El viernes siguiente acude con su mamá a la Iglesia. “‘Vete a confesar, vete a confesar’, decía mamá. ¡Cómo es el Señor! -reflexiona ahora. Sin decirme nada más, mi mamá le dice a una señora: ‘Mi hija se quiere confesar’, y la señora me llevó a la cabeza de la fila”.

Tenía 17 años, la edad de sus padres cuando cambiaron de vida con el paso de México a Estados Unidos.

Ahora se ríe cordialmente de la situación “porque yo no me había confesado desde la primera Comunión, y ni siquiera sabía ya cómo se hacía”. Pero se confesó y se quedó a la misa. Poco a poco fue acercándose a la vida espiritual y a grupos organizados de la parroquia.

BENDITO CHANTAJE

“Un día dio una plática un representante de El Sembrador y, al terminar de hablar, invitó a acercársele a quienes sintieran una vocación religiosa. Yo no lo hice, para nada, al mismo tiempo que sentía la inquietud de la llamada”.
“Yo no soy digna, Señor, le decía a Cristo”.

Por otra parte, ya estaba tomando parte en grupos y actividades de la parroquia como decoración, adoración del Santísimo, etc.

De julio a octubre le madura la vocación “y surgió por la Eucaristía”.

“Yo sentía un desgarre interior. El Señor decía ‘sí’, y yo que no quería. Por fin le dije: Si esto es para mí, házmelo sentir. La respuesta del Señor fue inmediata. Literalmente, tuve que ir al baño a gritar mi felicidad. Mi mamá no me lo creía y menos mi papá”.

“Mi mamá se resistía, probablemente porque yo era la mayor”, piensa mirando hacia atrás.

APARECEN LAS SIERVAS

A los 20 años de edad comenzó a buscar una congregación.

“Una señora me indicó que para mí pensaba en una congregación que cuidara a los enfermos, y yo me preguntaba ‘ah, Señor. ¿Adónde voy?’. Yo quiero ir a un convento y me vino a la mente la imagen de un enfermo en su lecho. ‘Todo menos eso, Señor’, le dije”.

“En eso, supe que las Siervas de María daban un retiro vocacional en noviembre. Yo ya estaba rendida y el padre Guadalupe Santo me refirió a las Siervas de María, ministras de los enfermos”.

“La visité en su casa de Oxnard [su lugar de residencia]. Enseguida pensé: ‘Estas son las mías’. Las noté tan naturales y humanas. Quería quedarme ya con ellas, pero había que pasar el proceso de presentar papeles y cumplir otros requisitos”.

Por fin, en agosto de 2006 ingresó en el convento para hacer el postulantado (un año) y el noviciado (dos) seguidos de los votos temporales y un curso de enfermería para obtener el título de Asistente Titulada de Enfermería (CNA). Los votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia serán después de nueve años.

¿Qué la atrajo a las Siervas de María, Ministras de los Enfermos [SdeM]?

“El aspecto contemplativo, porque somos contemplativas en acción”, además de la alegría y del sentido de la vida comunitaria tan fuerte y evidente en la comunidad a pesar de que están tan cerca del dolor.

CARISMA DE LA CONGREGACIÓN: CUIDAR GRATIS A LOS ENFERMOS

El carisma o misión de la congregación fue plasmado por su fundadora Santa María Soledad Torres Acosta en 1851: “Ser portadoras de la misericordia del Señor sirviendo gratuitamente a los enfermos en sus domicilios”.

Aquí es donde se dan la mano “el servicio y la contemplación. Poner el dolor en perspectiva, el misterio silencioso tan grande porque acerca al Señor, Creador y Salvador. Nos damos cuenta del sentido de la vida. Los enfermos me han dado unas lecciones tremendas, me han dado más que yo a ellos. Los enfermos terminales no piensan en ellos sino en los demás: cónyuges, hijos, etc.”

Volviendo al carisma de la congregación, “es el de ser manifestación de la misericordia de Dios. El Señor se acerca y te acerca al dolor. Las obras de misericordia: “Me visitaron”.

“Llega un momento en que los enfermos son prisioneros de su dolor. Algunos se desesperan porque el dolor y el sufrimiento duelen. Por eso estamos nosotras ahí, para apoyarlos y ayudarles a recibir los Sacramentos sin son católicos y con la oración si son cristianos. Si son de otras religiones, tratamos de apoyarles para que superen el dolor. Algunos incluso se convierten”.

FUENTES DE INGRESOS

–Ustedes prestan la ayuda gratuitamente, sin costo alguno para los enfermos o sus familias. ¿Cómo viven? ¿De qué viven?

“De la caridad, de la Providencia que ha prometido cuidarse hasta de las flores del campo”.

“Cuentan -dice a VN-, que cuando el padre Miguel Martínez, fundador original de la congregación, le contó al obispo de Madrid que no cobrarían por los servicios, éste le preguntó: ‘¿Cómo van a vivir?’ De la Providencia, que no falla”, le contestó el padre Miguel.

“Así las hermanas tienen toda la libertad del mundo para cuidar a los que nos necesitan, porque no buscamos nada por nuestros servicios”.

– ¿Cómo las contactan los necesitados de apoyo o los familiares?

“Nosotras no discriminamos por religión ni por otros aspectos. Suele suceder que conocen a alguien que nos conoce y entonces se nos acercan. Lo único que pedimos es el transporte. Que nos recojan en el convento -están en Oxnard-, nos lleven a los domicilios de los enfermos y nos devuelvan al convento”.

Las siervas de María ministras de los enfermos trabajan de noche para facilitar que los familiares tengan su merecido descanso después del trabajo: de 8 p.m. a 5 a.m. Tienen que estar en casa a las 5 de la mañana y dedican la mañana a actividades comunitarias, incluida la oración en comunidad, comida en silencio escuchando una lectura y la limpieza de la casa. Duermen seis horas y media por la tarde. Y la noche es para los enfermos.

La vida consagrada para su congregación, continúa, implica “hacer los tres votos [pobreza, castidad y obediencia], vivir en comunidad, como siervas de María según el espíritu de la fundadora de nuestra comunidad. Todas las congregaciones tienen su propia manera de vivir el Evangelio”.

PREGUNTITAS

¿QUÉ LE GUSTA COMER?- De todo. Por la composición de la comunidad de Oxnard, comemos comida mexicana, puertorriqueña y colombiana.

¿COCINA?- No me meto mucho en la cocina.

¿TIENE TIEMPO DE LEER? -Sí. La noche da tiempo para pensar y leer. Libros de formación, vidas de Santos, libros de enfermería.

¿PASATIEMPOS?- Volibol, dominó, películas de Santos. Todo en comunidad.

¿CÓMO LE GUSTARÍA SER RECORDADA?- Lo piensa un poco y dice: “He disfrutado siendo quien soy, como consagrada, persona religiosa, sierva de María”.

SERVANTS OF MARY, MINISTERS TO THE SICK
140 N. G Street
Oxnard, California 93030
(805) 486-5502

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